La inocencia se considera un mal que debe ser erradicado a temprana edad.
I
Las maletas se apoderaron del pórtico, empapadas con manchas de lodo frente el metal plateado que flotaba sobre una densa capa de agua sucia. Arrastrando hojas naranjas y amarillas, abriéndose paso entre trozos de ramas caídas. Aproximándose para llevarnos a un nuevo hogar. Los árboles, se mecían en una peligrosa danza, amenazando con arrojarse contra los cristales de las ventanas. Los fuertes vientos se habían encariñado con nuestro patio trasero, los pequeños arbustos se batían en un vaivén sin descanso. Estaba seguro de que no iría a ninguna parte. La tormenta terminaría llevándose mis lágrimas, y, nuestra casa junto con ella.
En distintas ocasiones pregunte a Padre si podía salir, una vez más, una última vez. Su rostro, afligido, se reflejó en el cristal de la ventana intentando articular un «no», que termino por esfumarse y reemplazar por una sonrisa de esperanza. Argumentando, que las noticias solo pintaban el paisaje peor de lo que parecía. El estruendo de un trueno rivalizo con mi propuesta, la lluvia aumento su ritmo como si fragmentos de granizo golpearan con fuerza en todas direcciones. No tuve suerte. Padre me hablo de un lugar a donde; «los pequeños traviesos les gusta ir». Y, que en ese lugar, tendrían información de ti, o que quizás residías ahí. Dijo que enviaría una carta para preguntar y en cuanto fuera posible iríamos a visitarte. No entendía con exactitud la idea de Padre, ni tenía información del lugar al que con tanta tranquilidad se refería, lugar que aún permanece siendo un secreto más para mí.
Las cartas no fueron mala idea, sin embargo, me sentía más decepcionado que contento. Cuando comencé esta no tenía idea de que se suponía debía escribir o a quien, durante días no encontré las frases adecuadas con las que iniciar, ni como dirigirme; señor o señorita, amigo o amiga. Estaba perdiendo tiempo, tu tiempo, nuestro tiempo.
Se bien que te asustan los rayos y el ruido de caminantes sobre el tejado que provocan las gotas de lluvia. Pensé que Padre me castigaría por meses sin cena, al enterarse de que su único hijo vagaba por las malolientes y ruinosas calles de la ciudad. Aun así, no recibí más que un par de gritos ahogados en lágrimas de preocupación por parte de nuestra Madre, y, una dura mirada acompañada de un frío beso en la mejilla.
Me gusta pensar que estas bien, que solo huiste porque sabias que vendría una tormenta. Han pasado semanas desde que te marchaste de casa, el hecho de desaparecer conviene más a los actos de magia, ¿no crees? Las personas, ni los sentimientos desaparecen porque sí. En cierto modo, Padre piensa igual, solo que quiere que yo ya no lo haga. Que deje de pensar en ti, según él, todo puede ser reemplazado. Imagino que es lo que los adultos hacen, remplazan sentimientos. Si es así, Padre debe de ser una especie de mago.
En la lluvia puedo vernos, a ti y a Madre acariciando nuestras cabezas, colocando un chocolate bajo la almohada, haciendo una mueca graciosa antes de apagar la luz. Las paredes azul y en ellas las fórmulas mágicas de nuestros experimentos. Los autos, los soldados en el rincón junto al armario donde cerramos la puerta dimensional de los alienígenas. En las noches, solía abrirla solo para escuchar el chirriar de las bisagras igual a cuando salías dentro de el como un gran héroe.
Puedo ver las manchas de huellas en el suelo, cuando recorríamos los muebles en saltos enérgicos dentro de casa haciendo tanto ruido que hacía que Madre nos persiguiera. Lo odiaba, solo que ahora que no estas, extraña tener porque molestarse. Madre siempre habla de ti, Padre te recuerda cada vez que ve la fotografía rugosa sobre su escritorio dice que los sentimientos son como un mal clima, cierto es que duran más de 48 horas y causan grandes daños, aunque al final terminan por irse.
No tengo más tiempo, ni espacio, quizás nada más que escribir. El metal plateado avanza y crea ondas que impulsan hojas; amarillas, naranjas, verdes, se alejan rápido formando remolinos al final de las alcantarillas. La lluvia juega con el viento acrecentando sus ráfagas. Los arboles enaltecidos por la repentina visita aceptan la propuesta de mala gana. El pórtico se queda vacío, las maletas desaparecen en el interior de lo que podría ser un barco. La lluvia irrumpe magistral en las habitaciones, empuja las ventanas, rompe los cristales. Las paredes llenas de grietas escurren el líquido del olvido.
Puedo vernos en cualquier lugar que mire, es como si tratara de obviar el resto del paisaje. El rostro de Padre se desvanece tras una delgada cortina de humo. Las bombillas parpadean y emiten el sonido de una radio sin sintonizar, la estática de un espectro hablando a través de la música ausente, y, el olor a humedad infiltrándose por estrechos espacios en el marco de la ventana.
Estoy en la calle, con los árboles y las hojas escurridizas, con el viento y la lluvia, el barco espera por mí, voy a desaparecer. Después de tantas dificultades termine por dejar de preguntar por ti. No desistí en mi búsqueda, no es que ya no me intereses, es simple; me di cuenta de que en adelante permanecería persiguiendo un fantasma, nadie debería vivir de esa forma. Además, la gente te mira extraño y considera demente si llamas hermano a tu perro.
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HERMANO
Short StoryEs difícil ver con ojos infantiles la vida sin que nuestra percepción de la misma se vea afectada. Escribo este relato con el fin de transportar la mente del lector a un mundo nostálgico y melancólico, para que nuevamente pueda apreciar la belleza d...