誅 ; 2

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200527, 21:15 hrs, Seúl. 

El sonido de personas moviéndose a mi alrededor me hizo gruñir por lo bajo. Odiaba con toda mi alma que las personas me mirasen durmiendo en la comodidad del comedor. Se preguntarán, ¿por qué diablos este infeliz estaba durmiendo sobre la mesa del comedor en donde se supone que los pocos individuos que vivían en este departamento comían? Bueno, porque hasta aquí había llegado. 

―Por todos mis muertos, Agust hyung, ¿qué mierda haces ahí? ―la voz molesta de Guk se hizo presente ―. Seok va a matarme cuando que has dañado su mesa de caoba con tu sangre. 

Chasqueé la lengua sobre mi paladar ―. En lugar de ayudarme a curar mi herida tú te comportas como un marica. Seok no va a matarte, no si lo hago yo antes por no ayudar a tu hyung. 

La risa de mi menor se escuchó por la cocina, al igual que sus pesadas pisadas que se dirigían hacia el refrigerador. Lo escuché abrir y cerrar las puertas, posterior a abrir alguna botella y sus largos tragos. 

―¿Qué te ha pasado? ―no había preocupación detrás de sus palabras, simplemente diversión.

 Al desgraciado le divertía el hecho de verme herido, porque entonces eso significaba que había sido lento y él creía que si era así era porque me estaba volviendo en un abuelito. Maldito insolente. 

―Ni si quiera lo sé ―respondí con naturalidad ―. Estaba en un bar completamente tranquilo, bebiendo, cuando alguien se acercó a mí, me dijo mierda y creo que terminé por estampar su cabeza en la barra. El punto es que, en medio de la pelea sentí el escozor, a penas si recuerdo cómo llegué aquí. 

La respuesta de su garganta se escuchó más cerca, pronto sentí la manera en que levantaba mi sudadera junto con mi camisa, sentí la manera en que la humedad de la zona se levantaba junto con las prendas, ya no sentía tanto dolor, pero igualmente era incómodo. Guk tocó la zona y yo gruñí, no importaba cuántas veces las personas me lastimaban, siempre llegaba un momento en donde era imposible no sentir dolor. Envidiaba a las personas que no podían sentir dolor físico, realmente las envidiaba. 

―No es tan profunda, ¿quieres que yo haga los puntos o lo haces por tu cuenta? 

Guk sabía la respuesta, pero igual le encantaba que yo le pidiera ayuda, pues eso elevaba su ego ―. No, déjalo, se lo pediré a Yeonjun, está en su habitación, ¿no?

La maldición por parte de Guk se hizo presente, por lo que yo reí un poco. Desde que Yeonjun llegó a la casa, él detestaba que lo cambiaran. Guk había sido el menor por tanto tiempo que, ahora el ser remplazado le jodía, aunque no lo admitiera; él era posesivo con sus hyungs, más conmigo, y Yeonjun de alguna manera, me admiraba igual que alguna vez lo hizo el cobrizo. 

Tiempo después de haberlo escuchado moverse por toda la cocina en busca de la pequeña caja de botiquín que teníamos en la cocina, arrastró una silla y tomó su lugar lo más cerca de mi herida, pronto sentí la manera en que limpiaba la sangre que estaba comenzando a secarse con total silencio. 

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⏰ Última actualización: May 28, 2020 ⏰

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