—Bienvenidos amigos al programa sobrenatural más escuchado de Gravity Falls, mi nombre es Bill Cipher, y seré su guía a través de los misterios que rodean el pueblo. Permítanme informarles que algunas leyendas de este pueblo podrían compararse con algunas novelas de Stephen King, e incluso superarlas, sin más preámbulos déjenme enseñarles la leyenda del Siempre Detrás...—Masón dejó de prestarle atención a la suave pero extraña voz que surgía del radio, dirigió una mirada a la cabaña que sus tíos abuelos le habían heredado dos años atrás, era lo único que le quedaba de ambos hombres; juzgando por la fachada el complejo había sido, hacía mucho tiempo, una trampa para turistas, Mistery Shack, el castaño miró el decrépito letrero en el techo, las letras parecían querer venirse encima de él, cosa que Mason le confesó al trabajador que durante los últimos años se había encargado del edificio, un tipo regordete llamado Jesús y apodado Soos; el otro solo solo había reído ante la idea <<La vieja cabaña resistirá, créame, Mason>> le había dicho Soos con una sonrisa que a Mason no le dió confianza. Desde que había llegado al pueblo sentía que confirmaba las palabras que su tío Ford había dejado plasmadas en sus diarios de campo "El pueblo parece atraer las anomalías, las personas parecen infectadas con cierta rareza", Mason suspiró y entró dudoso a la cabaña, el interior parecía congelado en un día de ventas, los estantes permanecían llenos, la máquina dispensadora aún tenía dulces, el letrero de "solo personal autorizado" aún se mantenía fijo en puerta del fondo y la fotografía de dos preadolescentes castaños seguía junto a la caja registradora, Mason sonrió al ver la imagen, su hermana sonreía dentro de uno de sus sweeters de lana, demasiado calientes para el verano, y sus frenillos relucían un poco más de lo común; junto a ella, un Mason de trece años sonreía debajo de una gorra blanco con azul que ocultaba su marca de nacimiento, por aquel entonces todavía me llamaban Dipper, se dijo a sí mismo en un susurro mientras tomaba la fotografía en las manos, recordaba habérsela sacado en el único verano que había pasado en Gravity Falls, el verano que cumplió trece.
Un ruidito tras de él lo hizo girar rápidamente, un cerdo un poco demasiado grande lo miraba, Mason sonrió nostálgico; conocía demasiado bien ese tipo de alucinaciones, su hermana solía decirle que poseía el don del resplandor cuando lo encontraba hablando solo, en realidad Mason discutía con sombras del pasado, sus tíos Ford y Stan, su mejor amigo de infancia, Wirt; y a veces, solo a veces, como ahora, recuerdos con quiénes no podía hablar —Hola Pato —la imagen se desvaneció frente a Mason dejándolo algo desolado, tenía la esperanza de que, por esa vez, la alucinación fuera su crecimiento y no Pato, el cerdo mascota de su gemela, quien había muerto cuando tenían dieciséis años. Quería pensar que en un segundo Mabel entraría corriendo por la puerta y que sus tíos estarían tras el letrero de "solo personal autorizado", no quería pensar que Ford y Stan estaban muertos y Mabel, lejos
—Estás al aire, ¿Cuál es tu nombre querido oyente? —la voz de Bill llenó el viejo comedor de la cabaña como cuando eran preadolescentes y su hobbie era sentarse a escuchar las historias de Ford, durante horas, las únicas interrupciones eran la preguntas de Bill, algunos comentarios de Dipper y las risas de Mabel, Candy, Grenda y Pacífica en el piso superior.
—Mason, Mason Pines —El castaño sonrió al escuchar como Bill tragaba saliva, emocionado.
—¿El sobrino de Stan y Ford? ¿Ese Mason? ¿Dipper? —El tono de Bill se tornó adorable a los oídos de Mason, como un niño pequeño frente a él árbol de navidad o frente a su héroe favorito. Se lo pudo imaginar abriendo los ojos, quitándose el flequillo de la frente dejando al descubierto la marca de nacimiento del rubio, y sonriendo como un maníaco.
—El mismo, Bill —Confirmó el castaño, su sonrisa es ahora tan amplia que ocupa casi todo su rostro, pensó el castaño mirando por la ventana, se había dormido en el sofá, incapaz de dormir en la misma habitación que alguna vez fue de su hermana y de el, también se sentía como un invasor en las habitaciones de sus tíos e incluso en el pequeño afelizar acolchado del segundo piso. El sofá era su única opción además del piso.
—Hombre, que tú no eres un oyente, eres casi el creador del programa, no sabía que la señal llegará hasta California —Mason tragó saliva, ahora venía su confesión, la más dramática hasta ese momento.
—No estoy en California Bill, estoy en la cabaña —la línea y la radio permanecieron en silencio—. Sólo llamaba para decirte que los unicornios son parientes cercanos de los caballos, más que de los ponys —explicó en un susurro que llegó a Bill como una disculpa, y a los demás oyentes como un dato irrelevante. El rubio hubiera presionado el auricular del teléfono contra su oído si lo hubiese tenido en la mano. La voz de Mason le llegaba casi irreal, como si lo llamara desde otra dimensión; Candy tuvo que llevarle tres cafés para que reaccionara, por suerte Dipper había llamado al final del programa y Bill logró despedirse antes de quedarse estático. Dipper había regresado, estaba en la cabaña, a tan solo un par de minutos de la estación de radio, con su aire citadino y sus conjeturas lógicas. El rubio terminó su tercer café y se puso en pie, Candy lo miró con ambas cejas en alto, si Bill la ignoro o no, le fue indiferente; el locutor era extraño, y aún más si incluía a Mason Pines en la ecuación comportamental de Bill, Candy suspiró. Ambos estaban chiflados.
Mason se inclinó sobre si mismo, su cuerpo estaba casi que flotando sobre el pozo sin fondo, Bill lo había arrastrado hasta allí con la promesa de una sorpresa, hasta ese momento el joven científico no notaba nada raro, a excepción del comportamiento de Bill, conociendo al rubio, Mason esperaba un drama en cuanto el otro joven llegara a la cabaña; eso lo desconcertó. Bill era dramático, esa era su esencia, y ahora le hablaba tan normal, como si se hubiesen visto el día anterior. No como sí no se vieran desde hacía años.
El castaño se inclinó aún más y entonces perdió el equilibrio, se abalanzó sobre la oscuridad del pozo, Bill se acercó tratando evitar la caída, tomó a Mason de la mano, casi enseguida comprendió que no había tenido éxito, la gravedad les ganó a ambos y cayeron, el silbante sonido del viento les llenó los oídos mientras caían por una versión tétrica de la madriguera del conejo.
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• Welcome To Strange •
Fanfiction"Bienvenidos a Night Falls, sé que he estado ausente un tiempo, que el programa ya no es lo mismo sin mí y, admitanlo, me han extrañado " Au de Gravity Falls. •Trabajo de fans para fans•