10 de diciembre del 2004
JACK
—Terminé.- Dije mientras cerraba mi libreta de matemáticas.
Por fin había terminado mi tarea, ahora sí podría ir a ver la televisión.
Prendí la televisión, busqué canal por canal, no había nada interesante. Le deje en una caricatura, no recuerdo como se llama.
En estos momentos preferiría estar afuera, pero mi madre no me deja salir a la calle cuando
obscurece, “Eres aún muy pequeño para salir de
noche a la calle”, mi madre siempre repite eso. No estoy muy pequeño, ya tengo 11.
Me empezó a dar sueño, cerré mis ojos lentamente, mientras la canción de la caricatura sonaba.
Me quedé dormido por un par de minutos. Hasta que la puerta de mi casa se abrió de un golpe.
Mi madre entró, venía agitada y su vestido floreado venía manchado de sangre.
Me exalté al verla así.
-¿Mamá que pasa?- pregunte aterrado.
Mi madre me miro con lágrimas en sus ojos verdes.
-No pasa nada, todo va a estar bien.
Sus largos cabellos rubios cobrizos y lacios cubrían algunos golpes que tenía en la cara.
-¿Y papá?- Pregunté con mi voz quebrándose a punto de sollozar.
-Papá ya no podrá venir, el ya nunca podrá estar con nosotros.- dijo mi madre secándose las
lagrimas que caían de sus ojos.
Agaché mi cabeza.
-Tranquilo, Jack, Todo estará bien.- Mi madre
me abrazó llevándome a su pecho.
Por la ventana de la sala, se vio una luz destellante acompañada de un motor de coche.
Mi madre miro hacía la luz con un semblante de preocupación y miedo, como si estuviera
presenciando el fin del mundo.
Me tomó fuerte del brazo.
-Ya no hay tiempo.- Murmuró.
-¿Tiempo para qué?
-Solo sígueme.- mi madre me dirigió hacia mi
habitación.
Cerró la puerta con seguro.
Miro a cada rincón, cada espacio de mi habitación.
-Mamá… ¿Qué es lo que pasa?- Dije sollozando–Tengo miedo.
Mi madre rompió en llanto, cubrió su cara con sus
manos.
-Lo siento bebé, perdóname. Tu padre y yo solo queríamos lo mejor para ti, e hicimos lo contrario.
-No llores.- Limpie sus lagrimas con mis manos.
Mi madre deposito un beso en mi frente.
Dirigió su mirada hacia mi armario.
-Entra al armario.- Dijo.
-¿Por qué?- pregunté.
-Solo hazlo. Es por tu bien.
Empezó a llover y con ellos unos fuertes
relámpagos. Yo le tenía un miedo horripilante a los relámpagos.
-Tranquilo solo son relámpagos.- Dijo mi madre acomodando mi cabello de un tono rubio un poco más obscuro que el de ella.- Ahora solo entra al armario.
Entré. Me acomode entre varios juguetes desordenados y alguna que otra prenda de ropa.
-Mamá, ¿tú no entrarás?- Pregunté.
Mi madre negó con su cabeza.
Se oían voces de gente que no conocía.
Mi madre miro hacía la puerta.
-Jack, nunca olvides lo mucho que te amo, yo y tú padre te amamos como no tienes idea, perdónanos por esto que te estamos haciendo,
espero que tú puedas entender, pero por favor, nunca olvides que te amamos.
Asentí.
-Adiós mi bebé.- Mi madre me dio un beso en la mejilla.
-Mamá.- La tomé de la muñeca antes de que se fuera.
-No te vayas, no me dejes solo, tú tenías razón aún soy muy pequeño, pero no me dejes… haré la tarea temprano todo los días, te ayudaré en lo que tú me pidas pero por favor… no te vayas.- Dije
entre sollozos.
-Lo siento, Jack. Si no me voy te pondría en riesgo, y eso jamás me lo perdonaría.Mi madre se soltó de mí.
-No salgas del armario, oigas, lo que oigas “No salgas”.- Dijo mi madre.
Asentí limpiando mis lágrimas.
Mi madre cerró el armario.
Recargué mi cabeza en la madera del armario. Los relámpagos no cesaban, yo abrazaba mis rodillas,
temblaba de miedo.
Oí unos gritos de mi madre.
Oí un disparo. Sabía lo que eso significaba.
Cerré mis ojos con fuerza, tenía la esperanza de
que esto fuera un simple mal sueño.
Eso no fue un mal sueño. Eso era la realidad, la cruel realidad de lo que le ocurrió a un niño de 11
años. Y ese niño por mala suerte, era YO: Jack Bilyk.
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CRIMINAL.
RandomNo es fácil cambiar tu vida por completo de un día para otro. Todo a lo que estas acostumbrada se te va de las manos, y no sabes cómo recuperarlo. Podrás encontrarte con gente buena, tanto como mala. Gente mala que parece buena y viceversa. Tu decid...