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Era un día normal en la aldea de de churrascos. Me había despertado temprano por qué el rey "Palito de la Selva" quería verme su castillo de galletitas opera.

Cuando llegué me sorprendió ver una chica, la conocía de vista, vivía la aldea de churrasco.

-Buenas tardes queridos- dijo el rey

-Buenas tardes su alteza- dijimos a la vez.

-Los he llamado para encomendarle una misión. Les ofrezco el cambio muchas riquezas.

-Necesito mucho dinero, cuando escape del laboratorio secreto, en el desierto de puré instantáneo no había logrado conseguir trabajo fijo- pensé.

-Acepto- dije sí más dilación.

-¿De qué se trata la misión?- preguntó la chica del nombre desconocido.

-Deben recuperar, del fondo del mar de Monster el Rubí caramelizado. Lo buscan la quimera y medusa- dijo al rey.

-Pero ese es un viaje de semana- dijo la peliverde.

-Lo sé pero es necesario- dijo severo el rey- yo les daré uno de mis conejos de pascua como transporte, también le pediré a mi mejor herrero unas armas.

-Yo no necesito armas- dijo la chica.

-Yo sí- dije avergonzado.

-Perfecto todo estará listo al amanecer- anunció el rey.

Después de eso salí juntó la chica.

-Me llamo Billie-  dijo rompiendo el hielo.

-Yo me llamo mirko- respondi.

-Bien Mirko, nos vemos mañana- dijo para luego irse.

En la mañana me dirigí muy temprano el castillo de galletitas ópera. Allí ya estaba Billie, luego de saludarla llegó el Rey. Me entregó una espada de papas fritas y un escudo de milanesa de carne.

Rápidamente nos subimos a la canasta del conejo de pascua, éste comenzó a dar a andar dando grandes saltos. Estaba tan aterrado que suelte un agudo grito.

-¿Asustado?- preguntó Billie divertida.

-Ni un poco- dije pero el conejo dio un salto y volvi a soltar un grito. Ella se largó a reír.

Luego de mucho viaje llegamos a la montaña "Dientitos de goma"

Nos bajamos de la canasta y comenzamos a correr, porque los dientitos cobraron vida y nos comenzaron a perseguir tratando de mordenos el trasero.

-¡Corre Mirko! ¡Corre!- gritó Billie riendo.

-¿Y vos de qué te reís?- le grité yo, mientras corría más rápido.

Cuando logramos evadir los dientitos muerde traseros,  noté que el conejo había pasado sin problemas.  Indignado lo fulmine con la mirada. Nos volvimos a subir a su canasta y continuamos con el viaje.

Estaba tan cansado que me quedé dormido.

-¡Mirko! ¡Despierta se incendia la canasta!- gritó Billie, despertándome.

-¿¡Qué?! ¿¡Dónde?!- pregunté desorientado.

Está suelta una carcajada y yo la mire enfadado.

-Llegamos al "Desierto de puré instantáneo"- anunció.

Nos bajamos con cuidado de la canasta, por lo que sabía podía haber cuevas subterráneas. Pero Billy tenía otros planes comenzó a correr como una loca. Yo no tenía otra opción más que seguirla. Cuando ya estamos por terminar de atravesar el desierto de puré siento como la tierra nos traga. Con una rápido movimiento Billie sacó se su mochila una soga-fideo y la engancho a la pata del conejo. Me agarró por la cintura y empezamos a subir.

Una gran aventura. Mirko y BillieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora