XII. Protectora.

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El día siguiente transcurrió como los anteriores; se despertaron, Shinobu hizo el desayuno y solo Douma comió, salió y estuvo fuera todo el día y regreso hasta en la tarde. Lo único diferente ese día sería que la fémina partiría hacía su próximo destino, el rubio no estaba para nada de acuerdo con esto, pues gracias a la "enfermedad" de la chica ella solo podía caminar fuera por las noches, lo cual sería peligroso pues podría ser lastimada por los demonios, según Douma.

- ¿De verdad no hay alguna forma en que te quedes unos días más? Cuando terminé mi labor en el pueblo podría llevarte yo a donde quiera que vayas a ir- Cuestionó preocupado el de mayor estatura, si bien no se conocían de mucho tiempo, el tenía guardado en su corazón los sentimientos de amor profundo que sentía su anterior yo por la anterior ella.

La de orbes morados siguió guardando algunas cosas en su pequeño maletín y contestó a el contrario negando con su cabeza. Cuando terminó de alistar su único equipaje camino en dirección a el cazador y le miró a los ojos.

- Eres muy lindo pero no me puedo dar el lujo de quedarme- Le hizo una pequeña reverencia a modo de despedida. - Recuerda que para mantenernos en contacto debes mandar una carta a la aldea en la que estaré- Douma no podía darle su dirección a Shinobu, el no podía revelar la ubicación de su finca a nadie y ella no tenía un hogar estable por lo que optaron por la opción de que el de orbes arcoiris mandará una carta a la aldea donde se hospedaria un tiempo la chica.

Soltó un largo suspiró y revolvió un poco su melena dorada. - Bien, solo prométeme que tendrás MUCHO cuidado- El gran énfasis en la palabra 'cuidado' hizo que la fémina supiera de que se trataba, su amor de otra vida temía porque ella fuera atacada por los demonios, cosa que nunca pasaría por obvias razones.

Ella le regaló una sonrisa compasiva y le dió una mirada cálida, esto ocasionó que las preocupaciones del chico se alejaran un poco, el también le sonrió.

- Bueno! Me voy!- Giró su cuerpo en dirección a la puerta y avanzó a está. Cuando estaba por abrir la puerta un agarre fuerte en su hombro, no lo suficientemente fuerte como para lastimarla, la detuvo, ella dió media vuelta y observó confundida a la persona parada enfrente. - ¿Sucede algo?- Preguntó Shinobu.

Su expresión pasó de confundida a sorprendida, su delicada y pequeña mano fue tomada por la grande mano del chico parado frente a ella. El inclinó un poco su cuerpo hacia adelante y acercó con gentileza la mano de la chica, cuando está llegó a la altura de su boca el le depositó un pequeño y tierno beso, logrando que la contraria se sonrojara.

Los calientes y suaves labios del rubio contrastaron contra la fría piel pálida de la pelinegra. El levantó un poco la mirada, lo suficiente para ver los brillantes orbes púrpuras de la dama, una sonrisa ladina adornó su rostro cuando contempló las blancas mejillas de Shinobu teñidas de carmín.

- Quería despedirme adecuadamente, señorita Kochō- Pronunció con un tono de voz más ronco de lo usual.

Por primera vez, Shinobu no se sentía en control de la situación. Su corazón palpitaba rápidamente y su cara ardía en un rojo intenso, no esperaba que el de ojos multicolor tomará esa actitud tan galante y atenta, de cierta manera le parecía sensual.

Apartó la mirada avergonzada y alejó su mano de el hombre. - N-no me llames así... T-tu puedes llamarme siempre por mi n-nombre...- Tartamudeo tímidamente la demonio.

- Ya veo...- El alto dió unos cuantos pasos más para quedar a unos pocos centímetros de la pequeña chica, volvió a inclinarse un poco para llegar a el oído de ella y ahí susurro con un tono serio pero seductor. - Entonces... No vemos pronto, Shinobu-chan.

𝗟𝗔 𝗔𝗥𝗔Ñ𝗔 𝗬 𝗟𝗔 𝗠𝗔𝗥𝗜𝗣𝗢𝗦𝗔『𝐃𝐨𝐮𝐒𝐡𝐢𝐧𝐨』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora