• ¿𝔸𝕞𝕠𝕣? •

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Armando se encontraba reflexionando en la cama que compartía con Marcela, a este punto ya no estaba tan seguro de haberle propuesto matrimonio, pero ya no había vuelta atrás y si desistía no solo iba a perder su voto sino que el escándalo en su familia lo iba a dejar sin la presidencia de Ecomoda, sin su sueño de poderse presentar algún día como "Armando Mendoza, presidente de Ecomoda"

Pero lo que Mario le había preguntado unas horas atrás le retumbaba la cabeza " ¿Pero qué es lo que usted quiere, Armando? " y si bien estaba con todas las mujeres que podía desear, realmente no sabía lo que quería en su vida amorosa más allá de encontrar a la ''mujer de su vida'' y esa definitivamente no era Marcela Valencia, ni ninguna mujer que haya conocido hasta la fecha.

-Bueno, creo que definitivamente debería buscar al hombre de mi vida como la loca de Hugo -Pensó y luego rodó los ojos con asco, como si él fuera capaz de enamorarse de otro hombre.

Aunque si tuviera que pensar en el ''hombre de su vida'' ese sería Mario Calderón, ese hombre era la persona más incondicional con él, era su cómplice, su mejor amigo, ¿Que no era Mario para él? incluso si lo sacaba de sus casillas en incontables ocasiones, también lo hacía reír como nadie en este mundo y era el primero en apoyarlo durante los momentos difíciles...e inclusive le parecía ligeramente atractivo, fácilmente podía ver que era lo que las mujeres veían en él, porque de todas formas no tenía que ser homosexual para admirar la belleza de alguien de su mismo género, ¿verdad?

Y pues para ser más breve, él lo quería, le tenía demasiado cariño, un cariño que crecía que no paraba de crecer pero que para él era solo una amistad, una profunda amistad.

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Hoy había gran ajetreo en Ecomoda y no era para menos, hoy se lanzaba una nueva colección al mercado y mañana se realizaría la junta directiva que lo elegiría como el nuevo presidente de Ecomoda, o al menos eso esperaba, no iba a mentir que estaba demasiado emocionado y a la vez nervioso, nervioso por el futuro de Ecomoda si llegara a caer en las manos de Daniel Valencia, él no amaba la empresa ni tenía empatía alguna por sus empleados, solo Dios sabrá que podría llegar a hacer con ella.

-Buenos días, mi futuro presidente -Se repetía la misma rutina de todos los días, Mario entraba a su oficina sin tocar la puerta y lo saludaba alegremente.

-Ah, hola, Mario -lo saludó despreocupadamente mientras revisaba unos papeles.

-Cuénteme, ¿cómo le fue ayer?¿Ya le ataron la soga al cuello? -se sentó frente al pelinegro, esperando una respuesta.

-Si, ya me le propuse a Marcela -su tono de fastidio era evidente.

-¿Y con esa misma alegría? -el castaño levantó la ceja con duda, tratando de no reír.

- Sí -respondió sarcástico y con una de sus miradas asesinas, se sentía muy cansado mentalmente y no tenía ganas de discutir con nadie y menos con Mario.

-No hacía falta tanta agresividad, doctor Mendoza

Le palmeó la espalda a modo de intentar calmarlo, cosa que por lo general, funcionaba, o al menos con él.

-Espero que no le haya dado una fecha concreta, acuérdese de lo que le dije-... -fue interrumpido por Armando antes de terminar la oración.

-Sí, Calderón, ya sé -se tocó el puente de la nariz-. ¿Sabe qué? ahora estoy muy ocupado con el lanzamiento de esta noche, mejor hablamos después, ¿si?, tengo que ir con mi papá.

Salió apurado de su oficina, dejando un poco desconcertado a Mario por su repentino ―aunque para nada inesperado― cambio de humor.

-Uff, parece que la propuesta a Marcela como que si le afectó -dijo para sí mismo.

✤ El hombre que yo amo ✤Donde viven las historias. Descúbrelo ahora