Capítulo 4: Sangre.

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No sabía si iba a poder aguantar eso mucho tiempo más.

Revisó toda la casa para ver si había algún otro muerto, pero tuvo suerte, esaba sola.

Se encerró en una habitación sin ventanas, intentando aislarse lo mejor posible para poder pasar una noche sin incidentes. El habitáculo de unos 15 metros cuadrados parecía haber servido de dormitorio de una niña, tenía las paredes rosa pastel, con algunos pequeños garabatos de rotulador. Alice se rió 'vaya vena artística tenía la niña.'

Encendió unas velas que había encontrado en su vuelta de reconocimiento y se tumbó en la esquina más lejana a la puerta, con su hierro cogido en una mano y la pequeña pulsera de oro en la otra.

El cielo gris se cernía sobre ella cuando abrió los ojos. Una bandada de cuervos infectados se acercaba por el horizonte, debía huir, pero no podía, era incapaz de moverse. Intentaba incorporarse, pero su cuerpo decidió no responder a sus desesperadas plegarias.
Uno de los pájaros la divisó a lo lejos y fue directo hacia ella, se posó sobre su vientre y abrió el pico, dispuesto a picotearle el pecho.
Justo en el momento en el que el cuervo perforó su piel ella pegó un grito sordo.

Alice abrió los ojos, tenía ese sueño desde hacía varios meses. Cada noche, el mismo cuervo le hacía una herida en un sito diferente, pero ella no podía impedirlo. Se incorporó y se quitó la camisa, le ardía el pecho. Estaba sangrando demasiado, casi se podía apreciar el blanco del esternón, el dolor era insoportable. Alice cogió con fuerza la manta que la tapaba y la apretó contra la herida, en un intento de cortar la hemorragia.

Cuando por fín la herida dejó de sangrar Alice se levantó y se puso en marcha. Salió de la habitación y le echó un último vistazo a la casa, seguía sola.

Se decidió a comer algo antes de continuar su largo viaje y fue a la cocina; la leche estaba caducada, así que se conformó con un par de galletas rancias y unas salchichas crudas que encontró al final de la nevera.

Mientras 'desayunaba' se paró a pensar. No sabía a dónde ir, ni si había otras personas vivas; no sabía cuánto tiempo iba a lograr mantenerse con vida sola, ni siquiera sabía si lo iba a lograr, pero, de todas formas, necesitaba un arma.

Zombie Loan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora