love me again; logan lerman.

uno

Muchas veces, cuando se despertaba pensaba en ella. En sus cabellos castaños y en sus ojos marrones, en sus seductores y pequeños labios, y en su tímida sonrisa.

Al terminar la relación, no podía negar que la extrañaba más que nada; los primeros tres días fueron devastadores para él.

Al igual que para ella.

Logan tomó el teléfono enseguida al sentir que recibía un mensaje; realmente deseaba que fuera Chelsea. Pero no, era Alaska, la mejor amiga de ella. Al parecer le contaba algo que dejó a Logan, completamente muerto por dentro.

Chelsea se fue de la ciudad.

Los padres de Chelsea se encontraban parados al lado de ella, esperando por el avión. Ella había dado la idea de marcharse de la ciudad y sus padres al instante aceptaron porque ellos hacía ya dos meses estaban planteado irse, pero ella no quería marchase por Logan.

Irónicamente, ahora se iba por Logan.

Chelsea deseaba que su plan con Alaska funcionara, el cual consistía en que Alaska llamara a Logan diciéndole que ella se estaba por ir, así Logan iba al aeropuerto con Chelsea y le rogaba que se quedara. 

Pero al parecer, no funcionó ya que por los altavoces se escuchaban como llamaban a los pasajeros de tal vuelo... no la voz de Logan preguntando desesperado por ella, como en las típicas películas de amor.

Quince minutos se mantuvo viendo a todos lados en busca del rostro de Logan, pero simplemente no lograba verlo. Estaba convencida de que él se había perdido entre tanta gente y que en cualquier momento lo vería. 
Por eso, cuando anunciaron su vuelo en el altavoz, se decepcionó.

¿Acaso a Logan no le importaba que ella se fuera?

Logan casi se desmaya al leer ese mensaje, claramente lo último que esperaba era que ella se fuera. Iba a perderla para siempre.

Se sentó en su cama, confundido y aturdido por lo que acababa de enterarse. Suspiró un par de veces para intentar evitar las lágrimas que amenazaban con aparecer en cualquier momento. No quería perderla, y ya lo había hecho.

A los segundos recibió una llamada de Alaska. Seguramente al ver que hace tres minutos no recibía respuesta alguna de parte de Logan decidió llamarlo para obtener una respuesta inmediata.

Con pocas ganas, el chico atendió el teléfono. Pero no se animó a hablar, porque sabía que sus lágrimas se iban a escapar y que en su voz se iba a notar que se encontraba llorando.

—¿Logan? —Alaska habló al cabo de unos aproximados diez segundos, al ver que no contestaba continuó hablando, con un tono enojado—. ¿Leíste mi mensaje? 

Él solo se tomó la molestia de hacer un sonido con los labios, tratando de decir un sí. Unas lágrimas se escaparon de sus ojos y autómaticamente pasó su mano sobre su mejilla para quitarlas, pero eso solamente sirvió para empeorarlo porque continuó llorando. Y esta vez, en el teléfono se escuchaba el sollozo.

—Logan, ve al aeropuerto.

—Ya es tarde —dijo él, con enojo hacia si mismo. ¿Por qué, hace una semana, no intentó recuperarla? ¿Por qué se dio por vencido, creyendo que en algún momento irían a volver?

—No, Logan, no lo es. Seguramente esté en el aeropuerto todavía. —Alaska suavizó su tono de voz al notar que estaba llorando—. Solo ve.

—¡No puedo! ¡Ya es tarde! ¡Ya la perdí! —gritó con furia, tirando el teléfono a un lado de la cama.

Estaba realmente enojado con él mismo y quizás nunca se le pasaría... porque hoy, él estaba perdiendo al amor de su vida. A la única chica que lo hacía soñar con cuentos de hadas. A la única persona con la cual se imaginaba un futuro.

Cuando por el altavoz se escuchó una voz monótoma anunciando el siguiente vuelo, el corazón de Chelsea prácticamente se rompió. Tenía tantas esperanzas de que su chico apareciera y le confesara su amor eterno, y al saber que eso no iba a pasar no quedaba nada más que dolor en su corazón.

Caminó mirando al suelo y con su maleta en su mano, le sonrió como pudo al señor que estaba en la puerta y continuó caminando cabizbaja. Ahora, todas sus ganas de querer irse habían desaparecido. Solo quería quedarse y besar a Logan hasta que los labios les duelan. Pero a él... seguramente no le importaría.

Cuando entregó su pasaje y su pasaporte, supo que no había vuelta atrás. Miró hacia atrás y a parte de ver otras personas, intentó ver si Logan estaba por ahí. Pero seguía sin estarlo.

Caminó hacia el avión, y un hombre de traje negro y rojo la ayudó con su maleta, mientras le decía que subiese al avión y disfrutara el vuelo. Ella, sollozando, asintió. Y el hombre solamente sonrió con un poco de lástima.

Buscó su asiento cerca de sus padres, y vio que le había tocado la ventana. O posiblemente, le tocó en el pasillo pero su padre para hacerla feliz le dio la ventana. Miró por unos momentos con tristeza el paisaje, posiblemente sería la última vez que lo vería.

No pudo evitar sollozar otra vez. Sus padres la miraron con lástima mientras ellas se secaba las lágrimas y luego apartaron la mirada para darle privacidad a su hija.

Ella pensó en Logan, pensó en todo lo que habían vivido, pensó en la vida que planearon tener. Y empezó a llorar con más fuerza. ¿Cómo es que toda esa historia de amor había acabado tan pronto? Ellos solían decir que cuando fuesen mayores contarían su historia de amor con orgullo... y ahora esa historia era solamente una hermosa historia trágica.

Logan se recostó en su cama, dejando que sus lágrimas salieran. Sinceramente él sabía que nunca la iba a superar, que nunca iba a poder olvidarla porque ella había sido más que una chica para él. Ella en esos diez meses de relación se había convertido en su todo, en lo primero que quería ver en las mañanas y en lo último que quería ver por las noches.

Y ahora, todo eso se había convertido en simplemente... nada.

Quizás simplemente no estaban destinados a estar juntos, quizás lo de ellos era solo una historia de amor juvenil; de esos que cuentas cuando tus nietos te preguntan si amó a alguien más aparte de su abuela. Pero Logan no quería que lo de ellos fuese así, una simple historia de amor de secundaria. Y no se iba a dar por vencido.

Iba a luchar para estar con Chelsea otra vez, aunque ella no quisiera.