TIENES MIEDO A AMAR?

4.-Algo cálido

Regresamos al hotel, aproximadamente a las 11 de la noche después de dar un gran paseo por la ciudad. Le había encantado, me lo demostró su gran sonrisa, mostrando sus blancos dientes, sus ojos brillantes de lo emocionado que estaba.
Parecía un ser perfecto, combinaba su gran belleza ante el atardecer, yo solo lo veía embelesado.
No intento presumir, si bien me fijo en detalles, es tan solo cuando intento averiguar sobre algo, pero después, simplemente hago como que no existen.
En ocasiones Afrodita me llamaba la atención, la forma en que cambia el tono de su voz al estar triste, feliz o enfadado. No puede igualarse a una mujer, eso es cierto. Es como un ángel, de esos que ves en una revista de arte y la primera impresión que te llevas es "qué hermoso".

Empezó a hacer algo de frío, pero no demasiado como lo fue en la madrugada en Grecia, lo notaba cansado, tal ves tenía sueño. Y entonces decidí explicarle con tono amable que regresáramos a casa.

Cenamos, algo sencillo que no sea pesado para el estómago.
Y decidimos recostarnos en la cama, no sin antes turnarnos para darnos un buen baño de agua tibia.
Al pasar los minutos en esa tenue obscuridad, me recorrió el recuerdo de cuando lo vi por primera vez dormir. De hecho, fue cuando estaba enfermo, debió de haber tenido en ese entonces sus catorce años. Enfermó y no debería de mentir al respecto, pero me preocupé bastante.

Entre aquellos días puede que haya cambiado mi carácter formándose la maldad en mi corazón, suponía que era lo mejor dejarme llevar por esa sensación de placer al matar.
Además, la primera vez que asesiné a alguien, fue en una misión al este de Grecia después de ver a Afrodita enfermo en cama. 
Vomité después de haberle destrozado el cuello al enemigo. Realmente no era un oponente tan fuerte, pero tenía el alma tan podrida que hasta su propio cuerpo empezaba a verse horrible y transformarse de manera grotezca. Podía notar ese terrible aspecto en las almas, y no era que realmente lo quisiera notar, sino que era el talento que me hacía ser un caballero. Solo que se me fue de las manos al sentirme afectado por esas almas.

Estaba nublado, no había ruido alguno, la ventana se encontraba abierta y dejaba entrar un aire que valanseaba lentamente las cortinas casi transparentes, automáticamente, lo relacioné con los fuegos fatuos que se desprenden sobre las tumbas de los cementerios.
Me asusté por un instante cuando afrodita me golpeó parte del pecho con su brazo, quizá ya había pasado media hora en que no podía dormir, en cambio mi compañero dormía como un bebé.
Quise apartar su brazo, pero me abrazó con fuerza, lo dejé. Total,no era una acción tan mala, podría causar milagrosamente que lograra conciliar el sueño...y así fue.

Cuando desperté, después de un sueño prácticamente reconfortante, abrí los ojos y vi el rostro de mi compañero, estaba durmiendo aún, y estaba tan cerca de él que incluso podría contar sus largas pestañas. Lo analicé en silencio, su piel blanca, su lunar bajo su ojo que lo hacía más atractivo, la comisura de sus labios, su nariz puntiaguda, sus hermosas cejas. Suena extraño describirlo, pero es natural para mí.
Cuando afrodita tenía los diecisiete años, resultó ser que el acné había tocado a su puerta, no quería salir a ninguna parte. Para una persona tan piscis como él, era de esperarse que su apariencia le importara, eso sí, él no era un 'fresita', el, era simplemente afrodita. Esos días, estuve con él en su templo y jardín, casi muero envenenado sin querer, pero no era problema teniendo a un experto en venenos a mi lado.

Decidí levantarme, ya estaba muy de día, quizá eran las nueve, un mal hábito mío levantarme tarde, sin embargo para afrodita el dormir bien implica un buen aspecto. Por ahora, lo dejo dormir cuanto quisiera.

Revisé unos cuantos papeles de documentación en la mesa, pasaportes, facturas, cosas triviales de viajar a diversos países. Entonces lo vi pasar por la puerta con los cabellos parados, me dió risa y el lo notó.