La muerte de Marta

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Marta – que buena discoteca, debemos repetirlo pero la próxima vez hay que traer un auto no creo que los milagros sucedan dos veces

Jean – Marta tiene razón, creo que la próxima le pediré el auto a mi tio y se los juro quedaran asombrados

Marta – ¿tan asombroso es el auto de tu tío?, de seguro le vas a hacer algunos favores para que te lo preste – dice Marta con un tono de burla

Jean – Ja Ja que gracioso Marta, ¿Por qué tan callados chicos?

Eva – ya me ha invadido el sueño – dice Eva entre bostezos

Jack – huy miren la pequeña Eva se quedará dormida – dice Jack con un todo arrogante y de desprecio

Eva – deja de joder

Jack – jajajajaja

Taxista – hemos llegado

Marta – bueno chicos les escribiré cuando despierte estoy agotada

Eva – chao Marta, descansa

Jean – hasta luego que sueñes bien

Jack – nos vemos querida

Taxista – si... que pase buena noche y tenga cuidado la muerte acecha en cada esquina

Las palabras del taxista le dio un escalofrió que se le erizo cada pelo a Marta ella empezó a sentir aquello que te alerta de un mal augurio, la señal de peligro en tu soledad... El miedo, ella confiada en que no le pasaría nada desde la calle a la entrada de su casa se despidió.

Marta – hasta luego señor taxista...

Cerró la puerta del taxi y empezó a caminar por las solitarias y oscuras calles apenas iluminadas por el deteriorado alumbrado público, el sonido de sus pasos rebotaban en las paredes de ladrillo y no era normal casi sonaban como golpes, incrementaba el miedo en ella y aceleró el paso pensando en llegar a salvo a su casa...

En unos instantes se detuvo debido a una brisa de aire helado y al posar su mirada al frente se petrificó, lo que vio no era humano y mucho menos venia en paz... se trataba de una silueta alta, posaba una toga que cubría su cara y en su espalda un arma que te avisaba que era tu hora, era un arma con un mango largo, en la punta una hoja de metal curvo bien afilada que reflejaba la luz de la luna pero con unos toque de un color carmesí, una guadaña... Marta quería gritar pero no podía se dispuso a correr mientras era perseguida por la muerte, en su intento de huida tropezó con una grieta en el deteriorado y deforme suelo, volteó a ver si aun era perseguida pero su acción fue interrumpida con la suave caricia de la guadaña en su cuello, dejando una línea carmesí en la calle.

Jean y Eva sintieron una extraña sensación de tristeza mientras se dirigían a casa de Eva pensando que solo eran los efectos del alcohol o las drogas sin saber que su amiga Marta ya no era parte de este mundo.

- 4:00 –

Jean – que raro... ha de ser el alcohol

Eva - ¿Qué cosa? – dice Eva sospechando si sintieron la misma sensación

Jean – emm... Nada

Jack – oigan chicos alégrense no se queden dormidos aún

Eva – puede que tú no tengas sueño, pero debes recordar que nosotros no estamos acostumbrados a estar de fiesta a estas horas – dice Eva un poco molesta por la actitud de Jack

Jean – oigan chicos cálmense un poco, ustedes siempre pelean

Jack – díselo a la señorita gruñona

Jean – ha de ser porque tiene sueño

A unas pocas calles de llegar al siguiente destino Jack se queda dormido mientras que Eva tiene una mala sensación y Jean se siente intimidado y nervioso puesto que el llevaba notando algo raro en el taxista desde la casa de Marta.

Taxista – segundo destino listo

Eva – bueno creo que hasta aquí llego yo cuídense muchachos

Jean – tu también Eva y descansa

Jack – entre bostezos y estando medio dormido – chau miedosa

Taxista – tenga cuidado señorita Eva a esta hora las mascotas no distinguen entre amigos o enemigos

Eva – cla-claro muchas gracias por el consejo señor

Cierra la puerta del taxi y este arranca en camino al siguiente destino el cual era la casa de Jack, Eva sintiendo una mala sensación camina rápidamente hacia su casa, un complejo de edificios departamentales a unas casa de ahí mientras camina escucha a los perros ladrando en su mente ella recuerda lo que alguna vez le dijeron "los perros solo ladran por el ruido, para advertir de algún mal o cuando no reconocen a alguien" al recordar las últimas dos cosas pensó en la advertencia del taxista.

El taxi siniestroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora