Prologo.

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Donde Sergio decide ocultarle a su hermano que Martín formará parte del atraco a la Fábrica nacional de moneda y timbre

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Donde Sergio decide ocultarle a su hermano que Martín formará parte del atraco a la Fábrica nacional de moneda y timbre.

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7 meses antes del golpe.

Alguna parte de Italia, 06:45 pm.

Se sentía nervioso tocando aquella puerta de madera, desde la cual se escucha una canción de Soda Stereo, música ligera para ser exactos, apenas esta finalmente se abrió lo vio, con una sonrisa que en poco segundos desapareció gracias a su presencia, y así mismo entró nuevamente a su departamento sin dirigirle palabra alguna, dejando la puerta abierta, algo que el decidió tomarse como un "adelante", por lo que al entrar cerró a su espalda, analizando al hombre frente a él, pantalón de pijama gris, musculosa blanca con manchas, quizás de comida por el tono marrón de las mismas, bata roja abierta, su rostro más pálido de lo usual, sus ojos azules sin brillo alguno como antes, su barba recién comenzando a salir y con un claro aspecto de no haberse bañado en un buen tiempo, luego estaba aquel departamento, todo desordenado, con restos de comida sobre la mesa llena de planos, con una maqueta de un dirigible a medio hacer colgada del techo y otra cubierta por una manta, suponía que era la del Banco de España, su análisis acabo al escuchar la puerta de la nevera cerrarse y ver a aquel argentino con un vaso de leche dirigiéndose a él.

"𝒅𝒆 𝒂𝒒𝒖𝒆𝒍 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒅𝒆 𝒎𝒖́𝒔𝒊𝒄𝒂 𝒍𝒊𝒈𝒖𝒆𝒓𝒂,

𝑵𝒂𝒅𝒂 𝒏𝒐𝒔 𝒍𝒊𝒃𝒓𝒂

𝑵𝒂𝒅𝒂 𝒎𝒂́𝒔 𝒒𝒖𝒆𝒅𝒂"

-Sergio, querido amigo, gran hijo de puta, ¿qué haces acá?, ¿venís por tu plancito de mierda?, ¿a restregarme en la cara que Andrés jamás me amo?, ¡¿Venís a disculparte por cagarme la vida hijo de la gran puta?!- su voz escala de un tono calmado a un grito, tirando el vaso de leche a medio beber bastante cerca de él, logrando que se sobresaltara y lo viera con asombro, estaba más que molesto con él, eso estaba claro.

-Martín, escúchame por favor, sé que lo que hice es imperdonable, es mi culpa y lo admito, jamás pensé en el daño que te causaría, solo pensé en el plan y me arrepiento profundamente de aquello, por eso he venido acá, porque estos meses con Andrés y Agustina me di cuenta que sin ti no puedo llevar a cabo este atraco, necesito tu cerebro de genio en este momento Martín, no he logrado terminar el plan y en menos de dos meses la banda que he convocado se reunirá, debo terminar este plan y tú eres la única persona que conozco, que puede lograr esto... además, puedes tomarlo como una venganza contra mi hermano, él no lo sabrá, tu llegas allá y actúas como si ya lo hubieseis olvidado, créeme Martín por mucho que ame a Agustina, ardera en llamas. -habla convencido, mientras arregla sus gafas con el pulgar y el índice, su tic nervioso, esperando que aquel hombre aceptara sin pensarlo demasiado, que lo pensara solo lo llevaría a la conclusión de que es una mala idea pararse frente a quien rompió su enamorado corazón, pero la suerte estaba de su lado, por muy inteligente que fuera el argentino, muchas veces actuaba por pura sangre caliente, por instintos, como esta vez.

𝑳𝒊𝒕𝒕𝒍𝒆 𝑹𝒆𝒗𝒆𝒏𝒈𝒆. [𝑩𝒆𝒓𝒍𝒆𝒓𝒎𝒐]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora