Jamás me ha gustado el sabor de los fideos chinos; en realidad ni siquiera me gusta demasiado la comida china, las hojas en el suelo presagiaban que no sería un día normal, el viento me murmuro que lo mejor era refugiarme debajo de las sábanas y no salir hasta que aquel clima otoñal se detuviera, invernar aunque no fuera invierno y despertar cuando esté iniciará. No, no sería buen día el cielo me lo grito, ansioso, con un triste color azul grisáceo amenazante por llenar de lluvia aquella helada ciudad , y una melancólica mirada; y cuando le cielo se pone melancólico es porque algo realmente extraordinario sucederá pronto, y por extraordinario me refiero a algo terriblemente catastrófico, como un gato negro cruzándose con un perro tuerto en un viernes trece.
Sus ojos se detuvieron un momento en el humo que desprendía aquel vaso de R-A-M-E-N, un espejo roto se dibujo en aquel vaho aunque fuese incomprensible para ellos, la lluvia caía, haciendo ruido al chocar contra el suelo, entrando por la ventana que ondeaba la cortina azul que tanto detestaba. Su pelo goteaba, al igual que sus ojos, todo él goteaba, el R-A-M-E-N quemó mi lengua cuando intenté ignorarle, ellos también lo intentaron, sonrió en la pesadumbre notando mi malestar, un relámpago nos dejó sin luz, aunque en plena obscuridad vi el destellar de sus ojos.
El cielo no mentía, y cuando decía que lo mejor era esconderte debías hacerle caso, Diego en mi suelo, sujetando el vaso de la comida que más detesto, nada podía ir peor, Diego con su mirada de gato y sus ojos de Estrella mirando la tristeza de las cosas no-vivas, encendió un cigarro, aunque en toda la velada no le dio ni una soñada calada.
-¿Quieres hablar?- solté para evitar darle otro bocado a aquellos fideos que no entendía porque los chinos le habían puesto R-A-M-E-N.
-pensé que no te gustaba la maruchan.
-pero a ti si.
La luz del cigarro se movió para arriba y después hacia abajo, un si silencioso fue el causante de la muerte de una conversación que ya estaba muerta, una segunda muerte o tal vez incluso una quinta muerte. Ellos me lo dijeron y yo me esmere para ocultarlo ahora Diego estaba ahí frente a mi con un vaso de fideos y haciendo demasiado ruido al comer para decirme que ya no goteaba más por los ojos, la gente triste no come ¿verdad?
-yo- me dijo con la boca llena- quería despedirme antes de ir.
-realmente no debías.
-Quería hacerlo- contestó.
Su mano toco mi rodilla, el gato ciego del vecino de alado choco nuevamente con el papel de pared, haciendo caer un objeto de cristal, un tifón entró con fuerza en la casa recordándome aquella canción que hablaba de un insomnio que parecía ser un sueño, no retiro la mano, durante un tiempo permanecimos así vi la ceniza se su cigarro caer sobre mi sopa de R-A-M-E-N.
-Deberías irte.
-Debería- afirmó, la plantas de sus zapatos jamás se habían escuchado tan ruidosas como aquella vez, el fuego se fue y con el cualquier otro ruido ajeno al de la lluvia y el latir de mis ojos lluviosos, los ellos le siguieron El Paso dejando bien claro sobre quien tenía la guerra ganada.
Ahora entendía porque el viento me había pedido dormir por siempre por que el gato me advirtió que tuviera cuidado con el perro . La luz nunca más regreso, como si de un cuervo con alma de paloma se tratara.
La noche finalizó dándole lugar a una mañana sin nubes otoñales y de un frío invernal, en algún lugar el sol empezaba a arreglarse peinado con esmero cada rato logrando que uno entrara por la ventana verde llenando con una cálido resplandor aquella solitaria habitación, un caldo frío y obscuro debido a la ceniza reposaba aún lado mío y frente a mi una lonche de hojas dormía sobre el piso, sentí el papel tapiz de mi cara despellejarse. 156 páginas de pura tesis, al menos algo bueno había traído el otoño, algo bueno llegó después de probar aquel asqueroso Glutamato Monosodico.
780 grullas de papel para antes de que inicie la primavera, el puñal terminó desatándome, y una campaña evangelizándome, ¡O Clemens! ¡O Pia!
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La noche de los fideos chinos
Short StoryEl líquido de lo que alguna vez fueron fideos se tiñe de un color obscuro, el fantasma de un ente perdido en el tiempo se manifiesta temblando, y el dormir de una tesis sobre el suelo son los causantes de que el papel tapiz de una cara no muy arregl...