Quédate Conmigo (Rubegetta)

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🌻>Quédate conmigo<🌻
👑Humano👑

Un día como cualquier otro. Nada fuera de lo común, las aves cantaban, el sol brillaba, el ambiente estaba calmado. Los pueblerinos abrían las ventanas de sus casas, algunos iban a su lugar de trabajo, otros les daban de comer a sus caballos, gallinas, cerdos, mulas. El resto iba a cosecha,se escuchaban las risas de los niños.
Los guerreros comenzaban sus entrenamientos diarios, el ruido del hierro de las espadas brillaban, gritos del rey que los entrenaba. Las sirvientas entraban a la habitación de los bellos príncipes, despertarlos y vestirlos era su trabajo, los cocineros se ponían manos a la obra, el desayuno de los futuros reyes debía estar listo pronto.

Ya listos estos chicos, fueron al gran salón, el cual estaba adornado con una gran mesa de la mejor madera del reino, unos cuadros que rellenan las paredes, ya en la mesa se encontraba el desayuno aún caliente, el agua en sus copas los acompañaban, ambos se sentaron en sus respectivos lugares mientras una conversación animada asesinaba ese silencio.

Raúl: ¿Hermano, te parece salir de caza cuando terminemos esta comida? -hablo mientras lo miraba-

Rubén: Raúl, sabes que no debes ser tan respetuoso cuando hablas conmigo. Es incómodo -dijo riendo-

Raúl: Entiendo, Rubius -lo miro con una ceja elevada-

Rubén: Hey, me gusta ese apodo la verdad. ¿Pero cómo te puedo decir a ti?

Raúl: Dime Auron.

Ambos príncipes encantadores terminaron su comida y tal como habían planeado antes, fueron de cacería y obviamente no podía faltar su queridísimo Guillermo, aquel chico albino de preciosos ojos esmeralda, y el famoso curandero Miguel. Si llegaban a ser atacados por un animal salvaje, aún que sepan defenderse, Guillermo debe ir junto a ellos, y Miguel debe estar ahí para curarlos si es que son lastimados ya sea por un animal o una flecha.
Mientras iban  camino al gran bosque que se escondía tras el gran castillo, platicaban para matar ese silencio que tanto odiaban, ninguno de ellos pensó con lo que se encontrarían más adelante.

Al llegar a ese anhelado lugar, ambos príncipes sacaron su arco que fue hecho a mano con madera de los árboles que les rodeaban y de su carcaj sacaron una flecha, juntaron ambos objetos y recorrieron sus alrededores en busca de un simple conejo o de un ciervo.
Los futuros reyes iban al frente, caminando sigilosamente y pendiente de si aparecía algún animal, los dos acompañantes iban protegiéndolos. Se detuvieron cuando vieron que los que portaban arcos pararon en seco y apuntaron a un frágil animal, un ciervo adolescente que comía tranquilamente pasto, el pobre animal no escuchó los pasos de sus cazadores. Dos flechas recibió como regalo, una en su abdomen y otra en su pata delantera, cayó al suelo en un segundo, el animal no se movía, no estaba muerto, pero era mejor quedarse en ese lugar. El ciervo hacía un llamado silencioso, un grito que sólo los demás animales escucharaban, pedía ayuda a los de su reino, no podía volver a su forma normal frente a ellos, pero no se podía mover, la única solución era quedarse como un débil animal agonizante.