Capítulo 1: Los Hertford.

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El sonido de un jarrón estrellándose en la pared cerca mío y partiéndose en mil pedazos me hizo reaccionar y analizar la situación en la que me encontraba, me encontraba frente a una loca descontrolada que acabará con nosotros en cualquier momento.

Me encontraba en esta situación solo porque me prometieron una buena noche de diversión. En su lugar, creo que encontré una noche para aprender a desarrollar mis reflejos en cinco segundos y el atuendo que había elegido hoy no era agradable para la actividad física que estaba haciendo. Había optado por una minifalda de cuero, botas largas hasta debajo de mis rodillas y una blusa escotada demasiado ceñida al cuerpo, no había comodidad para escapar con esto de sus ataques.

—¡Me dijiste que era la única para ti! —exclamó dulcinea mientras arrojaba esta vez un marco de fotografía a Aaron, éste a su vez trataba de cubrirme con su cuerpo mientras yo buscaba la manera más segura de escapar de ese lugar y tener mi trasero completo.

—Del día, supongo —respondí con un toque de ironía, mientras me agachaba para esquivar el control de la televisión que iba dirigido como proyectil hacia mi.

Aaron intentaba cubrirse la cabeza con los cojines del sofá que teníamos enfrente, lastimosamente había olvidado que como hombre...debía cubrir otras partes más interesantes y delicadas para él; para su suerte solamente le habían aventado un adorno de mesa de crochet.

—¿No soy lo suficientemente atractiva para que estés conmigo? —su voz estaba ahogándose con su sollozo— ¿No soy lo suficientemente buena para estar contigo?

Sus delicadas facciones empezaban a enrojecer de rabia o llanto, sus peligrosas manos empezaron a buscar el objeto más cercano que tuviera para lanzarlo hacia nosotros.

—¡Joder!, te advertí desde el inicio que lo que tenía contigo era solamente diversión —atinó a hablar antes de que la loca dulcinea aventara el florero más grande que tuviera a su alcance. Permanecí quieta en mi lugar, si no emitía ni un sonido, ni un movimiento, tal vez no me vea y pueda escapar—. Te dije que estabas en toda la libertad de estar con otras personas porque no teníamos nada formal, Rose.

Pareció haberla calmado un poco, su delgada mano fue hacia su cabeza para intentar acomodar un poco sus despeinados y alborotados mechones negros. Aaron se acercó a ella para sentarla en el sofá y aproveché para buscar las llaves de mi auto en su mesita de madera.

—Creí que teníamos algo serio, que estábamos empezando a formalizar —sus ojos empezaron a tornarse cristalinos y mi lealtad hacia las de mi gremio hizo que me quedara un momento más en la sala para escuchar qué pasaría—. Estabas acercándote a mí, tenías detalles románticos conmigo y pensé que finalmente te habías enamorado de mí.

Vi como Aaron intentaba disimular una sonrisa de burla y un sentimiento de lástima ahogó mi pecho. No sabía si la chica estaba pecando de inocencia o ignorancia, pero no me fue indiferente.

Suspiros (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora