¿Una verdad o una paranoia?

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Sesshomaru sonrió a su hermano menor, ambos se quedaron mirándose por unos segundos hasta que tocaron la puerta. Inuyasha se disculpó con su pareja y fue a ver quien se atrevía a interrumpir su momento a solas con su hermano mayor, detrás de la puerta se hallaban unos guardias, los cuales lo guiaron cerca de la entrada del palacio.
Inuyasha esperaba poder terminar de atender rápido el asunto que sus guardias querían que resolviera pues ansiaba tener por lo menos un momento a solas con su pareja y no quería interrupciones. Esperaba a que fuera algo importante, de lo contrario de allí esos guardias no saldrían vivos.

Allí mismo en la entrada pudo divisar a una mujer de cuarenta años, era nada más y nada menos que Rin, la cual tenía una mirada estoica. Inuyasha supuso que ella ya sabía del regreso de Sesshomaru y que estaba molesta por no haberle contado nada al respecto.

— Rin. — Inuyasha hizo una reverencia saludando a la mujer.

— Señor Inuyasha. — Saludó Rin de la misma manera. — Me enteré del regreso del amo Sesshomaru, resultó que después de todo sigue con vida, que alivio ¿Y hace cuánto que regresó?

— Hace aproximadamente unos días.

— ¿Por qué no me has dicho nada al respecto?

— Estaba muy ocupado con un asunto personal.

— Ya veo.

El señor semi demonio guió a la castaña hasta la sala principal, él mandó que preparan un té para él y para la fémina recién llegada. Rin se mantuvo callada y con el mismo semblante anterior, Inuyasha se daba cuenta del cambio en Rin, pues era una señal de madurez y control sobre sí misma. Ella todavía permanecía en silencio mirando hacia abajo como forma de desviar la mirada del semi demonio, debían aclarar varias cosas, quería que le contase todo a detalle, por más que fuera notorio, a Rin le importaba la salud y el bienestar del demonio albino.

— Bien, cuéntame, quiero detalles.

— No sé que quieres oír.

— Sabes perfectamente lo que deseo oír, dime ¿Por qué no me has anunciado su regreso?

Esa pregunta lo había dejado entre la espada y la pared, si le revelaba la verdadera razón por la cual Sesshomaru había vuelto requería de revelar su más grande secreto, pondría en riesgo la vida de Yue, ya que ella lo tomaría de impostor e intentaría asesinarlo con sus propias para proteger a su señor de manos adversarias, por otro lado no podía ocultarle la verdad y por más que evadiera la pregunta ella no dejaría de insistir, Rin para él siempre le pareció ser la típica mujer chismosa que te perseguía hasta por los codos con tal de que le contases todo el relato palabra por palabra.

— No es de tu incumbencia.

— Si no vas a hablar entonces buscaré a Sesshomaru, él me dirá todo a detalle y sabremos si mientes o no. — Respondió la mujer fríamente y de forma amenazadora.

— ¿Qué te hace pensar que miento?

— ¿Crees que no sé de la existencia de aquel joven que quiso despistarnos a todos haciéndonos creer que él es el mismísimo señor Sesshomaru reencarnado? Yo estuve allí ese día por si tu memoria te falla, él busca apoderarse de este reino y tú eres su mano derecha, estás ayudándolo.

Inuyasha miró fijamente a la mujer sentada frente a él, se preguntaba de dónde había sacado esa idea, fue un buen momento para pensar que ella creía demasiado en los rumores.

— ¿Por qué lo dices?

— Es más que visible que el jóven quiere apoderarse de este reino haciéndote creer que es digno de gobernar el reino.

¿El yokai o el ángel?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora