*PEETA*
Inspiro y cierro los ojos. El sonido de las metálicas ruedas del tren sobre los raíles se va haciendo cada vez más fuerte, hasta que entra en la estación frenando del todo.
A mi alrededor la gente se arremolina abriéndose paso con sus equipajes. Muchos de ellos nunca se han subido a uno.
No es mi caso.
El viento sopla y me ondea los rizos, haciéndome cosquillas, cojo el pequeño maletín con mis cosas y entro en el tren.
La primera vez que subí a uno de estos fue antes de los primeros juegos. El tren que tengo delante no es tan lujoso ni por asomo y eso... me gusta. Uno de los viejos trenes del Capitolio hubiese desentonado suficiente con lo que debe quedar de la estación del Doce.
El Distrito 12.
La última vez que vi algo de casa fue en el capitolio, cuando los guardias de Snow... me... torturaron. Grito la palabra en mi cabeza porque el Doctor Aurelius dice que reprimirlas es mucho peor.
Me ha ayudado mucho. Dos...Tres meses han sido los que he estado con él. Me costó dejarme llevar y confiar. Sobre todo los primeros días en los que, encerrado en mi habitación del Centro de Entrenamiento, no sabía diferenciar lo que era real de lo que no lo era y los deja vú eran constantes.
La rutina era fácil. Despertarse, analizar las pesadillas que había tenido por la noche y buscar cuales eran los miedos que escondían. Después venía lo peor. Aurelius y su equipo habían mejorado la idea que Prim les dio en el trece e intentaban por todos los medos posibles revertir el proceso. Era confuso y doloroso, obviamente no se trataba de un dolor real pero de todas maneras siempre terminaba empapado en sudor y con un horrible dolor de cabeza.
Tenía que empezar con un recuerdo de Katniss, uno bueno. Entonces cuando el detonante del flashback aparecía, me enseñaban las grabaciones reales del momento y yo me esforzaba por encontrarle el fallo, el recuerdo falso siempre era demasiado brillante.
El viaje resulta más corto de lo que me esperaba. Supongo que la compañía ha ayudado bastante. Comparto asientos con una pareja encantadora que como yo, también vuelve a casa. Hay algo en Grace que me recuerda a Mags, quizá sea por las canas blancas que empiezan a hacerse un lugar entre sus cejas o por la dulce manera de mirar a los demás, así que ya me siento unido a ella antes de que me diga que se encargaba de una pequeña panadería en el once. Su hijo, más mayor que yo me reconoce, insiste en que no me moleste pero le callo con un gesto de la mano intentando no ser descortés e intento que su madre me dé toda la conversación que pueda.
Cuando los dejamos en la estación del once, me empiezo a sentir distinto. Las manos me sudan y tengo que restregármelas contra el pantalón antes de abrir mi maletín sobre las piernas y sacar el pequeño cuaderno que el doctor me regaló. Empiezo a trazar líneas sin sentido y a perderme en mis pensamientos hasta que reconozco la figura de la hoja.
Es ella. Lleva dos trenzas en lugar de una y un vestido a cuadros. Con el carboncillo todo el dibujo está en blanco, negro y gris difuminado. Recuerdo que el vestido era rojo y deseo tener un lienzo en condiciones y plasmarle color. Una vez tengo identificado el recuerdo, me centro en lo demás. Dibujo la plaza del 12 y a la niña caminando de la mano con un hombre moreno y corpulento.
Mi memoria es bastante precisa ya que días antes trabajamos sobre este recuerdo en concreto.
Tendría unos seis años y bajo sus pestañas ya se dejaban entrever unos ojos grises espectaculares. Eran demasiado maduros para una niña de esa edad y sin embargo tenían pinceladas de niñez, curiosidad y admiración hacia el hombre que la cogía de la mano.
El tren empieza a frenar cuando decido añadir un sinsajo sobre una de las ramas de los árboles de la plaza y entonces sé que al bajar me espera mucho más que el Distrito Doce.
Me espera ella.
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Hola! Por fin me he decidido a subir esta historia. Básicamente se centrará en encajar todas las piezas que nuestra querida Suzanne Collins dejó en blanco.
Espero que os guste.
Gracias.
PetitInfinit
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Real: La promesa de que la vida puede volver a ser buena
Fanfiction"El tiempo pasa, dia tras día el invierno queda atrás y la primavera se acerca. Peeta regresa entonces. La pradera empieza a florecer, dejando brillar al diente de león en primavera, el brillante color amarillo que significa renacimiento y no destr...