Virtuoso como el Jade

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El castillo era helado en esa época, pese a las antorchas que desprendían su encendida calidez, pese al fuego que crepitaba en su chimenea, un suave sonido que lo relajaba mientras leía un libro muy maltratado por las esquinas, pero todavía conservando su esencia en las palabras.

Aventuras, mitología, eran temas que lo apasionaban desde que era un pequeño crío aprendiendo a leer bajo las instrucciones de sus maestros, quienes habían cultivado cada aspecto de su talento y sabiduría hasta que, a sus 22 años, KyuHyun no solo era un ávido lector, sino también un magnífico cantante, autor de varias tonadas, un joven muy versado en leyes y justicia, un hábil estratega, así como un aficionado conocedor de las artes de la sanación. No podría ser de otra forma, pues aquella dedicación en su educación, sería el pilar fundamental de su calidad como el futuro gobernante del reino de Chatreon.

No solo la dedicación de sus padres se había enfocado en hacer crecer su sapiencia, también habían sido estrictamente cuidadosos en su seguridad. KyuHyun había salido del palacio en contadas ocasiones. Desde sus 20 años, las visitas al reino se habían hecho más frecuentes, pero no lo suficiente para que satisficieran su curiosidad innata por todos los misterios que en los libros abundaban como hechos. El mundo era más grande, de eso estaba seguro, sin embargo, su mundo todavía era muy pequeño. El joven castaño lo entendía. Fue por esa curiosidad tan suya, por lo que conoció el motivo de aquel premeditado encierro por parte de sus padres.

Sabía perfectamente que era el hijo más joven de sus padres, con una abismal diferencia de 15 años con su hermana mayor, hermana que había muerto años antes de su propio nacimiento. No había sido un accidente. Una revuelta ocasionada por la invasión de un reino enemigo había ocasionado el secuestro de la niña cuando ella tenía no más de 10 años. Sus padres hicieron sin duda, todo lo que estaba en sus manos para rescatarla, sin embargo, el momento en que habían formado la alianza con el reino vecino de Bruelof, conocido por su increíble fuerza militar, para ayudarlos con la defensa y el rescate de su hija, había llegado demasiado tarde. Kyu no había querido enterarse de los detalles, pero sabía perfectamente que aquello había destrozado el corazón de sus padres, y del reino entero al darse cuenta del grave complot en el que habían participado.

Cinco años después de aquello, él hubo nacido, milagrosamente debido a la avanzada edad de su madre, sin embargo, bendiciendo a la familia con la dicha de tener un sucesor legítimo al trono. KyuHyun era consciente de la sobreprotección, sin embargo, no había sido capaz de negarse a aquella comodidad. En el pasado, al menos. Sabía que más pronto que tarde, el peso de la corona estaría en sus hombros, pues sus padres eran ya demasiado mayores.

Las visitas al reino eran más usuales, precisamente por una razón en particular. Necesitaba conocer al pueblo, a su gente, desde la más noble hasta la más humilde. Desde el jefe del concejo, hasta el agricultor, cada una de aquellas personas era, tal como sus padres le habían instruido, un pilar para la fortaleza del reino, pues el noble no podía comer sin el agricultor, y el agricultor no tendría justicia sin el noble. Kyu lo entendía, en su lado más humano, era consciente de que su deber era velar por la felicidad de cada persona. Sin embargo, las últimas visitas habían sido mucho más egoístas que de costumbre. Su padre estaba buscando una doncella. Si, una doncella que pudiera compartir el trono a su lado.

Sus padres eran reyes justos, sin embargo esa sobreprotección para con él, lo había orillado a no saber cómo negarse a tal convenio. Porque sí, aquello no sería diferente a una boda concertada. Su padre había argumentado, aquella primera vez que le había expresado su desconcierto, que era necesario que el reino tuviera a una reina a la altura de su rey. Si KyuHyun antes había entendido toda la sabiduría de su padre, aquella vez había sido la primera en la cual había puesto en tela de juicio sus palabras. Claro que no podría entender, cómo era posible unirse a alguien de esa forma.

La joya de jadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora