Un chico bastante inusual, otro con auras de grandeza, ambos intentarán llevarse lo mejor posible, pero ese "intento" los llevará a otra cosa.
Créditos a @ThaiGraphics por esta hermosa portada.
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El suave viento mecía los cabellos rojizos y espesos del chico, que se encargaba de recoger girasoles en el campo cerca de su casa, tenía una canasta llena, miro a todas partes y soltó un suspiro, tanto tiempo inclinado era agotador, por eso, se acostó sobre la hierba, mirando el cielo hermosamente azul, estaba tranquilo hasta que una voz le quitó la paz.
—¡Oye!, ¡Rojito!, ¿Que haces tan cerca de los terrenos de mi casa?—cuestionó un chico de cabellos negros.
Tenía unos lentes de sol muy costosos, se quitó los lentes mirando con algo de desprecio al pelirrojo que no entendió nada, ¿A que se refería que eran SUS terrenos?
—Estos terrenos son de mi padre, los compro hace dos días —comentó sin darle mucha importancia, siguió en su labor de cortar girasoles, mientras el rubio apretaba la mandíbula.
—Rojito... me sorprende que un campesino como tú, sepa hablar otro idioma que no sea el natal — trató de ofender al chico que siempre estuvo de espaldas, este volteó con una ceja alzada, dejando al pelinegro paralizado.
Si, tenía el cabello rojo óxido, muchas pecas, ojos gris azulado, piel blanca como porcelana, pero rasgos faciales totalmente coreanos, el pelirrojo se rió por la cara del invasor.
—Soy Min Yoongi y fuera de mis terrenos — mandó en voz baja, haciendo que el pelinegro soltara una carcajada —, ¿Y ahora de que te ríes?.
— Es divertido ver a un pelirrojo molesto, su piel se pone como de color rosado — soltó otra carcajada —, ya no eres rojito, ahora eres fosforito.
—Tengo una tijera de podar en manos y no tengo miedo a correr hacia ti y cortarte las bolas — amenazó el pelirrojo.
— Vengo en son de paz —alzó ambas manos, dando a entender que no pelearía con el pálido — pero eso si, fuera de mis terrenos.
—Puto...
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—¡Me llamó fosforito! — gritó mientras miraba a su madre que no paraba de burlarse —, excelente, sigue burlandote de mi.
— Hijo... Admítelo es divertido, verte molesto, es todo menos atemorizante — la mujer de cabellos rojos y rizados no paraba de reírse.
La puerta de los Min fue tocada suavemente, la señora Min se levantó del mueble, para abrir la puerta principal, apenas la puerta fue abierta, vio una familia coreana, dos hombres y una mujer.
— Buenas tardes, perdón muy mal mi irlandés — se disculpó la señora algo apenada, el hijo de ellos se rió un poco al igual que el señor.
— Se hablar coreano, no se preocupe, aprendí por mi esposo, él es de Daegu, entren, entren, no se queden allí — amablemente los invito a pasar, los Park entraron a la acogedora casa, para la sorpresa del joven Park, cierto chico lo miraba con cara de pocos amigos.
— Fosforito... Tu mamá es el doble o triple de linda, más que tú obviamente — se quejó al recibir un golpe por el brazo, su mamá lo miraba con cara de pocos amigos —, digo... Ambos son muy lindos.
— Perdoná a nuestro hijo Jimin, suele tener la bocota muy abierta — sonrió mientras que con su mano derecha, pellizcaba la espalda de Jimin.
— Muchas gracias — miró a su hijo mayor —, Yoongi, ve a buscar a tu padre, así aprovechas y llevas a Jimin a conocer parte de la granja.
— Esta bien — respondió sin ganas — vamos joven Park — sonrió cordialmente, haciendo sentir extraño a Jimin, el pelinegro lo siguió — ¿Por qué me dices fosforito?, No me gusta que me digas así, no te conozco para tener ese estilo de confianza.
— Porque tienes el cabello rojo, duh — respondió con obviedad —, mira, tratemos de no matarnos, porque, ya veo a mi mamá sentada con tu mamá todo el santo día hablando y tomando cafecito, es mejor, que llevemos la fiesta en paz.
— Yo no fui el que empecé, si nuestras madres se llevan bien, eso no es asunto nuestro, porque los únicos que no se pasan aquí, somos tu y yo — Yoongi se acercó lo suficiente a Jimin, como para que sus respiraciones estuvieran mezcladas, Jimin lo miró desafiante.
— No nos hablemos en ninguna parte, si tú pierdes, seremos amigos — propuso con una sonrisa.
— Y si yo gano, tu y yo nos alejamos permanentemente, sin reproches, ni nada por el estilo, ni siquiera convivir si nuestras madres se juntan a comer — sonrió levemente, retando al chico pelinegro.
— Trato hecho, fosforito.
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