4

1.3K 110 4
                                    

2007

—¿Qué tal con Pablo?—preguntó Amelia.

Era el lunes siguiente a su cita con Pablo, que había tenido lugar el viernes. No habían hablado durante el fin de semana, lo cual era raro en ellas. Al único mensaje que le había mandado preguntándole como estaba, Amelia le había respondido un simple "Bien." y a Luisita le había dado la impresión de que estaba enfadada.

—Bien—respondió Luisita.

Amelia la miró mientras seguían caminando hacia clase inquisitivamente, lo que parecía indicar que quería más detalles.

—Estuvimos jugando a los dardos y al billar. Después fuimos a cenar a un PIPS y él quedó con unos amigos y yo me fui a casa.

—¿Vas a volver a quedar con él?

—No lo creo.

Amelia la miró extrañada.

—¿Por qué? ¿No te trató bien?

—No, no es eso. Si en realidad me lo pasé muy bien con él, y me hizo reír y fue muy amable.

Luisita vio como la cara de Amelia hacía un gesto que no supo descifrar.

—Quiero decir, que es muy guapo, y muy majo, y muy atento, pero...Yo es que creo que cuando te gusta alguien de verdad no quieres más que estar con esa persona, y besarla, y no te quieres separar nunca.

—¿Y no te sientes así por él?

Luisita hizo una mueca con la boca.

—Pues no, la verdad. De lo único que tenía ganas cuando salimos de cenar era de volver a casa.

"Y hablar contigo", pensó, aunque eso no se atrevió a decirlo.

—Ya—dijo simplemente Amelia, aunque Luisita pareció intuir por la pequeña sonrisa que tenía ahora que su amiga estaba de mejor humor.

—¿Tú alguna vez te has sentido así por alguien? —le preguntó Luisita cuando se sentaron en clase—¿Cómo que si te faltase esa persona te morirías?

Amelia volvió a mirarla y dijo:

—Sí. Creo que sí.

2019

Luisita cogió la tarjeta en entre su pulgar y el dedo índice. El relieve reflejaba la luz al moverla adelante y hacia atrás, iluminando las letras que decían "La Burlesca."

La noche anterior ella y Rocío habían salido del restaurante nada más terminar la actuación y, para su sorpresa, no habían ido a su propia casa sino a la casa de los padres de Luisita. Allí estaban esperándolas sus familiares y amigos, a los que había avisado Rocío, para celebrar su compromiso.

Luisita recibió docenas de besos, abrazos y felicitaciones. Pese a que racionalmente sabía que ese era un momento feliz y de celebración, se sintió ajena a todo aquello. Mientras escuchaba los brindis y los buenos deseos para la pareja, tuvo que esforzarse por permanecer presente mientras su mente luchaba por traerle recuerdos de Amelia.

Ahora sabía dónde estaba, pensó mientras observaba la tarjeta entre sus dedos. El sentido común le decía que si no se había puesto en contacto con ella era porque no quería verla, pero ella necesitaba hablar con ella, saber que había sido de su vida.

A pesar de que al cabo de años de no recibir noticias suyas dejó de esperarlas, Luisita nunca dejó de preguntarse cómo estaría, y de desear volver a hablar con ella.

Cómo Reconocer al Amor de tu VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora