[1/3]

15.8K 1.6K 5.5K
                                    

Harry estaba viendo televisión mientras comía una rebanada de pizza. Su oído se agudizó cuando escuchó ruidos provenientes de la cocina, entonces esperó. Silencio. Se encogió de hombros restándole importancia, su mirada fija al televisor mientras pensaba en su vecino, era lo que hacía últimamente cuando llegaba del trabajo y lo recibía una triste soledad.

Tenía tres años viviendo ahí, trabajaba en el club atendiendo el bar que estaba dos cuadras antes de llegar a su edificio y todo estaba bien. Harry se empezó a sentir solo y comenzó a salir con personas por aquí y por allá, citas que no pasaban de unas semanas porque Harry no sentía nada. Entonces conoció a Louis.

Louis era gruñón y rodaba sus ojos cada vez que lo veía entrar al elevador junto a él, Louis no hablaba mucho con él, no hablaba con nadie en el edificio y si lo hacía era porque no le quedaba otra opción, Louis era bajito y tenía muchos tatuajes porque ese era su trabajo y no, Louis no se lo había dicho, Louis lo había tenido que tatuar de mala gana cuando entró a su local sin saber que él era el dueño.

Tres años de malas miradas, respuestas con gruñidos y suspiros llenos de pesadez habían hecho que Harry encontrara a Louis muy lindo, le gustaba verlo enojarse porque él estaba ahí, Louis se enojaba por todo.

El sonido en la cocina se repitió, Harry se levantó cerrando la caja de pizza y caminó hasta la cocina deteniéndose de golpe cuando una pequeña y negra figura corrió tras el refrigerador. Harry abrió los ojos como platos y comenzó a respirar con rapidez.

"No no no no." Susurró sin despegar la vista del lugar donde aquel ratón se había metido. Harry odiaba todo tipo de roedor, su piel se erizó y comenzó a sudar.

La puerta sonó. Harry no se movió, esperando que el ratón saliera. Los golpes en la puerta se repitieron esta vez con más fuerza, Harry sabía quien era, había una sola persona en todo el edificio que tocaba de esa manera tan agresiva.

"¿Tienes azúcar?" La voz aburrida de Louis lo recibió cuando abrió la puerta. Harry no respondió, seguía nervioso. "¿Tienes azúcar?" Repitió frunciendo el ceño.

"Sí." Harry balbuceó mirando a Louis, el castaño empujó una taza sobre su pecho con el rostro serio. "Te daré azúcar si me ayudas en algo." Miró de reojo a la cocina y luego a Louis.

"Puedo pedirle azúcar a alguien más." Louis iba a darse media vuelta pero el brazo de Harry lo detuvo.

"Hay un ratón en mi cocina." Susurró con los ojos preocupados.

"¿Qué?"

"Un ratón." Volvió a susurrar señalando su cocina. "Ahí, tras el refrigerador."

"¿Y?"

"¿Puedes atraparlo?" Pidió, sus labios formaron un pequeño puchero sin notarlo.

Louis sonrió burlón, Harry era todo grandote y con músculos y le estaba pidiendo ayuda para atrapar a una cosita. Por otro lado, Harry creyó que le sonreía a él.

"No."

"Por favor, yo siempre reparo tu lavadero." Rogó y con su mano revolvió sus largos rizos, lo hacía cada que estaba nervioso. Louis rodó los ojos.

"Bien, en mi apartamentos hay trampas tráeme una." Louis entró directo a la cocina y miró a Harry que no se movía. "Es para hoy."

"Ah sí, lo siento." Harry tropezó hasta entrar al departamento de Louis, se quedó quieto, había olvidado preguntarle dónde estaban las trampas y si le preguntaba Louis era capaz de mandarlo a la mierda.

Inspeccionó el lugar sin querer ser entrometido, removió lo menos que pudo los cajones de la cocina y sonrió al descubrir un pequeño banquito negro a un lado de la cocina. Soltó un suspiro, si se tardaba más Louis se iba a enojar, le echó un vistazo a la sala dejándose llevar por su curiosidad.

mouseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora