- Wish we could turn back time, to the good old days...-
Corro todo lo que puedo hasta que mis pies se alían con mis piernas y me suplican parar. Cuando levanto la vista, me encuentro con él, y lo único que puedo hacer es sonreír. Él repite mi acción, y entonces lo sabemos. Todo está bien. Me voy acercando poco a poco y... Espera un segundo. ¿Por qué mierda está Bob Esponja en mi sueño de una vida perfecta con Dylan O'brien?
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
– ¡Alison! Despierta, ya hemos llegado.
Maldito sea el que inventó los gritos. Aunque pensándolo mejor, no sé ni si quiera si alguien los inventó.
Miro por la ventana y observo detalladamente mi nuevo hogar. Es una casa normal, típica de Londres, con un jardín alrededor, el cual se puede deducir desde aquí que está poco cuidado. El césped llevará siglos sin cortarse. Es entonces cuando me doy cuenta de que estamos en el sitio correcto: La casa de mi hermano.
Siendo sincera, me apetecía bastante mudarme, siempre he sido de esas personas a las que no les asustan los cambios, es más, pienso que un cambio en tu vida de vez en cuando nunca viene mal, así pruebas cosas nuevas. Aunque, claro está, eso no significa que no vaya a echar de menos a mis dos mejores amigos.
De pequeña era muy soñadora y habitualmente estaba perdida en mis pensamientos imaginándome como sería mi vida de mayor. Algo así como que amigos tendría, si algún chico guapo, gracioso, amable y romántico se enamoraría de mi y si viviríamos felices por siempre. Lo sé, muy asquerosamente cursi. Pero yo era feliz en mi mundo de unicornios rosas que vomitaban arco-iris.
Pero como la gente dice, la felicidad y la inocencia no son eternas.
Luego llegó la adolescencia y, bueno, obviamente, mi mundo de Unicornios - vomita arco-iris, se transformó en uno de estrés social, exámenes, chicos no precisamente románticos y amigos que solo eran amigos para lo que querían.
Pero eso es cosa del pasado. En cuanto a mi vida actual, con mis 17 años recién cumplidos, soy una adolescente normal, que se queja porque no quiere estudiar pero sí quiere aprobar, porque en el frigorífico no hay batido de chocolate, porque no funciona la WiFi o porque tus padres te mandan recoger la ropa de la silla de estudio que sirve para acumular ropa.
O también porque tus padres en verano deciden cambiarte de instituto para hacer primero de bachillerato, y, esa no es la peor parte del problema. Debe ser que no se quedaron lo suficientemente a gusto que pensaron, que en vez de ir a una residencia cerca del instituto, te podrías quedar en casa de tu hermano de un año mayor.
<No sé por qué estás hablando de lo que te ha ocurrido a ti en segunda persona. Espera, si te ha pasado a ti... ¿Significa que a mí también?>
Dejo de lado las teorías de mi conciencia para concentrarme en la voz que me está hablando.
– ¡Alison! O mueves tu culo fuera de la camioneta o tiro a tu pez por el váter en cuanto pongamos un pie en mi casa.– amenaza Gabe, mi querido hermano.