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Su mirada en mi rostro me ponía más nervioso de lo que normalmente me ponía simplemente por el hecho de que estábamos jodidamente cerca. Y cada vez que movía la silla disimuladamente a otro lugar, él volvía a acercarse.

Hasta me había equivocado en palabras que tenía que copiar con otras que ni siquiera venían al caso. Al parecer a él le causaba bastante gracia porque lo escuchaba reírse cada vez que me sonrojaba, era su culpa por acercarse tanto a mí.

—¿Falta mucho?— Preguntó con voz claramente cansada.

No respondí, sabía que la respuesta le decepcionaría.

No entiendo porqué me tocó hacer este trabajo con Yuta. De los tantos alumnos que hay en la clase, justamente me escogían con él. Eso no es digno de Dios. Y para variar que he quedado como un idiota con el ego muy alto, quizás y sí lo soy un poco, pero eso también es su culpa, por hacerme creer que alguien como yo le podría interesar a alguien como él.

No soy del tipo de chico que se auto discrimina todo el tiempo y llora por los rincones por tratar de ser alguien que realmente no es. Claro que no. Pero no importa lo lindo que yo sea, Nakamoto siempre quedará muy alto a mi lado, nunca podré estar a su altura.

—Ya terminamos— Anuncié, dándole fin a la tarea y quizás a algo más.

—Qué lástima, quiero quedarme más tiempo contigo.

Tragué saliva y lo miré de reojo. ¿Se estaba burlando de mí? Primero me trata de decir que le gusta mosquearme pero ahora me dice esto.

—No te entiendo, Yuta.

Esta vez suspira él y comienza a guardar sus cosas con demasiada rapidez. Creí que saldría corriendo pero no, solo hace su mochila a un lado y se acerca a mí.

A pesar de sospechar que volveríamos a pelear e incluso gritarnos, no me aparté. Quería que dejáramos las cosas hechas y no a medias con palabras que no se dijeron.

—¿Qué es lo que no entiendes, pequeño?

Aparté la mirada con rapidez, cuando me miraba de esa forma me derretía el corazón y lo hacía latir con fuerza. Será muy idiota, el peor idiota que conozco, pero eso no quita que sea innegablemente guapo.

—Yo... no lo sé.

Subí mi codo a la mesa y me recosté en una de mis manos, escondiendo mi rostro. Quería decirle todos y cada uno de mis sentimientos hacia él, pero tenía miedo de arrepentirme luego, de que se ría y luego sea el centro de burlas de todo el Instituto.

Sentí sus dedos en mi mentón, subiéndolo y obligándome a llevar mi vista hacia la suya.

—¿Quieres que hable yo primero?— Asentí y luego él también lo hizo, como pensando en su siguiente movimiento. Me sorprendí al encontrarlo un tanto nervioso, siempre emanaba mucha confianza que simplemente verlo con la mirada perdida era nuevo. —¿Puedo hacer una cosa antes?

—Sí, no hay pro-

Ni siquiera me dio la oportunidad de terminar y descaradamente estrelló sus labios contra los míos con sus manos atajando mi rostro, sin darme la posibilidad de huir. No lo haría, no cuando sus labios sabían tan bien, con un toque dominante que me enloqueció. Moví mis labios al compás, no tenía intención alguna de cortar el beso.

Sus manos bajaron delicadamente a mi cintura, el ritmo del beso se hizo más lento e intenté pararlo todo porque estábamos yendo hacia otro nivel demasiado rápido. Juro que iba a hacerlo, al menos tenía intenciones de ello antes de que él aumentara la intensidad del beso. Claramente era una invitación demasiado húmeda y tentadora, no podía siquiera pensar en cómo negarme porque cada vellito de mi cuerpo indicaba que quería más de Yuta, ni cómo resistirme.

𝐑𝐔𝐄𝐆𝐀𝐌𝐄 [𝐘𝐔𝐓𝐀𝐄]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora