Me encontraba caminando en un campo, todo era visualmente hermoso, parecía un paisaje de película, la hierba era verde y fresca, había pequeñas flores de todos los colores, no había muchos árboles, pero los que estaban se veían demasiado poblados de hojas, los pájaros cantaban en las copas de los mismos, había aves con hermosas plumas negras y abdómenes rojizos como el carmesí. Yo estaba recorriendo ese lujar junto a mi perro "capitán", él y yo somos muy unidos ante cualquier situación que se pusiera delante. Después de varias horas jugando en el pasto, decidimos volver a casa, era una cabaña de madera junto a un lago que se encontraba cerca del campo. Al llegar a casa, procedí a preparar algo para comer, pensé en cocinar un pollo, así podría darle a mi perro lo mismo que comía yo. Terminamos de comer y salimos a una mecedora que tengo fuera de la cabaña, ahí podía ver el los atardeceres más hermosos, el cielo se teñía de un color naranja muy brillante, y las nubes se enrojecían ante la luz del sol disipándose a lo largo del basto y plano campo que atraviesa desde las montañas del norte hasta los bosques del sur, era un espectáculo hermoso, ya que cuando pasaban unos minutos, lo que era un cielo naranja, se convertía en una pintura que desvanecía desde el color morado hasta un rosa pastel con nubes blancas a azul claro. Y cuando caía la noche, el cielo era completamente negro, pero no obscuro, ya que lo alumbraban millones y millones de estrellas, esa noche, la luna era gigantesca y tenía un color amarillo muy suave, parecía estar hecha de queso. Era un lugar hermoso.
Me quedé dormida en la mecedora, para eso ya tenía mi manta que me cobijaba, y mi perro a un lado de mí. Me desperté por el sonido de un trueno, miré al cielo, no parecía que fuera a llover, pero por estar segura mejor me dirigí al interior de la cabaña. Recogí mi manta y abrí la puerta, subí al segundo piso, que es donde está mi habitación, y me recosté en mi cama. Escuché un fuerte ruido que provenía del techo, abrí los ojos desconcertada, mi perro se levantó rápidamente, salió de la casa y comenzó a ladrar viendo hacia arriba de la cabaña, me tardé unos cuantos minutos en seguirlo ya que no estaba del todo despierta. Cuando llegué con él, observé el techo de igual manera, pero yo no veía nada, mi perro guardó silencio, no sabía que pasaba, le dije a mi perro que se metiera a la casa, y enseguida lo hizo, yo iba detrás de él, y antes de que pudiera abrir la puerta, sentí que me clavaron una aguja en la nuca, sentí dolor mas no grité, quería hacerlo, pero era físicamente incapaz de moverme a voluntad, caí al suelo, aún seguía consciente pero no tenía ningún control sobre mi cuerpo, sentí como me levantaban por la espalda y me arrastraban a un especie de avión, pero bastante extraño, ya que este tenía forma triangular y no necesitaba impulso, solo levitaba y comenzaba a volar. Mi perro trató de ir tras de mí, pero antes de que llegara si quiera a acercarse, vi a una criatura dispararle con un arma de luz.
-Malditos hijos de... – me desmayé.
Cuando desperté me encontraba en una especie de cama hecha de metal, estaba atada con lo que parecían ser esposas sujetadas por unos tubos que se conectaban desde suelo hasta el techo, todo era blanco, del suelo irradiaba una luz blanca al igual que el techo, era una habitación redonda y tenía las paredes de metal con una sola ventana que cubría casi todo el lugar, solo había una puerta. Estuve en shock por varios minutos, seguía sin poder hablar, pero al menos ya podía mover mi cuerpo, no era de mucha ayuda ya que estaba amarrada.
Pasaron varios minutos más, la verdad no sé cuántos, hasta que entró un ser extraño, estaba completamente desnudo, pero no parecía humano, su piel era brillante y viscosa, tenía un tono de piel gris verdoso, era muy alto y no contaba con pelo, su cabeza era ligeramente más alargada y grande que la de un ser humano normal, sus manos eran grandes pero sus brazos delgados y largos, sus dedos eran bastante similares a sus brazos, pero en la punta de estos, tenían lo que parecían ser ventosas, sus piernas eran largas, sus rodillas se volteaban al sentido contrario de lo que es considerado común, su rostro no tenía ojos, su nariz solo eran dos fosas, no tenía tabique, y su boca era grande, parecía no cerrarse, se alcanzaban a ver sus dientes largos y afilados, y una lengua larga de color morado que se dividía en dos por la punta. La criatura recorrió la habitación sin voltear a verme, llegó a una mesa y acomodó instrumentos que tenía distribuidos, lo hacía con tal naturalidad que parecía no percatarse de mi presencia. Hubiera querido que fuera de así. Cuando la criatura termino lo que estaba haciendo, volteó hacia mí, sentía que había recuperado mi voz, y cuando estaba a punto de lanzar un grito, la criatura me inyectó un líquido que hizo perder mi movilidad y voz nuevamente, se quedó viendo mi rostro fijamente, y yo veía el de la criatura. Las esposas que me sostenían subieron por los tubos y estos me levantaron, y la cama donde me encontraba se hundió de forma automática en el suelo, no sabía que era lo que iba a pasar, solo sé que no sería nada bueno. La criatura abrió mi boca con pinzas, del techo bajó un tubo, este mismo lo metió por mi garganta, era la sensación más horripilante que haya experimentado en toda mi vida, sentía que de los ojos me salían lágrimas. El tubo contenía algo bastante extraño, solo sentía que cuando pasaba a mi estomago éste se llenaba completamente, después de ese horror, se abrió el suelo, pero esta vez no había cama, era una caída libre desde una altura que sobrepasaba las nubes, y así como si nada, las esposas se abrieron y yo caí a gran velocidad desde lo alto del cielo, seguía sin poder mover mis músculos, pero ahora, tampoco podía respirar, me estaba sofocando, pero seguí consciente hasta que logré ver el suelo, cuando sentí que ya era mi fin, cerré los ojos y al instante me desmaye.
Desperté a un lado del lago, muy cerca de mi cabaña, cuando abrí los ojos ya me podía mover, y podía hablar, mi perro corrió hacia dónde yo estaba, me sentí muy alegre de verlo, y saber que me encontraba en mi casa, pensé que todo había sido una horrible pesadilla, ya todo estaba tranquilo. Pasaron varios días desde aquel mal sueño, hasta que un día desperté con la temperatura muy alta, sentía mareos y vomitaba constantemente. Una mañana desperté con retortijones, sentía contracturas en todo mi cuerpo, el dolor era casi insoportable, estaba a punto de desmayarme, hasta que sentí como algo golpeaba mi piel desde el vientre, sentía rasguños, no sabía qué hacer, no es nada normal, mire con escalofríos como algo me apuñalo desde dentro hacia afuera, era una garra muy pequeña y dolía como el demonio, sentí más de esas garras, ya no era capaz de moverme por el dolor. A lo lejos escuché como mi perro ladraba fuerte, después, lloró y guardó silencio... Escuché pasos por la casa, incluso en el techo y las paredes, las criaturas de la otra noche entraron por mi puerta y ventana, no hacían nada, solo estaban ahí parados, voltee a mi estomago nuevamente y vi como una criatura similar a las que estaban en mi cuarto salía de mi estómago, yo estaba con la piel desgarrada, estaba a punto de cerrar los ojos por el dolor, ya para terminar con mi sufrimiento, lo último que recuerdo es a las criaturas salir de mi casa, igual por las puertas y ventanas, dejándome ahí, como si solo fuera basura.
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Cuando no estoy despierta.
General FictionTrata de dos relatos cortos basados en varios sueños contados por una amiga de la preparatoria.