Capítulo 2: Pillados

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No es un secreto que, cuando actúas junto a una persona como pareja, el amor suele traspasar la pantalla. Les pasó a Brad Pitt y Angelina Jolie, a Robert Pattinson y Kristen Stewart, a Miley Cyrus y Liam Hemsworth, a Yen y Alejandro... Y ahora les estaba pasando a Thimotée y Marina.

Eran la pareja ideal. Llevaban grabando juntos 3 meses y no podían irles mejor las cosas. Por supuesto, sus compañeras de piso se morían de envidia, y más cuando la prensa se hizo eco de la noticia y les sacaron en todas las portadas paseando por Sancho Dávila.

De hecho, las cosas les iban tan bien, que no era rara la noche en la que Thimotée se quedaba a dormir en el piso de las chicas, y ya era habitual encontrártelo saliendo de la ducha cuando ibas a desayunar

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De hecho, las cosas les iban tan bien, que no era rara la noche en la que Thimotée se quedaba a dormir en el piso de las chicas, y ya era habitual encontrártelo saliendo de la ducha cuando ibas a desayunar.

A veces, incluso tomaba estas duchas acompañado...

A veces, incluso tomaba estas duchas acompañado

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Pero, aquella mañana, algo parecía diferente. Thimotée estaba diferente. Algo había cambiado, parecía molesto por algo.

-Amor, ¿qué te ocurre? -preguntó Merche sentándose sobre sus rodillas.

Thimotèe apartó la mirada.

-¿Sabes que hablas en sueños?

-Sí, me pasa desde pequeña. También lo de los sueños libidos.

-¿Lúcidos?

-Eso.

-Pues espero que este no lo fuera.

-¿De qué hablas? No te comprendo.

Thimotée soltó un bufido y apartó a Merche de ella.

-Estabas gimiendo. Decías un nombre y no era precisamente el mío.

-Oh, Dios, ya recuerdo con qué he soñado...

-Dirás con quién.

-Mira, escucha. Me encanta que te pongas celoso, estás muy mono. Pero, acho, de verdad que no es lo que crees.

-¿Ah, no? ¿Y qué es entonces?

-Me da vergüenza... -al ver qué Thimotèe hacia el ademán de irse- Vale, vale, te lo diré.

A continuación, la muyaya le contó un sueño mazo cringe sobre una galería llena de pitos de cierta persona bien conocida por todos los lectores. Al terminar, Thimotée no sabía si reír o traumatizarse por las semejantes burradas que sueña su novia.

-Estás enferma -rió.

-Bueno, no es peor que los sueños donde Susi es hijo de un asesino en serie o Ayla ve el futuro...

-¿Cómo que no? ¡Esto es mil veces peor! Necesito borrar esa imagen de mi mente...

-Creo que se me ocurre algo...

La murciana, con picardía, se quitó la mascarilla y miró desafiante a Thimotée. Éste no dudó en quitarse los guantes.

-Acho, ¡lo has hecho! ¿No nos estamos pasando?

-Claro que no -respondió él.

Y ambos empezaron a follar allí mismo, en el sofá, con cero respeto por el resto de personas que habitaban ese piso, y en especial por aquella que, incluso en esta historia, está más sola que la una.

Thimotée Chalamet y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora