Sabor a chocolate ~ Yoonjin/Jinsu

Capítulo 1

"Pero si sabes tocar el piano."

Taehyung frunce el ceño mirando a Yoongi. Tal vez no debió decirle nada. Después de todo seguía siendo Taehyung y ahora no dejaría de molestarlo.

"Sí, bueno," Yoongi arrastra las palabras, desviando sus ojos hacia su bandeja con comida. Se sentía nervioso de repente, por lo que empieza a jugar con sus manos, "No pierdo nada con tomar un poco más de experiencia."

Taehyung ríe, como si lo que acababa de decir su amigo pelinegro fuera una completa estupidez. En realidad, lo era.

"¡Tocas el piano desde los 5 años, Yoongi!" grita, su ceño fruncido volviendo, ahora con una pizca de maldad en sus palabras, "¿Por qué no lo invitas a salir y se terminó?"

Taehyung alza sus cejas mientras una sonrisa pícara aparece en sus labios. ¿A quién quería engañar? Taehyung lo conoce mejor que él mismo. Es el único que sabe todo sobre su vida y casi el único en quien confía. No podría guardarle un secreto aún si se lo propusiera, y tampoco era muy bueno mintiendo—

"No quiero salir con él, no entiendo de dónde sacas esas cosas," larga Yoongi de todas formas y da un bocado a su manzana. Taehyung rueda los ojos.

"¿Esperas que crea que tú, Min Yoongi, le pedirías tutoría a otra persona, en este caso Seokjin, porque necesitas ganar más experiencia cuando realmente podrías hasta ser el Beethoven del siglo XXI?" pregunta Taehyung, incrédulo.

Yoongi lo mira, inexpresivo. Mastica tres veces más la fruta en su boca y luego traga, para después volver a morder otro trozo. Taehyung tampoco se inmuta. Cualquiera que pasara cerca de ellos diría que dos lunáticos estaban jugando a quién aguantaba más la mirada en la cafetería de una universidad. Esperaba que nadie se les acercara.

"¿Esperas que crea que Min Yoongi, quien no pasa ni 1 semana sin enamorarse de un hombre, no quiere salir con un nadador?" continúa.

Yoongi casi se ahoga con la manzana. "¿Qué? Seokjin no es nadador."

"Bueno, parecería que sí. ¿Quién mierda tiene una espalda y hombros de ese tamaño cuando ni siquiera es deportista?" pregunta Taehyung. Parece que su duda lo inquieta porque se queda mirando a un punto fijo en la mesa.

"Lamento decirte que son sus genes. Nada más que eso," contraataca Yoongi mientras se encoge de hombros y una pequeña sonrisa aparece en su rostro.

Su amigo no puede creer lo que está presenciando, "¿Acaso estas sonriendo como un tarado por Kim S—"

Taehyung no termina la oración porque ahora ambos están girando hacia la entrada de la cafetería, observando cómo el chico del que estaban hablando entra riendo junto con su grupo de amigos. El corazón de Yoongi comienza a latir rápido. Tiene que ser una broma.

No conocía a Seokjin desde hacía mucho tiempo. Para ser sincero, fue sólo hace un par de semanas que Hoseok entró a su habitación sin golpear, acompañado por Seokjin. "No me devolviste mis apuntes, Yoongi," había dicho Hoseok como si hubiera cometido un crimen. Yoongi sólo estaba perplejo, primero, porque irrumpió en su cuarto cuando podría hacer estado completamente desnudo, por ejemplo; y segundo, porque el castaño a su lado era lo más cercano a la apariencia de un ángel. Y jamás había visto un ángel, ni siquiera creía en ellos, pero estaba seguro de que Seokjin parecía uno, o era incluso más hermoso. Hoseok tuvo que golpear su hombro para que volviera a la realidad. Yoongi apartó su vista del castaño, quien observaba con curiosidad sus alrededores. "No te los devolveré todavía. El examen es el miércoles que viene," largó Yoongi, posando sus ojos sobre Seokjin de nuevo, ahora conectando con los del contrario. Una pequeña sonrisa apareció en los labios del, en ese momento, extraño, y Yoongi se la devolvió. Hoseok pareció darse cuenta y agregó "Ah, él es Seokjin. Compartimos varias clases así que seguramente lo veas seguido." Yoongi no se oponía a la idea en absoluto. "Gusto en conocerte, Seokjin," afirmó, asintiendo en forma de saludo. La sonrisa del castaño aún no desaparecía cuando respondió, "Igualmente... Yoongi, ¿cierto?" Hasta su nombre sonaba hermoso resonando de sus cuerdas vocales y apostaba a que ellas también serían hermosas.