Lluvia de rosas negras, que caen del cielo imaginario, sólo existen en mi mente, un sueño trascendente, Pétalos que descienden, Color negro que se transmite, como enfermedad llamada: "Dulce Ansiedad".
Que agrieta "el suelo" de mi cabeza, espinas que envenenan la neurona cerebral, borrando los buenos recuerdos que me hacían especial, los malos se extienden como veneno prematural.
No hay nada más dulce que el ayer, hace recordar cuál era tu papel, el presente pretende hacer que olvides quien solías ser.
Eres mi inspiración cuando se trata de olvidar, pero cuando pretendo amar es en ti en quien menos pienso imitar.A veces siento que consumo mucho silencio a mi alrededor, aún estando consciente que el mundo sigue gritando un porfavor.
Sigo viajando hacia el pasado, viajo a través de las vías sanguíneas de mi cerebro, siendo infectado por ese agridulce veneno, de esas espinas que cayeron de muy lejos.
No puedo estar aquí si hace tiempo me fuí, quiero olvidar pero ya mi memoria perdí. Entre más maduro menos social y amistades obtengo; sólo me quedan está rosa y su veneno, ya escurrió hasta mi monumento.
Cuarentena trajiste recuerdos a mi templo, mente en riesgo, eres la culpable de este absurdo envenenamiento, mi mente está llegando a cero, este encierro me matará o si a caso sólo es mental, sólo un quizá se mantendrá.
Contemplo un cielo hermoso, nubes que lloran por desahogo, gotas que empañan mi ventana, nostalgia de recuerdos anidan con sólo observar este maravilloso invierno.
Mientras desciende la lluvia, mi mente transforma lo inexistente, tratando de encajar en lugares de dementes, siendo irreaslista teniendo la respuesta enfrente.
Escribiendo versos sin sentido, pseudo poemas aburridos; todo proviene de una mente destruida, doy un beso a está rosa que causó la herida, en mi mano la acarició aceptando la ironía, que estando solo se puede encontrar la salida.
Mi cerebro da miles de vueltas, mi cuerpo acepta el suelo donde aterrice, no importa si es un artífice inseguro.
Mi mente hace dibujar una sonrisa gigante, cuando por dentro pierdo la ausencia de aquel silencio, que soplaba así de necio, ocultando conflictos siniestros, conocidos como agridulces sentimientos.
El cuarto está vacío, residen el frío y los recuerdos, una mente que se fue al olvido, soledad que deja mucho que desear, amigos que se espantan con solo escuchar el ruido de mis latidos.