Una chica castaña se encontraba subiendo al tren que la llevaría a Hogwarts. Su tía la había traído ya que sus padres se encontraban demasiado "ocupados" como para llevarla. Ellos le habían advertido que debía terminar en Gryffindor, pero Amber sabía que eso no pasaría: ella era todo lo contrario a un león. Era astuta y orgullosa. No se cortaba con nadie y siempre defendía lo que pensaba, sin importar el que.
En su mano izquierda llevaba un pequeño baúl, ya que no necesitaría muchas cosas en Hogwarts. Únicamente su uniforme, algo de ropa para cuando no tuviera clase y algunos pijamas. Amber era una chica que prefería centrarse en sí misma antes que ayudar a los demás. Según ella quienes en realidad lo necesitaban eran ellos pero rehusaba hacerlo ella. De seguro otras personas malgastarían su tiempo en ocuparse de aquello.
Amber comenzó a buscar un compartimento libre para tener un momento a solas, la búsqueda duró unos minutos hasta que por fin vio uno. No dudó ni una centésima de segundo en entrar y colocar su baúl correctamente. Una vez hecha dicha acción, se sentó estirando sus piernas encima del largo asiento. Pero no estuvo mucho tiempo sentada, ya que dentro de su baúl se encontraba la distracción hasta llegar al lugar que cambiaría su vida. Tomó el libro que había conseguido en el callejón Diagon al ir a comprar el material necesario a principio de curso y comenzó a leerlo. Las horas fueron pasando, y a través de las páginas de aquel libro, Amber viajaba por parajes exóticos, ajena al incesante traqueteo del tren.
...
Mientras tanto, en otro compartimento se encontraba un chico con el cabello azabache como la noche. Se sentía bastante ilusionado ya que sus padres siempre le habían hablado sobre lo maravilloso que sería estar en Hogwarts y tenía ganas de conocer a gente nueva y hacer buenos amigos.
De momento compartía el espacio con un chico al que había conocido en el andén nueve y tres cuartos. Él tenía muy claro que aquel castaño lleno de extraños arañazos acabaría en Ravenclaw, por la velocidad con la que devoraba el libro que traía entre manos. De igual manera, tenía la esperanza de terminar en Gryffindor, según él, la mejor casa de todo Hogwarts.
...
En el interior del expresso de Hogwarts, Sirius Black se aburría enormemente, junto con su prima Bellatrix y el resto de sus amigos serpientes. No estaba muy de acuerdo con los debates que mantenían por pura diversión y tampoco tenía mucho de lo que hablar. Él tenía ganas de encontrar amigos de verdad, cuya amistad no dependiera de su apellido o su sangre.
Si dijera eso en casa, probablemente le cayera un crucio por parte de su tía, pero mientras esos pensamientos se quedaran en su cabeza, no habría problema alguno.
El chico se puso de pie atrayendo las miradas de quienes se encontraban en el interior del compartimiento. Bellatrix fue la primera en dirigirle la mirada, harta de soportar las impulsivas acciones de su primo pequeño.
—¿Qué haces, Orión, a dónde vas?— preguntó su otra prima, Narcissa, más por curiosidad que por otra cosa.
—No me llames Orión, Cissy— se quejó Sirius, abriendo la puerta de espaldas a ella-. Voy a dar una vuelta por ahí. Aquí me aburro.
Nadie volvió a preguntar nada más y el chico internamente agradeció eso. Empezó a vagar por el tren cotilleando por las puertas de cristal hasta que llegó a una que le llamó la atención. Un muchacho pálido y pecoso intentaba explicar a su acompañante de ojos cafés algo, gestualizando con las manos.
En ese momento, Sirius decidió que ellos serían mejor compañía que la que le esperaba junto a sus primas y el estirado de Malfoy. Así que llamó, y cuando los dos chicos le dijeron que podía pasar, no lo dudó ni un instante.
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STRONG | James Potter
RomanceS | Lo malo de parecer fuerte es que nadie te pregunta cómo estás en realidad Primer libro de la saga Wicked Witches James Potter x female oc Marauders era