🏵 Capítulo 1. 🏵

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El viaje en coche fue lo mismo que estar en un entierro

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El viaje en coche fue lo mismo que estar en un entierro. Mi madre intentó sacarme conversación de vez en cuando, pero como me negaba a hablar al final optó por la solución más simple y práctica ante cualquier incómodo viaje por carretera, poner música. No se exactamente cuanto tardamos en llegar a nuestro destino, una pequeña ciudad al norte bastante lejos de San Francisco, llamada Stanterd. Realmente fueron varias horas; si no hubiera sido por mi negativa a hablar hubiera preguntado si por casualidad no nos habíamos pasado la frontera y habíamos llegado hasta Canadá.

Un mal chiste, en realidad.

Cuando mi madre detiene por fin el coche y se baja, yo me quedo dentro. Dejo los minutos pasar intentando no dejarme llevar por el enfado y por el miedo. ¿A quién engaño? Mi madre me estaba dejando sola con unos desconocidos. Yo solo he visto a aquella mujer un par de veces junto con sus dos hijos y fue más que suficiente, muchas gracias. Si el infierno existe estoy segura de que son hijos del mismísimo diablo.

Mi madre da un pequeño golpe en la ventanilla del coche en ese instante captando mi atención. Tiemblo, un pequeño escalofrío recorre la piel de mis brazos llegando hasta la parte baja de mi espalda. Intento relajarme sin demasiado éxito. Solo son tres meses, me repito para mí misma una vez más. Tres largos y horribles meses.

Bajo del coche despacio y no puedo evitar poner mala cara cuando mis pies tocan el suelo de grava de la entrada mientras mis ojos se detienen en la casa que se encuentra enfrente de nosotras. No voy a mentir, era horrible. No se cuantos años tendrán, pero estoy segura de que más de los que tengo yo y mi madre juntas. Por el rabillo del ojo me fijo en ella, totalmente contraria a mi una sonrisa radiante ilumina su rostro.

Se ha vuelto loca.

Vuelvo a mirar la casa, ciertamente se ve bastante pequeña. Aunque tiene dos pisos se nota el poco espacio incluso antes de entrar y además está completamente descuidada. La fachada de color gris se encuentra totalmente desgastada, mientras que al minúsculo patio delantero le hace falta unos cuantos cuidados urgentes. Los vidrios de la ventanas no parecen precisamente muy limpios y las pequeñas escaleras de madera que dan a la puerta principal parecen que están deseando romperse para que tu pierna se quede enterrada entre los tablones.

- ¿No es muy pronto para decorar casas para halloween? - mi voz cargada de sarcasmo consigue que me lleve una mala mirada por parte de mi madre.

- Melissa... - murmura con voz dura.

Me callo, pero solo porque se bien que ese tono significa que esta a punto de quitarse la zapatilla y aventármela, incluso si estamos en mitad de la calle. Así que no digo nada y dejo que mis ojos inspeccionen los alrededores. Parece un barrio tranquilo y normal, con casas mas o menos del mismo tamaño. No hay nada que llamé demasiado mi atención más que... aquel chocante silencio casi sepulcral. Desde que hemos llegado no se ha escuchado nada, ni coches, ni gente, ni siquiera el sonido de algún animal. Parecía un barrio fantasma.

Susurros perdidos. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora