capítulo 4; dejar atrás

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Las fotos que me enviaste siguen en mi teléfono,

Admito que me gusta verlas,

Admito que me siento solo.

Noah entrecierra los ojos cuando siente los primeros rayos de sol filtrándose por la ventana, los va abriendo poco a poco para acto seguido mirar el reloj que colgaba de la pared; 9:16 am. Tenía que ir a entrenar a las 11, tenía tiempo.

Insultó para sus adentros, sabiendo que conciliar de nuevo el sueño le iba a costar demasiado, pero aún así lo intentó, cerró los ojos y se re-acomodo en la cama, pero al hacerlo sintió algo detrás de sí, un poco asustado y desorientado se dio media vuelta para encontrarse con Leah.

Se había olvidado completamente de que ella todavía seguía allí.

El día anterior no habían concretado nada, Noah parecía tener la cabeza en cualquier lado, a duras penas le correspondía los besos a la chica o directamente no lo hacía, al principio Leah se enojó, pero cuando se dio cuenta de que si seguía protestando por todo el chico la iba a echar de su casa, se calmó y se durmió.

La razón por la que Noah estaba tan perdido en sus pensamientos, tenía nombre y apellido.

Él jamás lo aceptaría, ni para sus adentros ni mucho menos en voz alta.

Todavía y si bien no  habían intercambiado más que unas pocas palabras, no sabía qué era lo que la había hecho volver a Canadá, se suponía que ella terminaría la escuela allí y una vez hecho eso, aplicaría para la universidad que quisiera en Estados unidos.

No la entendía y aunque le daba un poco de curiosidad, tampoco pretendía entenderla.

Él la intentó llamar millones de veces, pero su celular siempre daba o apagado o directamente sonaba hasta dar con el buzón de voz, había hecho de todo para poder contactarla, pero llegado cierto punto se cansó.

Las amistades o las relaciones, para el chico eran como una especie de balanza.

Cada parte tiene que poner de lo suyo para que pueda seguir funcionando como es debido, si una parte deja de poner, la balanza queda desproporcionada y no funciona. Porque uno no puede poner de su parte y también de parte del otro, es como un trabajo en equipo.

Ese siempre había sido su lema para todo y cuándo vio que las cosas no daban para más, dejó de insistir.

Su estabilidad emocional no podía estar dependiendo de las actitudes que tenía otra persona, porque entonces, ya no era suya.

Suspiró y se rindió, claramente le iba a ser imposible poder conciliar el sueño. Miró el reloj que marcaba las 9:20 am y se levantó.

Se cambió y decidió salir a correr un poco, antes de irse miró a la chica que yacia dormida todavía en su cama.

Sabía que la balanza en ese contexto no estaba funcionando, ella estaba poniendo más que él y si bien ambos habían acordado que no era una relación del todo formal, no podía evitar sentirse un poco mal.

Se acercó a su escritorio y le escribió una nota. Se la dejó en la mesita de luz y ahora sí, se fue.

Salió a la calle y pudo ver como en la puerta de en frente, había una figura cerrando su puerta. La reconoció al instante.

Iba vestida con una remera vieja que Noah usaba para jugar al vóley y con unos shorts de entrenar. Pudo observar también, como tenía grabada el número 5 y el apellido del chico un poco más arriba.

Noah le dio otra mirada Seguramente  iba al club a anotarse de nuevo, suspiró, no tenía idea, de lo que iba a hacer ni de lo que hacía estando ahí en Canadá. Pero tampoco le importaba.

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⏰ Última actualización: Jun 07, 2020 ⏰

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