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El árbol de Jimin no era cualquiera árbol. Estaba hechizado, lleno de poderosa magia antigua que pudo sentir desde muy lejos, lo que lo llevó a dirigirse a la ubicación del árbol y hacerlo su casa. El árbol y el demonio eran uno.

Tristemente el árbol quedaba junto a una vieja casa, que después de mucho tiempo abandonada, abrió sus puertas a un nuevo huésped.

Ese huésped que cortó su árbol semanas después de mudarse.

A Jimin le gustaba vivir en paz con los humanos, pero ese maldito hijo de puta...

— ¡BOO! — saltó Jimin de entre las sombras, extendiendo sus brazos como monstruosamente hacia Jungkook.

El castaño dio un brinco y el vaso de agua que se había servido se le escapó de entre las manos.

Pasaba siempre. Jungkook bajaba por un vaso de agua como todas las madrugadas, y Jimin no se resistía a darle un buen susto.

— ¡Voy a comer tu cerebro! — le gruñó con su voz distorsionada de demonio, pero arrugaba la nariz tiernamente y sus mejillas estaban rojas.

El miedo desapareció de Jungkook, y aunque intentó resistirse, sonrió muriendo de ternura.

— No eres un zombie, Jiminssi. Eres un demonio. — se rio Jungkook levemente, recogiendo del suelo el vaso que se le había caído para después buscar un trapo y limpiar todo el desastre —. Creo que ya no veremos pelis de zombies nunca más.

— ¡Boo! — se apareció frente a sus ojos a la velocidad de la luz, acostado en el suelo junto al charco de agua justo cuando Jungkook se iba a doblar para limpiarlo.

Esta vez logró hacerlo ahogar un grito de sorpresa. Un día le iba a provocar un ataque al corazón.

— Tampoco eres un fantasma. — le reprochó Jungkook.

— Pero leí que los demonios como yo, a veces, si alguien les molesta en su árbol, saltan a su cara y empiezan a desfigurar-...

Jungkook lo interrumpió enseguida, mirándolo horrorizado.

— Sí, sí. Te agradecería que no hicieras eso. — se estremeció cuando Jimin, de la nada, esta vez apareció a sus espaldas y se abrazó a él.

— ¡Dame mi árbol! ¡Lo cortaste! ¡Mereces que desfigure tu rostro!

— Lo siento, minnie. De verdad lo siento, pero... ¡¿A quién se le ocurre vivir en un árbol?!

— ¡A los pájaros, los gusanitos y yo!

— ¡Está bien, lo siento!

— ¡Te quiero!

— ¡Yo también!

El volumen en sus voces disminuyó.

Ambos respiraban dificultosamente, Jungkook sintió los deditos de Jimin apretarse en su abdomen y no dudó en enganchar los suyos propios a los contrarios cálidamente.

Ahora ambos sonreían.

Ya hacían cinco meses desde que aquel demonio con el rostro de un ángel había entrado por la ventana sin permiso, pidiéndole que le devolviera su árbol.

Jungkook se asustó mucho al verlo manejar cosas con la mente, hacer que su sangre se calentara, elevarlo en el aire y otras descabelladas cosas que lo llevaron a ofrecerle que durmiera en su casa mientras le buscaban otro árbol para vivir.

Quién iba a pensar que, al final de todo, le terminaría cogiendo cariño a ese pequeño demonio.

— Las películas de zombie con mis favoritas, no dejemos de verlas. — le susurró Jimin, apoyando el mentón sobre su hombro.

— ¿Y por qué son tus favoritas? — le respondió Jungkook con voz suave.

— Los zombies me recuerdan a mis padres. Igual de ya sabes, grrr y ahggg y esa manera rara en la que hablan.

Su respuesta hizo a Jungkook estallar en risas.

— Está bien, Jiminssi. Más películas de zombies para nosotros.

Se rieron sin cortar el abrazo, Jungkook jugó con los dedos de Jimin en los suyos y Jimin se dio cuenta de que quería a Jungkook tanto como a su árbol.

𝐠𝐢𝐦𝐦𝐞 𝐦𝐲 𝐭𝐫𝐞𝐞;; 𝘒𝘰𝘰𝘬𝘮𝘪𝘯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora