Prólogo

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Se hacen oír miles de relatos de fantasía. A lo que ya estamos acostumbrados es a leer sobre hadas, sirenas de mares profundos, unicornios, vampiros (que se pusieron muy de moda) y de otros seres de los que han creado miles y miles de leyendas; gnomos, magos, dragones, elfos, hombres-lobo...de todo. Desde mujeres muertas y fantasmas hasta un arcoiris de mágicas hadas voladoras o una taberna de trolls. Y os estaréis preguntando, entonces ¿Qué nos vas a relatar? ¿Terror? ¿Romance? ¿Quizás ficción? Pues no amigos, no. Voy a relatar más fantasía, no de la clásica, aunque su tema principal tiene que ver. 

Unos seres que por lo general conocemos, unos cuentan unas cosas y otros otras, pero todos coincidimos en que se les han nombrado desde el principio de la historia y se han hecho famosos sin necesidad de resaltar.  En la Edad Media se condenaban, en la Clásica se relataban, la iglesia los metió en su historia, el modernismo los metió en suspense y con el paso del tiempo ellos siguen apareciendo. ¿Todavía no lo sabéis?  Cargan con la maldición, su aspecto es de terror, su carácter... impredecibles, y por si eso fuese poco llevan un pacto con el diablo porque pueden llegar a ser peores que el susodicho. ¡Sí! Demonios. ¿Quién no ha nombrado alguna vez "eres un demonio"?  Están en nuestra vida cotidiana, pero bueno, no vengo a hablarles de ellos ni a describir su especie. Vengo a contarles una historia muy antigua, más antigua que los faraones de Egipto, de un imperio tan extenso que superó al Imperio Romano. 

Hace aproximadamente una o dos eras, cuando el inframundo todavía se consideraba una unidad, existía el mayor reinado de la historia. En la colina situada al norte de Skalar, donde los cielos rojizos dejaban ver su luna de sangre y la tierra negra se apoderaba del lugar, se alzaba el castillo más tenebroso de los tiempos; con gárgolas decapitadas,  piedras de atacamita rodeando las ventanas, cristales de fino azabache, caminos de basalto y crisantemo por los jardines, tejados de pizarra a dos aguas con enormes chimeneas que poseían gemas brillantes incrustadas, puertas de ébano y torres subterráneas (que al contrario que en el resto de castillos, eran muy comunes entre los demonios). También predominaban las esculturas a medio enterrar , los túneles bajo tierra y las ventanas de agujas, media luna y de áticos, las cuales solían dejar pasar la luz necesaria y nada más.  Les gustaba la oscuridad, y más a la realeza que cuanto más pequeñas eran, más riqueza tenían. 

En esa increíble y dominante estructura a medio enterrar, vivía un rey mayor con su familia.  Este, llamado Abezi-Thibod, se había casado ocho siglos atrás con su majestad Andrógena III de Skalar, con la cual había traído al inframundo a 25 hijos, que ha diferencia de los humanos y de los ángeles, esto era una cifra común. Por razones inexplicables iba a reinar su décimo hijo, pero cuando sólo quedaba un mes para su nombramiento, la corona de Skalar calló por los suelos. 

De una noche a otra, Eligor Otrikh, el consejero real, mago, vidente y brujo endemoniado de las artes oscuras, se enfrentó a su propia raza para conseguir el poder. Era alguien de confianza hasta ese momento, o eso creyeron. 

Devastó Skalar, destrozó el palacio, robó,"se coronó", fusiló y mató (con magia o sin ella). Creó el desastre inframundial más grande jamás visto. Mató a toda la familia real, pero las defensas del rey fallecido no se rindieron, por tanto, Eligor jamás obtuvo la corona. Así que meses después planeó otro ataque hacia la corona de los ángeles. Hizo buscar al rey desaparecido de los ángeles y lo capturó como su esclavo por 4 meses, mientras conseguía reproducir a los Nerdarcks ( demonios sin consciencia que siguen a su creador). Cuando su plan estuvo hecho, con una poción y sangre del rey se transformó en un ángel. Mandó a los Nerdarcks a destruir la corona angelical, pero esta vez para conseguir reinar, fingiría salvar a los ángeles de los Nerdarcks y hacerlos sus esclavos. Y con eso enamorar a la reina Casipea y convertirse en el nuevo rey. Su plan iba con éxito y para más seguridad creó una poción de amor para ella, la cual tenía un hijo, Haniel. Con hechizos y engaños llegó al poder, para meses después envenenar a Casipea y matarla. Como Haniel aún era pequeño y no sabía nada, decidió criarlo para utilizarlo a su favor algún día. 

Pero uno de sus esbirros demoniacos se reveló y Eligor, ahora llamado Batscum, se lo tuvo que contar todo. Lo que ambos no sabían es que la última de las descendientes de la corona demoniaca, a la cual tenían presa, había conseguido escapar y escucharlo todo. Pero su débil estado la hizo toser, llamando la atención de esos dos. 

- Mátala- ordenó el nuevo rey de los ángeles. 

Aradia,la demonio malditaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora