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Era una noche de junio, la luna llena abrazaba la fría noche, yo estaba en mi oficina como de costumbre viendo la lluvia desde el espejo de mi ventana, de pronto algo me sobresaltó, se escuchaban pasos en el pasillo aproximándose a mi oficina así que me senté en el escritorio y esperé para ver quién era.
Tardaron varios segundos pero por fin la perilla de la puerta se movió y la puerta se abrió poco a poco, cuando la puerta terminó de abrirse una mujer de unos 35 años apareció, estatura mediana, delgada, guapa, cabello quebradizo de color castaño, ojos café oscuro con unos lentes de media luna color negro, llevaba un paraguas cerrado color negro en su mano derecha.
-Buenas noches, disculpe la hora pero necesito de su ayuda -dijo aquella mujer mientras colocaba la sombrilla en el perchero.
-Buenas noches, señorita, ¿en qué puedo ayudarle? -dije mientra me levantaba de mi asiento.
-Necesito su ayuda para encontrar un cofre escondido, es algo importante para mi.
-Si desea que le ayude necesito mínimo conocer su nombre -dije.
-¡Ah! -dijo-. Disculpe, mi nombre es Emmely Barrerewer y viene a usted por recomendación, ¿cómo se llama usted, señor?
-Mr. B -dije-. Solo dime así, ahora dime, ¿para qué me necesitas?
-Bien Mr. B, la situación es que necesito encontrar un cofre que me dejó mi esposo antes de morir.
Tardé segundos en reaccionar.
-¿Estabas casada? -pregunté.
-Sí, tenía un poco más de dos años casada, pero mi marido falleció por una enfermedad terminal.
-Lo siento mucho, en verdad -se me hizo un nudo en la garganta.
-Antes de morir en el hospital me dijo que me había dejado un cofre escondido y que mi misión era encontrarlo -dijo un poco triste-. Verá, mi esposo era fanático a los acertijos y adivinanzas, la verdad no eran muy buenos o con mucho sentido pero todo el tiempo los hacia, con sus amigos y conmigo, pero yo nunca he sido buena con ellos.
-Entiendo, necesito algo que me ayude a comenzar, ¿su marido tenía algún acertijo favorito? -dije prestando atención a todo detalle.
-¿Disculpe? -preguntó muy confundida.
-Sí, a lo que me refiero es que si su marido tenía un acertijo que mencionara mucho, que lo utilizara seguido, que fuera como... parte de él, ¿me explico?
-Ahora que lo menciona, no había día que no me dijera... -tardó algunos segundos pensando-. "De noche aparezco para que puedas descubrir un mundo nuevo que tú vas a construir".
-Se refería a dormir, ¿no es así?
-Sí, él tuvo que explicarme -dijo un poco avergonzada-. Realmente soy muy mala para esas cosas, consideraba algunos de sus acertijos muy malos.
-¿Para ti que es un acertijo bueno? -pregunté.
-No lo sé -dijo- pero en ocasiones sus acertijos me parecían algo tontos.
-No hay acertijos buenos o acertijos malos, solo son acertijos y ya -dije-. Se supone que algunos no deben tener mucho sentido, eso es lo bello de ellos, no tienen sentido más que para quien lo hizo.
-Tal vez tengas razón -dijo.
-¿Te parece si vamos inspeccionar tu casa para tratar de encontrar el cofre?
-Me parece bien, tal vez podemos empezar por inspeccionar la habitación de dormíamos -dijo.
Vamos en mi carro -dije.
Tomé mi sombrero, mi saco y las llaves de mi Cadillac mientras ella tomaba su paraguas, salimos de la oficina, seguía lloviendo, caminamos por la calle hasta llegar al carro, lo encendí y avanzamos.

Mr. BDonde viven las historias. Descúbrelo ahora