Promesa a la mitad.

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Malditos bastardos! Era lo único que el hechicero podía pensar en esos momentos, tras escuchar el grito desgarrador de Anthony.
El cual había resonando en toda aquella habitación, de manera sumamente dolorosa, sobre todo  para Strange, quien sin importarle si quiera el hecho de que se encontrara encadenado. Comenzó a luchar contra estas, en un vano intento por soltarse y socorrer a su esposo.

¡No tenias porque hacerlo! - grito Strange sin poder ocultar si quiera la ira que todo aquello le provocaba y el hecho de que aquel bastardo estuviese disfrutando de la situacion, no era de gran ayuda.

Oh vamos. De todas formas va a morir- hablo con cierto tono de diversión, mientras dejaba caer el cuerpo del genio de manera bastante brusca. Como si el hecho de clavarle un objeto realmente filoso no fuera la gran cosa.
Un pequeño gruñido salió de los labios del neurocirujano, al observar como el cuerpo de su esposo comenzaba a hacerse una pequeña bolita, debido al dolor de aquella herida, mientras que intentaba casi de manera inconsciente parar la sangre con su mano, la cual inmediamente comenzó a teñirse de un color rojo intenso.

Por favor ¡Ayudalo!- rogó Strange al darse cuenta que si no hacían algo pronto, la vida de uno de sus esposos podría estar en grave riesgo, por no decir que podría perderlo.

¡Por favor! Haré lo que quieras- gimió desesperado, mientras comenzaba a removerse, sin importarle ni si quiera un poco el ardor de sus muñecas. Lo único que deseaba en esos momentos era que esos malditos al menos le dieran algun tipo de atención a Anthony para parar la hemorragia que este comenzaba a tener.

Ya es tarde. Pero...quizás podríamos perdonar la vida de este mocoso. A cambio de las dos gemas- susurro con la sonrisa más cínica que Strange haya visto. Y la angustia no tardó en llegar a su cuerpo, en cuanto esté comenzó a acercarse hacia el menor, quien todavía se encontraba ajeno a todo lo que ocurría. Lo que en cierta forma era bastante bueno, ya que seguramente Peter se habría puesto a gritar y maldecir a los cuatros vientos, haciendo la situación más complicada de lo que ya era.

Déjalos en paz! Te daré la maldita gema! Pero dejalos ir!- rugió el hechicero. Sintiendo pavor ante la idea de que el adolescente pudiera ser herido como su otro esposo.
Entregar la gema obviamente no había estado en sus planes, pero dada la circunstancias, era lo único que podía ofrecer. Después de todo necesitaba sacar a ambos castaños lo más rápido posible de aquel lugar, sobre todo con la hemorragia de Anthony. Y si darle la gema a ese maldito le aseguraba el bienestar de ambos, se la daría sin lugar a duda.

Mm- fingió pensarlo, aunque realmente aquella situación se le hacía bastante divertida.
Se tomó unos segundos para observar mejor al menor y debía admitir que el niño se le hacia bastante atractivo, pero aun así había algo extraño en él. Sobre todo con el espectáculo que le había dado a su ejército en el complejo. Lo que le hacía preguntarse seriamente si el mocoso podría llegar a ser alguna clase de amenaza en sus planes. Después de todo este contaba con demaciado poder para ser un simple terrícola.
O quizás...Ese poder No pertenecía al adolescente. Si no de algo en su interior.
Con sumo cuidado comenzó a acercar su mano hacia el vientre de Peter, en donde sentía una fuerte energía provenir de allí.
Si bien no era ninguna sorpresa que un hombre tuviera la habilidad de concebir. Al menos no para él.  Pero Lo que si era una total sorpresa, era el hecho de que ese feto parecía ser más fuerte de lo que sus "padres" aparentaban.
Pero porque? Sólo eran un simple genio, un hechicero y un arácnido. No tenían nada interesante, ni ningún poder que fuera similar al de ese "hijo".
Quizás estaba en lo cierto y ese mocoso podría llegar a ser una maldita amenaza, por lo que debería destruirlo de inmediato, antes que los planes de su padre se echaran a perder.

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