LATIDOS DEL CORAZON

XI

Nico se retorció inquieto.  No sirvió de nada.

El vacío y el dolor punzante continuaron latiendo dentro de él mientras su interior se apretaba sobre nada.

Quería, no, necesitaba algo dentro de él.  Era un sentimiento tan peculiar.

Ignorarlo no había ayudado, no lo había hecho desaparecer.  El viejo 'fuera de la vista, fuera de la mente' no parecía funcionar con Percy y Jason.  En los dos días que habían transcurrido, Nico solo había visto a los dos niños desde la distancia.  Se aseguró de programar sus comidas para que nunca coincidieran con las de ellos, ya sea llegando temprano y apresuradamente terminando su comida o llegando tan tarde que el pabellón del comedor estaba casi vacío.

Sin embargo, sospechaba astutamente que nunca habría podido evitar a los dos niños tan bien si no se hubieran alejado activamente de él también.

Pero no importaba, su deseo era implacable.  Peor aún, se había intensificado.  De ahí por qué ahora estaba reprimiendo el anhelo de algo profundo dentro de él.  Mientras trataba de ignorar exactamente qué sería ese algo.

Se preguntó si Percy y Jason podrían haberlo hecho adicto al sexo.

Incluso si él no los quería, su cuerpo sí.

"Los sacos de dormir van al estante superior, Nico", una voz cariñosa interrumpió sus reflexiones.

Nico parpadeó, concentrándose de nuevo en los estantes polvorientos frente a él.  "Correcto."

Mitchell sonrió divertido y volvió a su tarea.

Normalmente, si el hijo de Afrodita le hubiera pedido ayuda para reponer la tienda del campamento, Nico no habría tenido reparos en rechazarlo.  Pero en este momento, pensó que podría usar toda la distracción que pudiera obtener.

Recientemente, en cualquier momento libre, o cada vez que cada molécula de su cerebro no se consumía por completo por la concentración, su mente decidió empujarlo a recuerdos violentos de su relación sexual con Percy o Jason.  Recordó cuando Jason usó cuerdas para mantener las rodillas extendidas, las marcas resultantes perduraron en su piel durante días.  Recordó cuando Percy lo obligó a hacerlo afuera sobre una manta, oculto parcialmente por los árboles y la oscuridad al caer la noche, y el miedo a que lo atraparan lo había mantenido nervioso todo el tiempo y finalmente aumentó su excitación.  Recordó el momento en que una noche se metieron en sus barracas vacías en Camp Júpiter, cómo lo habían azotado sin razón, cómo se había sentado en la polla de Jason mientras una mano cubría su boca mientras su otro brazo desgarrado sostenía su cintura  , evitando que se moviera cuando Percy entró entre sus piernas abiertas.

Un golpe seco lo devolvió a la realidad.  Nico se miró discretamente los pantalones mientras Mitchell se arrodillaba para recoger la botella de champú que había dejado caer.

"Vaya", comentó alegremente.

Nico exhaló.  Desafortunadamente, la tarea de reabastecer los estantes no requería una gran cantidad de poder cerebral, lo que permitía que su mente divagara con frecuencia.

"Oye, ¿qué haces después de esto?"  Mitchell preguntó sin ayuda mientras revisaba los artículos de tocador.

Nico pensó en su horario.  "Uh, práctica de tiro con arco con la cabina de Hephaestus. Entonces estoy en servicio de inspección de cabina".

"Oh", comentó casualmente.

Trabajaron en silencio durante unos minutos más hasta que Nico escuchó un susurro detrás de él.

"Mal de nuevo, Nico".  Una mano apareció detrás de la suya, tomando la caja que acababa de colocar y moviéndola a un estante más alto.

Nico se volvió y se dio cuenta de que tal vez no debería haberlo hecho porque Mitchell estaba parado justo detrás de él, encerrándolo realmente, con una mano todavía estirada por encima de su cabeza.  Mitchell lo miró cuando se giró, con los ojos pesados ​​y tapados de la habitación.  Tan cerca, Nico podía distinguir el color azul oscuro de esos ojos, algo que nunca había notado antes.