A N G E L

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—¡Me niego a aceptar que mi hija tiene ese tipo de inclinaciones!

—No puedo creerlo Jennie ¿qué hicimos mal? Nosotros te dimos todo lo que pudimos.

Las lágrimas de la castaña no dejaban de caer. Acababa de confesarle a sus padres que no solo le gustaban los chicos, sino que también las chicas y ellos en lugar de comprender su situación solo comenzaron a recriminarle que eso estaba muy mal.

—Tú hace poco estabas en una relación con Jongin, incluso nos lo presentaste.

—Eso no tiene nada que ver, creí que ustedes me iban a apoyar, pero ya veo que no. No debí haberles contado nada.

Jennie los mira decepcionada, se levanta del sillón donde se encontraba sentada y sale enojada de su casa, ignorando los gritos de sus padres quienes la estaban llamando.

Mientras caminaba sin rumbo, se colocó la capucha de su sudadera negra y secó las lágrimas que aún bajaban por sus mejillas, pero fue en vano ya que comenzó su llanto nuevamente.

No podía creer lo que estaba sucediendo. Sus padres siempre fueron de mente abierta y la apoyaban en la mayoría de las cosas que ella hacía, no entendía porqué no la aceptaban tal y como era.

Siguió caminando con las manos en sus bolsillos hasta llegar a un parque, iba con la mirada fija en el suelo tan sumida en sus pensamientos que no notó que alguien venía caminando de frente y chocó contra su cuerpo.

Pegó un grito asustada y comenzó a pedir disculpas sin parar, hasta que miró a la otra persona. Era una chica un poco más alta que ella, su cabello rubio era largo y ondulado con un flequillo perfectamente liso, tenía unos ojos grandes, nariz pequeña y unos labios gruesos perfectamente pintados de un color rojo cereza. Iba vestida con un vestido blanco sencillo hasta las rodillas y unas zapatillas del mismo color.

La belleza de la chica cautivó tanto a Jennie que se quedó sin palabras. Era demasiado hermosa, parecía un ángel.

—Oye ¿te encuentras bien? ¿Te he lastimado?

La rubia la miró preocupada por su repentino silencio.

—Oh, no, lo lamento. —salió de su trance sacudiendo la cabeza para alejar esos pensamientos y secó las pocas lágrimas que aún quedaban en su rostro— Iba distraída, perdón por chocar contra ti.

—No te preocupes, yo también iba distraída, pero ten más cuidado la próxima, podrías ser atropellada si sigues así.

Jennie la miró apenada. Estaba pasando mucha vergüenza delante de una chica demasiado linda.

—No quiero ser entrometida, pero estabas llorando, ¿te sientes bien?

—Sí, solo he tenido una discusión con mis padres.

—Oh, se lo que se siente, es horrible. —la rubia la miró con pena— ¿Te gustaría ir a tomar un café conmigo? Si quieres puedes contarme lo sucedido, a veces hablar con alguien desconocido hace bien.

La castaña se alegró por su ofrecimiento pero al mismo tiempo la miró con desconfianza. A penas la conocía y ya la invitaba como si nada a tomar algo para que le contara su vida.

—No te conozco y ni siquiera sé tu nombre.

—¡Es verdad! Lo siento, mi nombre es Lisa.

La más alta sonrió y Jennie sintió su corazón latir con fuerza, tenía una sonrisa demasiado linda y brillante.

—Yo me llamo Jennie, mucho gusto.

Extendió su mano con una pequeña sonrisa, sintiendo sus mejillas calientes. Lisa imitó su gesto y al unir sus manos sintieron una pequeña electricidad que se extendió a través de sus extremidades, logrando que ambas se separaran sonrojadas.

Angel || Jenlisa OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora