final: the story

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Si tienes que escribir tu propia historia entonces significa que hay algo en ella que te marcó para siempre, y yo no cambiaría ni un pedazo de la mía. Cada uno de los momentos que he vivido de alguna forma han dejado una huella y con ella cicatrices que bien podrían sanar o quedarse para siempre como un recordatorio de lo fuerte que soy.

Porque lo soy. 

Capaz aceptar que mi existencia está sujeta a errores, decepciones e incluso desamores fue lo que me hizo comprender que podía superar a Jungkook durante los últimos cuatro meses.

¿Lo hice realmente? No mentiré, sigo igual de enamorado que la primera vez que lo admití en silencio a mi propio corazón pero aunque me lastimara que él ya no fuera sino más que un recuerdo en mí, no podía permitirme seguir sangrando por una herida que por más parches que le colocara no iba a sanar.

La dejaría sangrar, doler y finalmente cicatrizar.

¿Cómo? Esa es la parte de la historia en donde empecé a intentar retomar mi vida nuevamente luego de aquella noche cuando lo vi arrodillarse frente a Heather. Quise ser ella durante largas noches y me pregunté ¿en qué había fallado yo? Nada me respondió. Después de esa escena sabía que no había más explicaciones e incluso la presencia de su hermano en su apartamento tuvo sentido: Si se casaban era obvio que él estuviese allí.

Comencé a salir de nuevo con mis amigos, especialmente con Hoseok, Taehyung y Yoongi. Me volví un imán de risas a su lado y cuando salíamos, yo intentaba llenar los huecos de mi alma con los lindos recuerdos que estábamos construyendo. Aunque no funcionara por completo era un inicio.

Jungkook no estaba en ellos y era arrollador, pero tenía que empezar a hacerme la idea de que cuando salía a algún sitio su mano no sostendría la mía y que si giraba buscando su mirada él no estaría para devolvérmela. 

La primera salida fue la más difícil pero poco a poco todo se fue haciendo más llevadero aunque siempre había un sordo dolor detrás de mi esternón, allí donde está mi corazón donde por supuesto que estaban todos nuestros recuerdos.

No sólo las salidas y juntarme con los chicos había sido medianamente sanador, también empecé a asistir a un curso de arcilla y vacijas. Ahí conocí a un chico, Kim Namjoon. Encantador. Se convirtió en ese amigo que siempre busqué y hasta ahora no me había dado cuenta que existía. Nunca le conté acerca de mi historia con Kook pero le adelanté que tenía el corazón roto.

La arcilla en mis dedos y los consejos de Namjoon durante meses fueron mis momentos favoritos.

Inicié también una rutina de vida saludable: Me puse un horario (y eso que odio las alarmas) en donde me levantaba a las nueve para trotar cinco kilómetros, regresaba para darme una ducha, comía mi desayuno hecho por mí mismo, veía un poco de alguna serie sobre decoración y salía a pasear por la ciudad cuando estaba libre del curso o me encontraba con los chicos. Y así sucesivamente iba metiendo cosas a mi rutina para mantenerme ocupado y encontrar posibles salidas.

Por supuesto que al retirar mi semestre no me quedaba sino esperar a que iniciara el otro para tomarlo y graduarme. Finalmente.

Había mañanas donde de repente abría los ojos y me costaba levantarme de la cama porque, ¡claro! No era de acero y volví a rememorar lo mucho que había cambiado mi vida en tan sólo unos pocos meses.

Básicamente mi pilar se había convertido en una columna rota y me había dejado sin techo.

También me quité el anillo cuando entendí que Kook no volvería a mi vida. Esa también fue una forma de hacerle comprender a mi cerebro que había cosas que era mejor dejar ir. 

god, i wish i were heather → kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora