Gerard estuvo casi 10 minutos fuera de esa cafetería antes de reunir las agallas suficientes para entrar. Tras de sí se escuchó el sonido de una campana que indicaba que ya era muy tarde para arrepentirse. Su mirada nerviosa recorrió todo el establecimiento, mirando cada rostro que se encontraba ahí solo para percatarse de que él aún no llegaba.
Dejó salir un suspiro de alivio y se dirigió a una mesa de dos que se encontraba vacía. Pronto una chica se acercó a él con la intención de tomar su pedido.
— Un café americano, por favor.— Pidió amablemente.
— ¿Desea ordenar algo más?
El pelinegro se lo pensó un poco antes de agregar— Que sean dos.
La joven le regaló una sonrisa y un pequeño asentimiento antes de retirarse.
Mentiría si dijera que no estaba nervioso. Sentía que sus manos sudaban y no dejaba de mirar en dirección a la puerta, temiendo que ésta se abriera y a través de ella divisara su figura. Limpió el sudor de sus manos en sus pantalones y comenzó a inhalar y exhalar lentamente — Cálmate, Gerard, todo está bien.
De cierta manera haberse puesto de acuerdo para encontrarse en ese lugar le tranquilizaba. El establecimiento era pequeño y hasta cierto punto le parecía muy hogareño. El olor del café inundaba sus fosas nasales y todos ahí estaban demasiado ocupados en sus propias conversaciones como prestarle atención a él. Tomó su celular y miró la hora. Eran las 5:30. Llevaba 30 minutos de retraso pero, ¿eso puede pasarle a cualquiera, verdad? Quizás se le hizo tarde. Tal vez se estancó en el tráfico. Incluso puede ser que haya tenido una complicación pero ya venga en camino.
Procuró ser lo más positivo en esa situación y guardó su celular cuando la mesera regresó y dejó ambos cafés sobre la mesita.
— ¿Estás esperando a alguien?— Era una pregunta común y quizás un tanto obvia pero logró hacer que se pusiera nervioso. Era tanta su paranoia que se sintió juzgado y diminuto.
— Sí, sí, pero no debe tardar en llegar.— Murmuró y sonrió aunque probablemente en su intento de lucir sereno haya hecho una mueca penosa.
La chica se retiró sin más y Gerard quedó ahí, con una café frente a él y una silla vacía.
Tomó su respectiva taza y le dio un largo sorbo al líquido oscuro. Estaba delicioso y la cálidez que le transmitía le hizo sentir mejor. El café siempre lo hacía sentir bien. Procuró ser paciente, esperar y no terminar el café tan pronto pues temía que su cita llegara y su taza estuviera vacía. Además, si permanecía casi intacta podría fingir que tenía poco tiempo ahí.
Aprovechó el tiempo solo para procesar lo que estaba apunto de suceder. En un par de minutos se re-encontraría después de varios años con el amor de su adolescencia: Frank Iero.
O al menos es así como Frank se refiere a la relación de ambos; dos personas que fueron amantes hace mucho, pero ya no.
A Gerard no le gustaba tanto referirse únicamente a ese periodo porque, siendo sinceros, él consideraba al castaño como el amor de su vida. Sabía profundo en su corazón que nunca podría amar a alguien tanto como amó a Frank y, aunque también sabía que nunca podrían estar juntos, le hizo mucha ilusión cuando Frank le propuso que volvieran a verse.
Gerard sabe que ahora Frank está casado y que tiene 3 hijos pero eso no importa pues no tiene interés en mantener una relación romántica con él. Se sentirá satisfecho con solo volver a ver ese par de orbes avellanas que solían volverlo loco cuando tenía diecisiete.
Él siente que si cierra sus ojos puede volver a aquellos tiempos cuando ambos vivían en los suburbios de Jersey. Aquellos días en que se encontraban cada noche en el lago y se prometían amor eterno. Tiene tan presente al muchacho de perforaciones y cabello teñido que de solo pensar en que volverá a verlo siente mariposas en el estómago y su corazón late con fuerza. Este día volverá a ver a Frank Iero, quién se robó su corazón hace 20 años.
Gerard continúa sentado en esa esquina, dando sorbos pequeños a su café, percatándose de que las muchachas del mostrador ya se dieron cuenta que nadie llegó y que, lamentablemente, lo dejaron plantado. Aún así él se aferra a pensar que tal vez Frank se equivocó de dirección y ahora está por llegar al lugar que acordaron, porque él no podría hacerle algo así, ¿verdad?
No sabe si su corazón soportará haber sido plantado. No le importa si los demás sienten lástima por él ni sus miradas indiscretas, él solo teme aceptar la idea de que, Frank no va a llegar.
Tampoco entiende por qué, ¿acaso se retractó y ya no quiere verlo? ¿le sucedió algo o solo le jugó una mala broma? Pensar en ello hace que su cabeza dé vueltas y sienta unas inmensas ganas de vomitar. No sabe qué hizo mal y en esos momentos solo quiere llorar en su habitación como si otra vez fuera un adolescente con el corazón roto.
Dieron las 6 con 15 minutos cuando se puso de pie y dejó un billete en la mesa. Salió sin mirar atrás y se dirigió hasta su apartamento.
El café se enfrió y Frank Iero nunca llegó.
ESTÁS LEYENDO
Recopilatorio de one shots.
RandomAcá hay one shots cortitos; literalmente ideas pequeñas que se me ocurrieron pero no dan para desarrollarlas así que las hice un escrito de alrededor 1000 palabras. Probablemente solo escriba cosas ☆゚.*・。゚frerard ☆゚.*・。. Sobre aviso no hay engaño.