Seguía pasando agosto y dos veces a la semana volvía a la ciudad con la excusa del trabajo pero realmente lo que yo quería era ver a Natalia. A sus 18 años era una chica preciosa, sus labios carnosos y su melena acariciaban toda mi madura desnudez, desde el cuello hasta mi entrepierna. Me encantaban sus felaciones, las hacía con calma, saboreando cada centímetro de mi miembro, dando la metones al glande y chupando el líquido preseminal. Por petición de Natalia me depilé los testículos, de forma que pudiese meterlos en la boca sin complicaciones. Con el paso del tiempo fue depurando su técnica, llegando incluso a realizar un garganta profunda con total naturalidad. Yo disfrutaba sus mamadas,sintiendo su cálida boca envolviendo mi polla, normalmente cuando ella aceleraba el ritmo lo que hacía era agarrarle la cabeza y ser yo el que metía y sacaba el pene, siempre con cuidado de no hacerle daño. Muchas veces acababa corriéndome, en ocasiones sobre su lengua, otras directamente en su garganta, pero su favorita era que le llenase la cara, agarraba mi polla y recogía toda la leche llevándosela a la boca.
Ella también se depiló su coño, deforma que mi lengua pudiese tener libertad para recorrerlo, desde sumonte de venus al interior de su vagina deteniéndose obligatoriamente en el clítoris donde debía pagar un peaje en forma de orgasmo. Con los labios lo aprisionaba delicadamente y moviéndolos lateralmente junto al continuo trabajo de la lengua no tardaba en correrse y dejar que mi boca continuase su trayecto. Una vez en su destino entraba lentamente, explorando y recibiendo los jugos que me ofrecía, no tardaban en sumarse varios dedos para aumentar la apertura y facilitar el trabajo que los labios y lengua debían hacer. Ella se mojaba muchísimo, normalmente sus bragas solían salir ya húmedas, lo cual aumentaba la excitación que sentía. Era habitual que ella también agarrase mi cabeza y la apretara con fuerza mientras le comía, ella jadeaba y gemía, su vagina se convulsionaba ante los inminentes orgasmos que detectaba con la lengua.
Natalia ponía siempre la misma excusa,que en parte era cierta, ir a la biblioteca a estudiar su asignatura pendiente. Normalmente estudiaba un par de horas y luego pasaba a buscarla. A veces íbamos a mi casa, vacía porque Laura y Luis seguían en el camping, también volvíamos a mi despacho, donde follamos por primera vez, que en agosto está desierto, y si estábamos con el tiempo justo lo hacíamos en el mismo coche.
Ella no era virgen pero conmigo estaba aumentando sus experiencias, por ejemplo descubrió lo placentero que puede ser el sexo anal. Usando un lubricante cubría mi polla y lo extendía por su ano usando el glande. Ella se ponía a cuatro patas sobre la cama, sus caderas anchas y piernas fuertes me ofrecían una visión increíble de sus labios y del ano. Con los dedos preparaba siempre el camino al tiempo que con la polla frotaba su vagina,colocando el tronco entre los labios y frotando intensamente, en ocasiones el glande entraba en ella produciendo una sacudida de placer que recorría su cuerpo. Con los dedos en su culo introducía mi polla en su vagina y la acariciaba a través de su recto, eso nos excitaba muchísimo, aumentaba el contacto y ella disfrutaba del movimiento de mis dedos en su interior. Una vez dilatada, con cuidado empezaba a introducir mi pene, su ano era muy estrecho y apretado, la primera vez apenas aguantamos una vez la penetré, no porque le doliese, si no porque nos corrimos rápidamente.
Nos gustaba probar posturas distintas,pero nuestra favorita era de pie, ella abrazándome con brazos y piernas, dejando caer su peso para sentir la penetración lo más profunda que se pudiese, mis manos en sus nalgas y empotrándola contra la pared mientras bombeaba con intensidad. Natalia gritaba con cada embestida que mi cadera le ofrecía, yo jadeaba disfrutando del intenso roce de nuestros sexos en cada penetración, en esa postura era donde alcanzaba sus orgasmos más intensos, algunos uniéndose o siendo repetidos. Esto no hacía más que excitarme y seguir a pesar del cansancio y del esfuerzo físico, sentir su firmes y grandes pechos golpear mi piel desnuda, sus pezones completamente duros rozándome mientras nos besamos para acallar los gritos y gemidos.
Otra de las cosas que le volvían loca era que le masturbase, solía hacerlo cuando iba conduciendo y parábamos en algún semáforo especialmente largo. Metía mi mano bajo su falda o dentro de su pantalón y rozaba sus labios, ella se agarraba fuerte al asiento y mordía su labio inferior, seguía acariciando cada vez con más fuerza y más rápido, normalmente con dos dedos sobre su clítoris. Era como un juego, intentar que se corriera antes de tener que volver a poner en movimiento el coche, no siempre lo conseguía pero si que se mojaba. Al terminar sacaba los dedos húmedos y los lamía mirándole a los profundos ojos que me observaban embriagados de placer.
En una ocasión al recogerle en la biblioteca la vi hablando con otra chica, morena, ligeramente más baja que ella y con algún kilo más. Era guapa y tenía una larga melena que le llegaba al culo, bien firme y sus pechos parecían mayores que los de Natalia, mi imaginación volaba y aquel día después de follar le pregunté por su amiga, ella se reía con picardía porque sabía cual era mi interés. Me dijo que hablaría con ella y que tal vez la próxima vez me la presentaría. Estuve esperando ese día con ganas pero mejor os lo narraré más adelante.

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Relatos y Secretos
Short StoryUna serie de relatos de corte erótico explícito abierto a sugerencias por parte de los lectores y lectoras. La ocasión de plasmar fantasías y hechos que fueron, son y pueden ser reales es demasiado tentadora, adéntrate en historias secretas e inconf...