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Hacía algunas semanas atrás fue la inauguración de la pequeña tienda familiar de los Lee, los clientes llovían por doquier y los productos se agotaban en menos de veinticuatro horas, era más que un completo éxito para aquél gran vecindario.

El hijo menor de la família era el que normalmente atendía, ya sea por su amigable apariencia y su carácter tan amable hacía que los clientes lo amaran.

Aunque el pequeño Lee le aterraba  tener que quedarse atendiendo en las noches, le daba tanto miedo de que algo malo le pasará a él o a la tienda, de igual forma moriría en ambas circunstancias.

Por suerte casi nunca se quedaba en la noche o casi madrugada a esperar a que los clientes lleguen, siempre era el señor Lee el que se encargaba de eso. Aparte de verse fuerte y intimidable, totalmente lo contrario al menor de los Lee.

Pero no todo en la vida sale como uno quiere.

Y Lee Minho no iba a zafarse de ese famoso dicho.

- ¡Me niego rotundamente! es viernes y estamos a mitad de verano, ¡verano y viernes es la peor combinación! ¿qué tal si vienen un par de adolecentes borrachos a hacer algo malo? -argumentaba el pequeño Lee, con todo el drama del mundo y dando vueltas en círculos con sus manos alborotadas y moviéndolas a la par de sus palabras, buscando miles de excusas para no cuidar la tienda al menos esa noche.

- No seas dramático, Minho. He cuidado la tienda todo el verano y nunca ha pasado nada. -calmaba el señor Lee, sentado en el sofá mientras comía unas papas fritas-. Si algo malo pasa, solo grita y iremos a rescatarte como príncipe salva a su doncella. -rió por su propio chiste, el de cabello naranja resopló frustrado, había atendido la tienda durante todo el día y también quería descansar. Ese local consumía todo su tiempo y como el joven sexy que era debía tener aunque sea un poco de tiempo libre, y no quería que se lo arrebaten.

- ¡Mamá! ¡ven a defender a tu hijo! -pisoteo con su ceño fruncido, su última opción era su madre, se negaba con todo su ser a perder su tiempo. Si fuera algún día por ejemplo laboral, tal vez aceptaría, pero, ¿¡un viernes!? ¿¡estan locos!?

Su mamá apareció en la sala, con una cara de confusión observando a los dos varones que habitaban el lugar. No le sorprendería si había escuchado el alboroto desde la otra habitación.

- ¿Qué pasa, bebé? -se dirigió a Minho, inspeccionando su rostro buscando respuesta a su llamado. El chico cruzó de brazos y señaló como un niño molesto a su padre, la madre inmediatamente lo observó confundida.

- Papá quiere que cuide la tienda, ¡De noche! -el señor Lee ya se estaba cansando un poco del berrinche de su hijo menor, ¡pero vamos! cualquier cosa podría pasar esa maldita noche, ¿acaso sus padres no recuerdan la vez que un extraño le pidió la hora en la noche y llegó corriendo y lagrimeando a su casa? ¡la noche era su peor enemiga!

- Ay cariño, debés hacerlo al menos una vez. -acarició sus pómulos, el pelinaranja se frustró aún mas al no recibir el apoyo de su madre-. Si quieres, hoy vamos a cerrar temprano para que no sufras tanto, ¿quieres? -le susurró con una sonrisa a su hijo, el pequeño Lee sonrió cansado y asintió frenéticamente, eso era de gran ayuda de todas formas.

- Está bien. Pero si algo me pasa, ustedes serán los responsables. -señaló a sus progenitores amenazante, recibiendo risas y unos "aws", ¿acaso nadie podía ser serio en esta família?

Salió de la sala con una pizca de esperanza, dirigiéndose al pequeño local. Al llegar, se posó detrás del mostrador mientras se ponía su placa con su nombre, esperando a que algun cliente normal llegará.

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2020 ⏰

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