La Bestia Contra El Cazador

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CAPITULO II
A la luz del día nos situamos en la Arena del Valhalla, todos los Dioses eran espectadores del evento, además de las almas de humanos que se les dio pase al estadio para apreciar este espectáculo, las batallas que decidirán el destino de la Humanidad.
Aquel que nos presenta y narra el magnífico evento, el vigilante del apocalipsis Heimdal que prepara el escenario con el soplo del Gjllarhorn, anunciando el Ragnarok.
—¡Es lo que todos hemos estado esperando! ¡Se acerca el momento de abrir el telón! ¡El evento que decide el Destino de la Humanidad! ¡¿Están Listos para esto?!
Los espectadores aclamaban y se bañaba el estadio con sus gritos, parece que los Dioses estaban sedientos de sangre.
—¡¡¡EL RAGNAROK DARÁ INICIO!!! ¡PRESENTANDO AL COMBATIENTE DEL LADO DE LOS DIOSES!
Geir se encuentra preocupada, pero no era solo ella, hasta Brunhild que todo este tiempo estuvo en relativa calma, no podía despegar la mirada de la arena y escuchar sobre lo que se avecina.
—¡DEL LADO DE LOS DIOSES! EL CONOCIDO DIOS QUE INCORPORA LA FUERZA DEL CIELO Y LA TIERRA– Se alza a hablar a todos los espectadores, queriendo presentar un buen espectáculo. —¡Su humilde espíritu ha quedado atrás y se presenta como una bestia! ¡EL DIOS MÁS SALVAJE! ¡¡¡QUETZALCOATL!!!
De la entrada salían doncellas danzando, hombres ingresaban en filas golpeando con sus bastones, y un cantico se escuchaba por todo el lugar. Seguido un humo brota y de este emerge Quetzalcoatl, su pelo rubio y ojos azules resaltaban, para ser algo robusto se podía decir que posee una extraordinaria belleza.
—¡Qué la guerra de inicio!
Vestido con una falda larga, su pecho a medio cubrir con una camisa amplia, su pecho se muestra hinchado con escamas rojizas. Las plumas blancas de su sombrero que se extendían hasta el rabo se confunden con las que brotan de su espalda y brazos. En su mano traía un escudo circular que parece un espejo y en la otra una macuahuitl de una especie de oro, con grabados como de calaveras muy resaltantes.
—¡SU OPONENTE! ¡EL PROMETEDOR Y CARISMATICO HÉROE!
Sus suaves pisabas adentrando al lugar.
—¿¡PODRÁ ÉL ACABAR CON DIOS!? ¡ESE QUE ALGUNA VEZ FUE UN RESPETADO HÉROE! ¡EL ASESINO DEL DRAGÓN FAFNIR!
Sin ningún espectáculo, este entra al estadio, cubriendo sus ojos de la cegadora luz del sol. Con una armadura delgada que parece no cubrir ningún punto vital, siendo decorativa, con ropas de cuero que cubrían todo su cuerpo hasta el cuello y guantes a juego, solamente se veía la piel del rostro. Su sonrisa radiante enamora hasta a la más fría de las mujeres, en el público muchas se ruborizaban cuando este, en cuanto echó un vistazo.
—¡¡¡SIGURDDDD!!!– Exclama Heimdal al conjunto de un tumulto de mujeres enardecidas.
Este guiña hacia las gradas donde parece poder ver claramente a Brunhild en el fondo, la cual hace una cara algo molesta.
—Imbécil…– Murmuró Brunhild.
Este estaba despreocupado, subiendo a la plataforma casi arrastrando su gran espada.
—Espero nos divirtamos, Dios-Sama.– Dice Sigurd con osadía.
El Dios Odin que mira algo molesto, su rostro se abulta un poco, rojo de frustración.
—Ese infeliz… Ella va enserio si lo trajo a él.– El Dios de Asgard traía consigo su lanza Gungnir que clava en el suelo y hace temblar su lado de las gradas, asustando a los Dioses cercanos.
—¡Ya aquí tenemos en la arena a los peleadores de cada Lado!– Proclamó Heimdall —Representando a los Dioses, ¡La Bestia Emplumada! y El Representante de la Humanidad, ¡El Asesino de Dragones!
En las gradas Gunter se encuentra cerca de Brunhild, mordiendo sus labios, un Rey totalmente irritado, nada regio…
—Ese mal nacido de Sigurd… Siempre ha sido el que se lleva todo el centro de atención…
—¡Guarda Silencio!– Brunhild lo calló con su voz y le miró con desdén a Gunter.
Este se torna sumiso ante la valkiria, como una mascota siguiendo las órdenes de su amo.
—Está bien, Brunhild-Sama…– En un instante se aterraba y la voz del Rey se volvió Muda. Ella estaba segura de lo que decía, le tenía cólera a Sigurd, pero confiaba muy bien en su decisión.
—Sigurd, puede ser un cretino total, pero en él yace un verdadero Héroe, alguien en quien dejar la esperanza… Tenemos que contar con esté, es el único capaz de hacer frente a alguien como este salvaje Dios.
Geir todavía titubeaba, no creía posible que un hombre pueda pelear a la par de un Dios.
—H-hermana Hild…¿En serio crees qué los humanos puedan desafiar a los dioses?– Se repetía inquieta.
—Los humanos no pueden con los Dioses, es lo que todos piensas, los mismos Dioses están confiados… Es por eso que la humanidad puede vencer, serán capaces de joderse a los dioses.– Lo dice con una perturbadora tranquilidad.
—Hermana… ¿C-Cómo dices...? ¿Joderse a los Dioses..?– Geir dio un respingón.
—Pueden aplastarlos…– Brunhild parecía impasible.
Geir estaba realmente sorprendida, ella lo decía con una sonrisa y deslumbrante mirada, la Valkiria mayor rebosaba de confianza en cada una de sus palabras.
La espera ya había durado mucho, ¿Cuánto hace ya qué se esperaba este día? El mensajero del apocalipsis, Heimdal tomó aire en el cuerno Gjalarhorn y lo hace sonar con diligencia, aquello que nos indica que el Ragnarok de inicio.
—¡QUÉ LA BATALLA DE LA CRIATURA INDOMABLE¡ Y ¡EL CAZADOR INIGUALABLE! ¡EMPIECE!
El héroe Sigurd camina hacia el Dios arrastrando su espada, un arma de un tamaño que rivaliza con más de la mitad de su cuerpo, para un hombre de una altura considerable y figura apenas atlética, parecía una obra imposible blandir esa arma.
—Vamos a divertirnos, ¿Sí? Dios-Sama, sin rencores.
Quetzalcoatl emana una sed de sangre incomprendida, apenas y alza su escudo, como si sintiera que no sería necesario utilizarlo, con su macuahuitl se siente listo para combatir.
—Hablas demasiado… Eres otro de esos arrogantes humanos, con solo eso puedo saber. ¡No puedes derrotarme!
El Dios estaba convencido de su victoria. Su cuerpo se movía con una anormal flexibilidad, como si se retorciera en movimiento o serpenteara, extendiendo su brazo hacia atrás y girando el mismo de una forma anormal. Era tan veloz que el sonido de sus pisadas y movimientos estaban fuera de sincronía. En el instante que se colocó frente a Sigurd, lanzo un corte con las hojas de obsidiana forjada por dioses, el macuahuitl. Parecía que estaba a punto de asesinar al humano sin darle oportunidad a ni siquiera comenzar el encuentro.
—¡Nunca tuviste oportunida-…d..!– Arrebatandole la palabra a Quetzalcoatl.
El humano hizo un fino movimiento arqueando su espalda y el corte impacta sin terminar de perforar su piel, como si no fuera humana, quedando casi como un roce, un mínimo corte hecho de papel.
—Si tú lo dices, te creeré…– Le responde Sigurd, abalanza su espada en contra del Dios. —Dios-Sama…
Al mismo tiempo que recibe el corte, moviendo su gigantesca arma con naturalidad, apenas le da tiempo de responder al inmutable Dios. ¡No era solo la sorpresa! ¡El humano era tan rápido como él!
Quetzalcoatl intenta acomodar su postura, pero no le da tiempo de ello, como un rayo Sigurd blande su titánica arma y dirige un corte descendente, sorprendiendo al Dios que apenas se cubre con su escudo. La fuerza del impacto hizo arquear la espalda de Quetzalcoatl como si estuviera acostado, mientras sus piernas permanecen rectas.
—I-Imposible…– Dice el Dios tambaleando.
Forcejea un poco, para empujar con su otra arma y rápidamente escapa dando una voltereta. Cuando recobra la postura… Sigurd había desaparecido de la vista. Todo el público se sorprendió en el instante que se desvaneció, Anu parece algo intrigado.
—No es tan malo… Pero algo es extraño. Quetzalcoatl no debería tener mucho problema contra alguien que solo agita una gran arma, después de toda la libre articulación de sus huesos le permite mover hasta 360 grados cualquier parte voluntariamente y moldearse a golpes barbaros, me da pena.– Empieza a explicar Anu, parece que le encanta parlotear sobre lo que atestigua.
El Dios a su lado, Zeus del panteón Griego, parece totalmente aburrido con lo que se da del combate.
—Ya no necesito ver más luchas contra humanos, no entiendo para enfrentarlos. Aunque tiren una o dos sorpresas, no significan nada.
Algunos Dioses no parecen asombrados con Sigurd, pero seguía siendo asombroso, este como si saliera de la nada, aparece al lado del Dios e intenta cortar su cabeza. El Dios sigue evitando por los pelos el golpe del humano, dirigiendo un corte que causa un pequeño rasguño en su brazo. Toman una ligera distancia, el Asesino de Dragones sostiene su casco, aunque tiene cierto parecido con un sombrero.
—Vamos, vamos, no es divertido si solo te la pasas esquivando.– Se mofa Sigurd.
La impresión seguía, Heimdal decía a través del cuerno con emoción.
—¡Es asombroso! Los ataques de Sigurd no llegan a nuestro Dios, por el contrario. ¡El Humano está siendo cortado poco a poco!
El Dios continuaba, embestía hacia el humano y dirige varios cortes, parece que el mismo apenas evitaba, recibiendo un par de rasguños y hace un gesto como si estuviera siendo presionado.
—Por favor, ¡Calma! No, no…– Dice Sigurd burlón.
El Dios se acelera y a la velocidad de un rayo parece ir por la cabeza de Sigurd… ¡Pero eso no bastaba! Sigurd bloquea el golpe sin dificultad, el filo de Macuahuitl no corta su espada.
—¿Cómo..? Si golpee con todas mis fuerzas, eso podría cortar diamante como si fuera papel, destrozar una ciudad y tú, ¡Bastard-!– Se sobresalta Quetzalcoatl.
Sigurd comienza a balancear su espada en cortes sin precedentes, cada vez más rápido, parecían arrojados sin dirección, pero era exageradamente preciso.
Cada corte que hacía Sigurd era contra los movimientos de evasión de Quetzalcoatl, no le permitía evadir, haciendo que retroceda y con sus armas protegerse… El ojo izquierdo de Sigurd parece moverse alborotado, como si se fuera a salir de sus cuencas. Quetzalcoatl ve a través de él la imagen de Uróboros… ¡Esto no era cualquier casualidad!
Todo el mundo queda en silencio por un momento… Los ataques se detienen, para la sorpresa de todos, el escudo del Dios ha sido roto, como un vidrio quebrado, se desmorona en el suelo. Odin parece ser que entendía la situación desde el inicio de la contienda…
—No debería de tener esta arma aquí… Ese maldito… ¡¿De donde la sacó?!– Murmuró Odin, su gesto se torna grotesca de desagrado y rabía.
Los Dioses se alarmaron. ¡Un Arma Divina ha sido rota!

Shuumatsu No Valkyrie [Ranking Game]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora