capítulo 2

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— hola mami — saludé en el instante en el que sus ojos se posaron en mí; durante un largo y tortuoso momento.

Pude ver como sus ojos pasaban de mi cabello largo y cobrizo, al rojo vestido y luego a mis sandalias de color blanco, que por cierto, si bien no eran tan altas, me estaban comenzando a doler los pies.

—te dije que cuando dejarás de usar pantalones holgados conseguirías pareja— lo dice en un tono de regaño y me regala una sonrisa triunfante.

No puedo negar la falta de sensualidad del 50% de mi ropero pero ¡Es cómodo! ¡No puedo evitarlo! Además, debo admitir que con el tiempo y muchos consejos de mi amiga Lydia e aprendido a vestirme mejor, o bien, más "normal".

Mientras yo divagaba en el comentario de mi madre sobre cómo me veía, porque si, ese es un alago versión mi mamá. Ella aprovechó para comenzar el asecho, Francis era su nueva víctima, y el no se iría está noche hasta que mi madre exprimiera cada información posible de el.

— Buenas noches, señora — Francis intento ser cortés a pesar de que sabía exactamente lo que estaba pasando.

No lo culpo, debe ser incómodo que una señora te esté mirando y examinando como lo hace ella. Pero sigue teniendo que dar una buena apariencia como mi supuesta pareja.

— ¿Podemos pasar mamá? Si sigues así no dudo que salga corriendo — mi madre seguía sin quitar sus ojos de Francis lo que me causa un poco de gracia, por la expresión sería y algo desafiante de  de este.

—¿cuanto mides? — las palabras salidas de la boca de mi progenitora me hizo saber que me ah ignorado por completo y a mi comentario.

Ignoro la razón de su pregunta, era claro que era bastante alto ¿Que necesidad de saber su altura exacta? Y cabe agregar que mi altura fue un regalo de mi madre, por lo que es divertido verla mirar hacia arriba para intentar encararlo.

— un metro 85 — respondió con obvia incomodidad. Decidí intervenir nuevamente para acabar con esto, por lo que le tome la mano a Francis haciendo que mi madre ponga su atención en mi.

No pensé mucho en el momento en el que lo hacía así que no pensé que sentiría esas pequeñas descargas por mi cuerpo cuando sus suaves manos hacían contacto con las mías. No las estaba mirando pero podía suponer lo bien cuidadas que estaban o bien, como si se tratarán de las manos de una chica.

— ¿Entramos? — dije intentando parecer sería pero la verdad toda la situación me causan mucha risa, aunque noto a Francis algo serio, como en ese momento antes de encontrarnos y su expresión me hizo dudar si sus bromas muy constantes eran solo parte de mi imaginación.

Mi madre se movió un poco para dejarnos pasar e hizo un ademán con la mano para indicarnos que pasáramos.

Al entrar, el característico holor a canela de la que era mi casa llegó a mis fosas nasales, en mi vida entendería el porqué de esto, mi madre juraba que solo era aromatizante de rosas, pero de rosas no tenía nada, aunque para nada me desagradaba, es más, se siente nostálgicamente agradable.

Nunca fui muy apegada o cariñosa, pero mis extraños padres y su rara forma de ser aveces solía faltar en mis mañanas, a pesar de todo, siempre están para mi. Todo esto, este momento, incluso las miradas de mi madre, es nostálgico, aunque sólo hayan pasado un par de meses que ésta dejó de ser mi casa.

—¿Estas bien? — el susurro del chico en mi oído me hizo estremecerme. Sus ojos me miran atentamente esperando mi respuesta o reaccion. Al parecer, me quedé inmovil en la entrada mirando a la estantería de libros sin razón, sumergida en recuerdos.

—si, sólo pensaba tonterías — le sonreí haciéndole notar que estába bien y el me devolvió la sonrisa.

Nuestras manos seguían juntas, no estaban entrelazadas, pero una parte de mi, me pedía que lo estuvieran. ¿Porque no?

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⏰ Última actualización: Jun 10, 2020 ⏰

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