prólogo; palabras de Afrodita
UNA ESCENA DIGNA DE un cuadro hecho por los antiguos pintores griegos del quatroccento transcurría en el Olimpo, madre e hija descansaban sobre una espesa mata de césped el cuál se colaba por la fina tela del vestido que la pelirroja poseía.
Las dulces caricias que Deméter le propiciaba en su cuero cabelludo relajaban a la reina del inframundo quién los últimos días se hallaba pensando profundamente en las palabras que Afrodita había pronunciado.
—Tengo que marcharme.—susurró la pelirroja girándose para poder enfrentarse cara a cara con su madre, el dios Hermes quién se encontraba cerca de ellas prestó suma atención a las palabras de la reina quién supo que al acabar correría a contárselo a Hestia.
—¿De qué hablas, hija mía? Aún no llega el invierno.—Deméter frenó sus manos al segundo que Perséfone habló.
—Pasa algo en la Tierra, Afrodita me lo contó.—la pelirroja escogía las palabras con sumo cuidado tratando de no descuidar su comportamiento.
—¿Te crees lo que dice esa diosa? Hará lo que sea por un poco de drama.
—Esta vez la creo, madre, y lo hago porque lo siento.—sin siquiera notarlo ambas diosas ya se encontraban de pie y la hija alzaba cada vez más la voz.
—¡Vas a irte! ¿Eso quieres decir? ¿Es que no sabes todo lo que hice por volver a encontrarte?
—¡Joder! ¿Es que tienes que ser siempre tan protectora? ¡Maldita sea! Supéralo, eso fue hace demasiados siglos.
—¿Que lo supere? Ese dios al que llamas tu esposo te raptó, Perséfone.—lo ojos de Perséfone brillaron en un tono verde por lo que su madre cerró sus manos en puños.
—Créeme, ya lo sé, fui yo quién lo vivió pero esto no tiene nada que ver.
—¿Ah no? ¿Y qué crees que hará Hades cuando se enteré de que tú, su reina, ha huido a la tierra de los mortales?—Perséfone caminó hacia delante furiosa mientras apartaba los mechones rojos que opacaban su campo de vista.
—¿Su reina? ¡Soy la maldita diosa de las estaciones! ¡LA reina del inframundo! Si ni siquiera Hades puede controlarme, ¿crees que tú podrás? —su ligero vestido dorado ondeó con el viento mientras sus ojos resaltaban de un verde potente.
—Hija mía...
—¡No, nada de hija mía! Sabes que te quiero pero esta es mi decisión, iré a la tierra y hallaré a Emmett Cullen. Cueste lo que cueste.—Deméter soltó un largo suspiro antes de besar la frente de su hija.
—Vete pues, pero ten en claro todo lo que arriesgas incluso la vida de ese humano.
—Ese es el problema, madre, no tengo claro que sea un humano.
Un humo verde se posición alrededor de la pelirroja justo antes de que ella pronunciara un "Adiós", aquel brillo verde se disipó rozando los desnudos pies de Deméter quién al volver su cabeza notó que su hija había desaparecido en rumbo a Forks, pueblucho del que la múltiples veces mancillada Afrodita le había hablado.
Perséfone en ese momento no sabía que por su egoísmo un dios descargaría toda su ira en Forks.
†
Una luz que podría ser cegadora para un simple humano apareció ese mismo día frente a Emmett quién se hallaba en su habitación ojeando los canales que la televisión les
abastecía; sin embargo, el Cullen no esperaba que un ser con un casco dorado que portaba dos alas del mismo tono fuese representado en su pequeña pero cómoda estancia. El moreno se lanzó de inmediato a atacarlo pero aquel ser era mucho más grácil.—¿Quién eres?—espetó el moreno maldiciendo que en ese momento sus hermanos estuvieran cazando y su padre trabajando.
—Un mensaje os pertenece, joven Emmett.
—¿Cómo?
—Un mal acecha Forks.
—¿De qué estás hablando?—espetó el moreno para que después aquella luz volviera a cegarle momentáneamente y observar letras doradas grabadas en el suelo, las cuáles formaban la misma frase que aquel ser había pronunciadox
Un mal acechaba Forks y sin saber exactamente por qué, Emmett tenía la sensación de que aquel infortunio sería varias veces más complicado para derrotar.
amo la mitología griega bye
m-oddinsdottir
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persephone | twilight; emmett cullen
FanfictionP † " Sometimes I think I'm not that strong but there's a force that carries me on Sick of my small heart, ...