one; untouchable

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capítulo uno; intocable

AQUEL DÍA, PERSÉFONE deslumbró al instituto de Forks, una sonrisa socarrona decoraba su rostro por cada mirada que recibía, esto era uno de los infinitos beneficios que ser una diosa poseía y Perséfone lo utilizaba a su favor camuflándolo como uno...

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AQUEL DÍA, PERSÉFONE deslumbró al instituto de Forks, una sonrisa socarrona decoraba su rostro por cada mirada que recibía, esto era uno de los infinitos beneficios que ser una diosa poseía y Perséfone lo utilizaba a su favor camuflándolo como uno de sus numerosos dones.

Y es que la mejor manera de destruir a un hombre era a través del arte de la lujuria, esa era una de las muchas razones por las que era poderosa y si aquello la convertía en pecadora no le era de suma importancia pues ella, al fin y al cabo, decidía qué era pecar.

La pelirroja bajó de su coche que técnicamente le pertenecía a Afrodita aunque ella lo hubiera "tomado prestado". No sentía culpabilidad, esa diosa insolente era la culpable de su estadía en el mundo de los mortales y robarle el coche y una casa cercana a Forks no se asemejaba a manejar su vida amorosa.

Perséfone observó de reojo a los adolescentes, sus ojos marrones moviéndose con curiosidad en cada uno de ellos buscándole a él.

Ella chasqueó la lengua al no encontrarle, en su lugar halló a sus hermanos quiénes la analizaban desde su posición en el pequeño aparcamiento, dos de ellas eran quiénes de una manera más notoria respecto a las miradas del resto del clan presente escudriñaban su figura.

Una era de estatura baja, su cuerpo era ataviado por un vestido de seda morado junto a un abrigo corto negro que combinaban con sus altas botas y su oscuro cabello que acababa en puntiagudos mechones apuntando a cada lado del aparcamiento.

Perséfone la reconoció como Alice Cullen, el propio oráculo hecho vampiro.

La segunda era más alta y de cuerpo curvilíneo, su cabello rubio destacaba sobre el fondo negro de su jersey al igual que su piel de parecer gélido característica de los vampiros.

Rosalie Hale, otra víctima de los cínicos juegos de Afrodita.

Perséfone pasó en frente de ellos y sin poder contenerse le mantuvo la mirada a Alice quién parecía ser consumida por sus propios pensamientos.

Y la diosa no pudo evitar cuestionarse si la habría visto venir o si alguno de sus entrometidos familiares les habría avisado.

La imagen del dios Hades se apoderó de sus pensamientos durante poco tiempo, indagando en los conocimientos del azabache sobre lo ocurrido.

Nada más entrar, un chico de rasgos asiáticos la acribilló con numerosas preguntas.

—¡No tenía ni idea que hubiera una chica nueva! Y eso, te aseguro que es raro...¿tu nombre es?—aquello fue lo único que llegó a escuchar la pelirroja.

—Digamos que han sido decisiones precipitadas.—ella rodó sus hechizantes ojos—Puedes llamarme Perséfone.

—¿Como la diosa?—la pelirroja sonrió al oírle.

—Exactamente. Oye, ¿sabes si -?—su pregunta fue silenciado por las puertas haciendo un gran ruido y entrando por ellas,  el clan de vampiros produjo un silencio embriagador debido a sus encantos.

Perséfone frunció el ceño. Ella odiaba ser interrumpida.

Esta vez se fijo en que una humana castaña acompañaba a Edward Cullen, el vampiro con el poder de entrar en la mente de las personas.

—Oh, esos son los Cullen.—habló Eric al notar su ordinaria fijación en la familia—Intocables, siempre de acompañantes ellos mismos...y Bella. Sin embargo, falta Emmett.

La pelirroja miró interesada al chico a su lado.

—¿Emmett?—fingió no saber de la existencia del vampiro.

—Sí, creo que es el mayor de todos...Parece el más amigable aunque su cuerpo es gigante, puede medir perfectamente más del metro noventa, casi un oso. Yo me iría olvidando de acercarme a ellos.—avisó Eric.

—Por suerte, puedo llegar a ser muy cabezota.—Perséfone jugó con sus rojizos mechones pasándolos al lado izquierdo de su cabeza, al mismo que sus ojos brillaban en un tenue verde.

El chico se carcajeó.—Pues suerte, solo Bella ha logrado acercarse a ellos y porque le interesaba Edward.

—Por favor, son solo personas con el ego muy alto y yo voy a devolverles a la tierra. —la pelirroja le sonrió al azabache a su lado—¿Cuál era tu nombre?

—Oh, soy Eric.

—Bien, Eric, te demostraré que la fama es solo eso...fama. Ningún mortal o paranormal es intocable y si eso crees tú y todo este pueblucho, es porque no me conocéis.

El azabache frunció el ceño ante las extrañas palabras de Perséfone, sin embargo decidió no decir nada y se dedicó a seguir el sonido que sus tacones provocaban al chocar con el suelo.

—¿Sabes dónde puede estar Emmett, cielo?

A Eric le tomó desprevenido el apodo por lo que al hablar tartamudeó.

—Seguramente aparezca a la hora de la comida.—la pelirroja relamió sus carnosos labios.

—Perfecto.



wow sí que hacía tiempo que no actualizaba jsjsjsj sorry:(

m-oddinsdottir

persephone | twilight; emmett cullen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora