Capítulo Uno

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Dos semanas habían pasado desde esa incómoda escena. Tanto Greco como Torrente le hacía bromas en referencia a la chica.
Un poco irritado, Volkov salió de comisaría y se dirigió a su zeta. Subió y suspiró pesado. Estaba cansado de que lo emparejaran con alguien, bastante tenía con el chico de la cresta llamado Horacio. Tenía que decirlo, feo no era y el que fuera hombre no le importaba en lo más mínimo, pero él realmente no se sentía seguro de querer algo en ese momento.
- ¡Volkov! - la voz de Greco a través de la radio lo sacó de sus pensamientos.
- Dígame, Greco - habló seriamente.
- Yo le hablaba, comisario Volkov. Soy Paola. Cuando realice un 10-10 ¿Podemos hablar? - el ruso se lo pensó un momento, debía aclarar las cosas de una vez.
- 10-4 Paola - muteo la radio y comenzó con su 10-33.

La tarde era tranquila, no había mucha gente ese día. Seguramente estarían en el evento que se había anunciado en la mañana. Una pelea de gallos en el gimnasio y después una carrera en el norte.
Entonces, un recuerdo vino a su cabeza. Recordó a Ivanov. Recordó que no quiso correr solo porque el super le prohibió usar un arma fuera de servicio.
Las lágrimas comenzaron a resbalar por sus mejillas. Eran tantas que tuvo que parar el zeta.
Se soltó a llorar. Extrañaba a su compañero. A su amigo. A su hermano.
- ¡JODER! - gritó mientras golpeaba el volante - Te extraño, cabrón - se limpió las lágrimas y vio al frente.
- Volkov, ¿Está usted bien? - el chico de la cresta se acercó a él - Estábamos patrullando y vi su zeta, ¿Le ha pasado algo? - Volkov negó con la cabeza, intentando disimular que había llorado.
- Estoy bien, solo que... Se me comenzó a picar el ojo - inventó rápidamente.
- ¿Está usted seguro? - el ruso asintió con la cabeza - Vale... - Horacio comenzó a caminar a su patrulla, pero se volvió donde Volkov - ¿Le apetecería ir por algo de tomar saliendo del trabajo? Sólo usted y yo - le dedicó una sonrisa cálida. El comisario asintió olvidándose de la quedada con la chica.
El de la cresta sonrió ampliamente y se fue a su zeta dando pequeños saltos de felicidad.
No era raro que Horacio le tirase los trastes, pero era la primera vez que el chico se animaba a invitarle a salir y, aunque estaba pasando por un mal momento, no podía dejar pasar el momento para tomar.
Retomó su patrullaje durante las próximas tres horas, ese día la ciudad estaba muy callada. Sólo hubo un reporte de auto robado, pero él no asistió.

Volvió a comisario después de su turno de patrullaje. Se dirigió al vestidor encontrándose con Paola, cambiándose de ropa. Al principio se sorprendió por lo tarde que era y que ella siguiese ahí, luego recordó lo que la chica le había pedido y también recordó que Horacio le había pedido salir.
- Comisario, ¿Ya va a salir de servicio? - preguntó tímida la chica.
- Eh... Sí... Dijo que quería hablar conmigo en la tarde, adelante puede decir - el chico se quitó sus pantalones de trabajo y se puso unos vaqueros negros.
- Bueno... Es que, no sé, quería estar en otro lugar - las mejillas de Paola se volvieron completamente rojizas.
- Pues, si pudiera decírmelo aquí, ya es muy tarde y tenía una salida pendiente - la chica asintió y se armó de valor.
- Lo que pasa es que... - el comisario se puso de frente a su casillero, dándole ligeramente la espalda a Paola, luego se quitó la camisa - Yo... Bueno, es que yo... - no podía quitar la vista de la espalda del comisario.
- Vamos, Paola... - la chica salió de su trance y se dio media vuelta para no ver más a Volkov.
- Ustd me gusta, Comisario - cerró los ojos e hizo puños con ambas manos, esperando nerviosa la respuesta de Volkov.

Horacio escuchaba todo desde la puerta. Su corazón se había acelerado al escuchar aquellas palabras de Paola. ¿Se le había declarado al comisario?, ¿A su comisario?
Sus ojos se cristalizaron temiendo que la respuesta del chico fuese recíproca a los sentimientos de Paola, no podía dejar que eso pasará. Al menos no antes de que salieran. Así que después de pensarlo rápidamente, entró bruscamente al vestidor, fingiendo que pensaba que no había nadie.
- Buenas noches, comisario. ¿Listo? - ignoró totalmente la presencia de Paola y le sonrió a Volkov. Haciendo que este dejara la atención que tenía en Paola y se la diera a él.
- Sí, Horacio - Volkov lo miró encontrándose con una sonrisa tierna. Luego volteó a ver a Paola, quien prefirió salir de ahí.
- Ya solo me cambio el uniforme y nos vamos, Volkov - le volvió a sonreír, pero ahora fue una sonrisa extraña.
Se sentía mal.
Terminó por cambiarse y salió junto con Volkov a su auto. Seguramente irían a Badulake por vodka y se irían por ahí a beber. Sería una noche perfecta.

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⏰ Última actualización: Jun 21, 2020 ⏰

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