Prólogo

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Gritos y risas escandalosas que provenían del calabozo llamó la atención de Paola, la reciente alumna del Cuerpo Nacional de Policía de Los Santos, quien se encontraba en la cocina de la comisaria cenando antes de irse a patrullar con Leónidas. Se levantó para ir a ver lo que pasaba y, también, porque reconoció la voz de quien se había robado su corazón. 

Bajó las escaleras y se encontró con su compañero Leónidas llorando de la risa al ver la escena que se desenvolvía en el calabozo: Un Sergei junto a otros agente escoltando a los comisarios Volkov y Greco, y al oficial Torrente muy ebrios.

- ¡Hazle caso a tu comisario, gilipollas! - gritó Greco mientras se forzaba entre dos agentes, de los cuales pudo soltarse. Su gran estatura y su fornido cuerpo no era lucha para dos agentes de masa corporal y estatura estandar.

Sergei lo tomó desprevenido y lo esposó para después meterlo en la celda. 

- Metan a Volkov en la celda que sobra - dijo Leónidas mientras seguía riendo. Tomaron del brazo a Volkov y lo llevaron a la fuerza a la celda.

Paola observaba la escena confundida y preocupada por Viktor Volkov. Se acercó donde estaba Sergei.

- ¡Señorita Paola! - gritó Torrente, lo que llamó la atención de Viktor Volkov.

- Paola, ¿le han dicho que se ve especialmente hermosa? - se adelantó a decir Volkov arrastrando las palabras.

La chica del cabello tintado se sonrojó a la vez que veía cómo Sergei se quedaba encerrado con Greco.

- No diga eso, por favor - la voz se le cortó al pronunciar esas palabras.

- No digo nada más que la verdad. Anda, sácame de aquí y vamos a mi casa, sé que quieres - Paola solo lo miró desconcertada.

- Paola, retírate y vete a hacer un 10-33 con tu compañero -dijo Sergei caminando a la salida y tomando del brazo a Paola.

- Aquí yo soy el comisario, yo doy las órdenes y ordeno que Paola me saque de aquí - el corazón de la chica comenzó a latir más rápido de lo normal.

- Usted no se encuentra en condiciones de dar órdenes. Paola, sal de aquí - comenzaron a caminar a la salida.

- Sergei, quiero estar con Torrente y con Volkov en el mismo lugar - gritó Greco a lo que mejor lo ignoró.

Paola, con los ojos cristalizados por las lágrimas que amenazaban con salir, abandonó el calabozo no sin antes echarle una mirada de decepción a Volkov. 

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