Lo vi parado, recargado en la pared trasera de la universidad, esa rayada por adolescentes sin consideración. En unos segundos más ya se encontraba sentado al borde de la banqueta. Yo también me senté y lo seguí mirando muy atentamente, con su bastón blanco en la mano derecha, a diferencia de él yo sostenía mi celular.
Cuando guardé el aparato en mi bolsillo, me puse a pensar en más de mil cosas, en todas aquellas que yo podía hacer y él no, y en tantas que yo no y él si.
Su cabello cenizo parecía no querer moverse de su lugar a pesar del fuerte viento que amenazaba con tumbar uno que otro cartel, como si estuviera fijo en esa forma que me recordó a un erizo. Tenía unos lentes negros, de sol exactamente, aunque dudaba que le molestara aquella estrella gigante, me gustaría pensar que por lo menos la llegó a divisar de pequeño.
Me acerqué un poco más. A pesar de su condición, se veía muy atractivo, un cuerpo delatador de horas de ejercicios que yo no podría hacer por mi falta de voluntad. Músculos marcados y unas cuantas cicatrices en sus manos. Realmente sentí acosarlo, y decidí dejar de prestarle demasiada atención por algunos minutos para disfrutar del cielo azulado, extrañamente ese día se veía limpio , como si supiera que algo iba bien. Solo pude sonreír.
Volví a mirarlo cuando comenzó a mover su bastón con insistencia, casi como si quisiera rasgar y partir el suelo en pequeños trozos.
Si alguna vez pudo ver el cielo que yo disfrutaba tanto instantes atrás, seguramente se estaría lamentando de no poder verlo de nuevo, pero una de las cosas que seguramente lamentaba aún más no ver, que yo si pude, es no poder mirar la expresión de felicidad de aquel chico de cabello tan verde como los pinos que corría animada y desesperadamente desde el final de la calle y con una gran sonrisa que parecía iba a encandilar a todos los transeúntes que se encontraban a un kilómetro a la redonda.
Al chico –que pude observar, tenía grandes ojos también verdes– no le importó saltar sobre algunas cajas llenas de fruta, que casi corrían el destino de convertirse en puré antes de ser vendidas. Y mucho menos le prestó atención a las posibles deudas y problemas que tendría si llegaba a tirar todas las bicicletas del parqueo, pues seguía corriendo animadamente hacia nosotros.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, sin detenerse y con los brazos bien abiertos se abalanzó encima del rubio y lo apretujó en un abrazo tan fuerte, que incluso temí que el otro chico se quedará sin oxígeno. Al hacer ese movimiento tan brusco, el muchacho de ojos esmeralda causó, que al igual que los lentes del rubio, el bastón cayera estrepitosamente de bruces a mis pies.
Y es ahí cuando pude ver los ojos del rubio, tan rojos como el granate, que a pesar de estar perdidos y opacos, sonrieron al mismo tiempo que sus labios, notando la felicidad más pura que yo he logrado ver en toda mi vida, una sonrisa tan real y tan sincera, que por un instante pude sentir envidia.
—Te extrañé tanto Kacchan.
—Yo también, maldito Deku.
Los escuché decir. Y quise llorar cuando lamenté mucho no poder sentir lo que aquellos seres llenos de amor, no poder vivir la maravilla de tener a alguien más que me quisiera, como ese muchacho, que incluso sin poder ver tenía la dicha de ser amado.
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Porque aunque Katsuki fuera ciego, al lado de Izuku disfrutaría de mil colores
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(Pintura mía)
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Maravillas Que Solo Se Pueden Ver En La Calle [KatsuDeku]
FanfictionEn la calle puedes encontrar muchas cosas que jamás habrías imaginado. Desde los objetos más extraños desechados por sus inconscientes dueños, hasta personas que parecen ser de otro mundo, más aún cuando se aman con locura. •Katsudeku ~ AU Quirkless...