III

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Abismo de los ángeles egoístas,

que nos condenan esta alarma.

De mis labios brota más culpa,

molestia mala.

Desconsuelo que retrocede la garra,

desvanece la calidez de la manta

y las ganas de vivir un mañana.

Más allá,

enviadas sus lágrimas como navajas.

Rotas las rabias,

lo que hacemos es alabar

su indolencia a nosotros, desde el altar.

Ese ruido no me parece una noche,

parece mi pesar.

Grietas de luz triste, lagos de venganza,

nuestro alba,

heridas del alma.

Esta sombra no parezco yo,

parece otra.

El hogar de la más fría hora.

Y ellos no paran de llorar, 

no les callan.


Gritos y grietas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora