Capítulo Uno: De intensos reencuentros.

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Toronto, Canadá.

—No puedo creer todavía que te hayas follado al hermano de Rebecca y en la recepción de su boda, nada menos. —Fenella, su mejor amiga no podía ocultar su diversión. Sonreía debajo de la taza de té que estaba tomando.

— ¡No sabía que era su hermano! —Rebatió con exasperación Aspen. — ¡Mierda! Pensé que era uno de los conocidos de Andrew. Para mí, Sawyer, todavía era un adolescente... enclenque y callado. —Se lo imaginó hacía unos cuantos años... las comparaciones eran odiosas, pero vaya como había crecido el niño.

Rió asintiendo como leyéndole la mente. —Claro, y ahora es el gemelo de Brock O' Hurn, pero sin la melena. ¿Y cuándo te dijo su nombre no te llamó la atención? —Insistió con curiosidad, al ver el sonrojo de su amiga entrecerró los ojos. — ¿Te lo follaste sin preguntarle siquiera su nombre?

— ¿Puedes, por favor, dejar de decir "follar"? —Inhaló con fuerza poniéndose de los nervios. Miró por un largo rato a un punto fijo, para luego responder derrotada. —No le presté atención, ¿está bien? Cuando lo dijo; dos segundos antes de besarme como un león hambriento no lo procesé. Ni me dio tiempo a sacar conclusiones de su árbol genealógico. —Ni de nada que no fuese él tocando su cuerpo en aquel baño.

La pelirroja suspiró. —Joder... —Dijo ganándose una mirada de reproche por parte de su amiga, sus cejas se movieron con picardía. — ¿Y cómo es? De verdad que tengo mucha curiosidad, tiene una presencia imponente, ¿es tan fuerte como parece? ¿Te llevó a las estrellas? ¿Por eso no reaparecieron el resto de la noche?

El sonrojo cubrió sus mejillas. — ¿Muchos notaron que no volvimos? —Pensó en eso mortificada, era algo en lo que no había reparado anteriormente.

—Sí, les pareció extraño que el hermano menor de la novia no se presentara para decir unas palabras a la hora del brindis, pero sus padres y la misma Rebecca le quitaron hierro al asunto burlándose de lo irreverente que es Sawyer a veces. El que no estaba muy contento era tu hermano, pero por tu ausencia.

La culpa le golpeó con fuerza. —Oh, por Dios...

—Pero tu prima Amelia dejó escapar que seguramente estabas llorando en el baño lamentándote de ser la única solterona en la familia, sus palabras no las mías. —Levantó las manos como queriendo decir que no era culpa de ella. Solo transmitía la información.

— ¡No estaba llorando! —Amelia siempre había sido una pequeña perra, Aspen sabía que le envidiaba y era algo constante que dedicase su existencia a molestar a otros. Sentía que su prima tuviese una vida tan miserable y patética, pero no por eso dejaban de ofenderle sus comentarios. Ya le pondría en su sitio.

—Por supuesto que no —la pelirroja rió. —, estabas siendo manoseada por todo un semental diez años menor que tú. Te aseguro que ella hubiese cambiado su lugar por el tuyo sin dudarlo. —El orgullo en su voz era inevitable.

—Fenella... —gimió. —Basta.

—Pero Aspen, si esto es tan divertido... dijiste que querías tener nuevas experiencias, cosas impresionantes que contar.

—Pero no pensé que se darían las cosas así, ¿entiendes? ¡Es el cuñado de mi hermano! Nos vamos a ver seguido y será incómodo —lo peor de todo no era eso, lo que más le molestaba es que era varios años menor que ella, por favor, era vergonzoso. Pero se negaba a admitirlo en voz alta, y menos ante su amiga que la tacharía de insegura y mente cerrada.

—Entonces te hubieses ido a Las Vegas, cariño. Pero no. Decidiste dormir con alguien que sabías que probablemente conocería tu familia. —Se encogió de hombros sin sentir pena por ella. Fenella tenía una manera muy directa de decir las cosas, lograba que te confrontaras a ti mismo, evitando así los victimismos. Resultaba demoledora.

Mayor que él ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora