Horas después de colgar la llamada con Alex y de ver su fotografía muchas veces, aquella donde tenía puesto el uniforme del hospital estaba despeinado y lucia una pequeña barba después de tres días seguidos en el horario nocturno, pero aun así sonreía porque ella le había llevado un pay de mango. Se estaba torturando de nuevo con los pensamientos de que podría suceder si ella se fuera con él, si aceptará seguirlo a donde sea que tuviera que ir a hacer el internado, si vivieran juntos, si se casaran y tuvieran hijos. Alex era un hombre de familia, queria mucho a sus hermanas, adoraba a sus sobrinos y respetaba a sus padres, esa era la razón principal por la que se sintió atraída hacia él en primer lugar (su personalidad completamente diferente a la de su padre). Ese chico que había esperado más de un año a que ella aceptará sus sentimientos y con él que reía hasta perder el aliento; pero no podía irse, eso le habia quedado claro poco antes de su propuesta. La responsabilidad iba primero.
Elaia también era una chica de familia, cuidaba a su hermana pequeña y ayudaba a su madre siempre que podía, eran solo ellas tres tratando de vivir luego de que su padre se fuera un año después del nacimiento de Jess, quien ahora tenía 12 años. Su pequeña familia había pasado por muchas cosas, la más reciente: el psiquiatra habia declarado a su madre incapacitada legalmente para tomar decisiones, la habían asignado a Elaia como guardián temporal de su hermana y madre. Nunca había querido mostrarle a Alex ese lado de su vida, no lo invitó nunca a comer en su casa o pasar tiempo con su familia, no sabía cuándo el humor de su madre estaría tranquilo además acumulaba cosas de manera compulsiva por lo que la casa era en su mayoría un basurero con cosas muy bonitas. Sólo una vez le había contado a su exnovio qué su madre acumulaba cosas y que poseía un carácter fuerte pero no ahondó jamás en la gravedad de la situación, no quería que tratará diferente a su madre quien regularmente solo tenía días malos estando en casa y no al realizar su trabajo. Por eso no podía irse, no podia decirle lo mucho que todos los planes que el tenía ella los había soñado mucho antes pero que incluirlo en ese desastre que ahora estaba viviendo cortaría los sueños de él, porque estaba segura que se quedaría y renunciaría a la especialidad que quería para ayudarla con todo.
Eso más que cualquier otra cosa la destrozaba, nunca podría hacerle algo así.
Por ello cuando él le dijo que si no tenían los mismos intereses en su futuro era mejor que terminarán, ella soltó su mano y se alejó.
Era la salida perfecta de cualquier modo ella no podía darle lo que él necesitaba.
Recordar todo eso siempre la hacia llorar asi que ahora su maquillaje estaba hecho un desastre, daba igual era solo una máscara que se ponía y se quitaba todos los días, la hacía sentir capaz de ir a trabajar, esforzarse en no mirar atrás.
Sin embargo esa noche no pudo detenerse y le mando un mensaje a su exnovio:
Te amo, siempre lo haré recuerdalo aunque ya no esté contigo.
Y bloqueo su número de contacto, archivo sus fotos y conversaciones.Dos semanas más tarde
Al fin había salido la sentencia de divorcio que tanto esperaba, por fin sería libre de ese molesto cliente que la acosaba. Asi que le marcó decidida a que ese fuera el último día que tuviera que verlo, extrañamente la llamada fue directo a buzón, entonces tuvo que limitarse a enviar un mensaje con la gran noticia y pidiendo que le indicará un horario en el cuál acudiría por los papeles del divorcio, pero tampoco contestó el mensaje con lo que ella dio el tema por concluido y se dispuso abandonar el edificio de los juzgados, cuando llego una notificación de mensaje.
Elaia sólo quería que fueras consciente que el se va hoy y ya no volverá, estás segura que no quieres despedirte apropiadamente? Su vuelo es a las cinco sale por la puerta 3De pronto tuvo la sensación de no poder respirar, estaba temblando, sus cosas cayeron al suelo, ella cayó también cuando la gente se acercó ayudar fingió haber resbalado con una de sus cosas y se limitó a recoger todo, dar las gracias y acomodarse el vestido para que cubriera la rasgadura de sus medias a la altura de la rodilla que acababa de hacerse. Caminó hasta la puerta por el largo corredor lleno de ventanas enormes que había en el juzgado, evitando saludar a cualquier conocido, solo necesitaba llegar hasta su auto para poder sentarse y gritar. Corrió como pudo para acortar la distancia, entro en el auto cerró las puertas con seguro, respiro profundo y comenzó a gritar. Cuando ya no salió ningún sonido de su pobre garganta, recostó la cabeza sobre el volante las lágrimas brotaron tan rápido que sólo dejó corrieran libres; media hora después con la cara hinchada, completamente deshidratada por el llanto y el calor, se limpio el maquillaje, se quito las medias rotas, arreglo su cabello y saco su auto del estacionamiento del edificio donde se encontraba la corte de lo familiar.
Verificó la hora, eran las 4 de la tarde apenas y tendría tiempo de comer, tenia un cliente programado a las 5, que ahora le parecia una bendición pues le evitaría pensar por completo.
El trayecto al despacho le pareció borroso ni siquiera notó haber llegado al lugar, lo hizo todo en automático y las horas siguientes fueron exactamente igual, la única diferencia fue que alrededor de las 7 de la tarde Evelyn (su jefa) entró a su oficina para decirle que no se quedará demasiadas horas y se despidió,al fin estaría sola ahí, era lo que más le gustaba de ese trabajo podía quedarse en la oficina sin ningún problema, no había uniforme o alguna restricción demasiado severa respecto a su forma de vestir, era libre de programar su agenda como quisiera. Sus pensamientos se vieron interrumpidos por el timbre de la entrada, no esperaba ningún cliente era extraño que alguien viniera fuera del horario de oficina, se asomo para ver de que se trataba, se sorprendió cuando descubrió que era un repartidor con un enorme ramo de rosas blancas se apresuró a abrir la puerta y recibió las flores.
-¿Para quién son las flores señor?
-Elaia Morub
-¿Para mí?-entonces asumió que debían ser del señor Becquer como agradecimiento por su trabajo- creo que se quien las manda, muchas gracias-
que tenga buena tarde - dijo el chico mientras salia de la oficina.
El arreglo era una combinación de diferentes tipo de flores: un girasol, un par de lilis blancos, dos rosas amarillas y dos blancas, una gerbera blanca y una amarilla las que le gustaban más; asi supo antes de leer la tarjeta que no era del señor Becquer y pudo casi adivinar lo que diría la tarjeta.